PLUMA INVITADA

La investigación científica

Recuerdo que en la época de los años de 1960 y 1970, la investigación científica en Guatemala se efectuaba en el Incap (Instituto de Nutrición de Centroamérica y Panamá) y el Icaiti (Instituto Centro Americano de Investigación Técnica Industrial).

El Incap fue fundado en 1949, en la Ciudad, con oficinas en cada uno de sus Estados miembros: Belice, Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua y Panamá. Donde trabajaron grandes científicos como el Dr. Ricardo Bressani, Dr. Guillermo Arroyave, Dr. Pineda y otros, que dieron muchos aportes al conocimiento científico, tales como la producción de la Incaparina, para mejorar la nutrición; el enriquecimiento del azúcar con vitamina A y otros sucesos importantes para la ciencia en nuestros países centroamericanos. Los laboratorios contaban con equipo moderno y tecnologías de punta que permitieron realizar experimentos importantes. Lamentablemente estos institutos fueron perdiendo financiamiento y no fueron fortalecidos con suficiente personal calificado. Actualmente el Incap ejerce un aporte transcendental a la ciencia con diferentes acciones, pero con muy poco apoyo. Un país que no investiga no conoce absolutamente nada de lo que ocurre ni está en la capacidad de ofrecer soluciones a los problemas que afronta.

En el Incap, como microbiólogo, tuve la suerte de estar con personajes muy capaces como el Dr. Leonardo Mata. Tuve la suerte y mala fortuna, a la vez, de vivir de cerca la epidemia de shigelosis que arrasó a miles de guatemaltecos y fue descubierta por el equipo del Dr. Mata antes de tener más muertes por esta enfermedad diarreica.

La Dirección General de Investigación (Digi) de la Usac hace investigaciones, pero aún falta contar con más recursos e instalaciones apropiadas para ejecutarla. Da vergüenza que el IGSS haya eliminado la sección de docencia e investigación que constituiría tener consultas y destrezas para combatir los males que aquejan a los afiliados.

Otros países producen desde hace varias décadas sus propios reactivos de laboratorio, así como engendran vacunas para la población con cepas y precios menores a los obtenidos de las farmacéuticas extranjeras.

La investigación realizada en Guatemala por distintas entidades está aún en pañales. Las ciencias exactas son las que más producen o desarrollan a un país, más que las humanísticas. Digo esto porque son más respetados, aclamados y engrandecidos los artistas, los escritores y los políticos que los científicos, como los médicos, ingenieros, arquitectos, veterinarios, agrónomos, etc.

Para un país pobre se necesitan más cambios tecnológicos serios, obtenidos a través de investigaciones propias, que poemas o escritos y planteamientos de acontecimientos del pasado. Debemos entender que el pasado ya ocurrió y no hay vuelta hacia atrás; por ello es mejor ver cuál será el futuro productivo de nuestros países.

Consecuentemente, invito a los ministros y diputados a plantearse retos con un conjunto de conocimientos obtenidos mediante la observación y el razonamiento, sistemáticamente estructurados y de los que se deducen principios y leyes generales por medio de pesquisas bien planeadas que proporcionen respuestas centradas a los problemas que tanto aquejan a este país, al cual le falta muchísimo para salir de su subdesarrollo por el escaso apoyo a este tipo de investigación científica.

*Exdirector de la Escuela de Química Biológica de la Universidad de San Carlos y exjefe de Laboratorios del IGSS.

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