En silencio tuvo que ser

Ileana Alamilla

|

Con discreción, después de años de años de paciencia y resistencia, los cubanos lograron lo que parecía imposible. Mérito también hay que reconocer al presidente Barack Obama, quien tendrá que enfrentar su audacia ante sus adversarios políticos que no perdonarán que tuviera la valentía de reconocer que de nada sirvió la política agresiva contra el pueblo cubano. Es muy meritoria la sabiduría de la Casa Blanca, al reconocer que no se puede hacer lo mismo y esperar resultados diferentes.

Y como siempre hay mediadores en todas las negociaciones, es indispensable reconocer el papel del papa Francisco en este hermoso regalo de las fiestas de fin de año que se ofrece al pueblo cubano y a sus familiares en Estados Unidos. Estamos en una nueva era de la Iglesia. El Vaticano ha enviado mensajes alentadores a través del Papa, quien ha roto paradigmas, incluso con decisiones sobre la guardia  encargada de su seguridad al despedir a un oficial por medidas estrictas e inhumanas hacia un subordinado.

Canadá también tiene su mérito, como lo tuvo en las negociaciones de paz de Guatemala, al acoger, en los años noventa, a las delegaciones la URNG y del Cacif.

Este anuncio nos estimula, pues no es posible que un pueblo siga enfrentando una situación inhumana, como le ha tocado a los isleños, quienes a pesar de tanta dificultad, son ejemplo de dignidad y solidaridad.

Debe ser muy alentador para la población cubana saber que entraran a otra etapa de su modelo económico que busca, según dijo su presidente, construir un socialismo próspero y sostenible, a lo que debería agregarse una gran dosis de democracia y tolerancia para que, así como han logrado innegables indicadores en educación, salud, deportes y desarrollo de capital humano, puedan romperse otras barreras que han señalado a su dirigencia como autoritaria.

Pero simultáneamente se dio otro hecho igualmente significativo: el canje de tres de los cinco cubanos que todavía se encontraban presos en EE. UU. por dos espías estadounidense. Los cinco declararon en su defensa “que se encontraban realizando una misión en Miami, que se inició en 1990, para monitorear las acciones de los grupos terroristas con base en Miami con el fin de prevenir los ataques que esos grupos llevan a cabo contra Cuba”. Siempre negaron que las acciones estuvieran dirigidas contra el gobierno de Estados Unidos. Tampoco causaron daño a ninguna persona, ni estuvieron en posesión de armas.

Fueron declarados culpables en  2001 y condenados  ¡a cuatro cadenas perpetuas! y 75 años de prisión. Dos de ellos ya se encontraban en Cuba después de cumplir penas de 15 y 17 años.

Su patria los ha recibido como héroes. La fe, la convicción y la decisión pueden derribar montañas.

La guerra fría tuvo su réquiem.

iliaalamilla@gmail.com

ESCRITO POR: