EE. UU-Cuba: ahora vienen los análisis

Hay motivo, por lo tanto, para que haya satisfacción generalizada por este hecho, que significa el principio del fin de una tensión iniciada el 20 de octubre de 1961; es decir, hace 54 años. El mandatario estadounidense admitió el fracaso de la política de aislamiento mantenida desde entonces y apuesta ahora para lograr a través de esta nueva política “el empoderamiento del pueblo cubano”.

La pregunta que debe ser respondida lo antes posible, para evitar entusiasmos exagerados, se refiere a qué ocurrirá a partir de ahora, así como en qué cedió el régimen de Raúl Castro. Sería ingenuo pensar que de pronto  el actual presidente cubano vaya a convertirse en alguien que acepta los criterios y las condiciones democráticas. Se debe conocer, por ejemplo, qué cambios fueron negociados en los temas de la libertad de prensa,   internet y las redes sociales, así como la actividad política de los grupos ciudadanos que se han opuesto  y han pagado un alto costo, en cárceles y en marginación.

El restablecimiento  de las relaciones entre los dos países tomará tiempo y no es fácil, porque los fondos para crear la Embajada y la autorización del diplomático que llegue a abrirla pasa por la autorización del Congreso y del Senado, ahora dominados por los republicanos, que desde ya comenzaron a criticar al presidente Obama, quien logró dar un golpe de efecto al haber logrado mantener en secreto las negociaciones.

Debido a las anteriores consideraciones, es muy pronto para poder calificar el nivel de triunfo que este anuncio pueda significar para el presidente demócrata y por ello pueda influir en las próximas elecciones. Es un hecho que en este momento comienza una etapa importantísima, en la cual se deberán conocer los criterios de quienes critican la totalidad de la decisión o solo algunas o muchas de sus complicadas aristas.

El mandatario cubano necesita comprender también que el gesto estadounidense le permite salir del aislamiento económico, pero no es una victoria política en el sentido de que pueda mantenerse gobernando de la manera como su hermano Fidel lo hizo y él lo ha seguido haciendo. Es un anciano que debe ahora pensar en la Cuba sin el castrismo,  para aprovechar la apertura de Washington e introducir cambios en la Isla.

Todo ello no significa que  el cambio de actitud de Estados  Unidos es un hecho que, en sí mismo, es positivo y está llamado a ser tan importante como en su momento, hace más de medio siglo, lo fue la decisión de actuar de la manera que hoy empieza a cambiar. Los retos comienzan ahora, y se refieren al beneficio del pueblo cubano.  

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