VENTANA

Sin amor ni protección

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Cada vez que salen notas en los medios de prensa, como la que leí en Prensa Libre el lunes 16 de noviembre, en la página 10: “Pobreza arroja a niños a estructuras de trata”, se me eriza la piel de indignación. El reportaje describe cómo bandas de explotadores enganchan a niñas y niños en la provincia, con baja o ninguna escolaridad, para traerlos a la ciudad capital y “emplearlos” en cafeterías, tortillerías, tiendas, cantinas, donde los tratan como esclavos. “Les matan el alma”, susurró el Clarinero.

Las pequeñas víctimas comprenden desde los 5 a los 14 años. No conocen la ternura ni el abrazo protector. Trabajan desde la mañana hasta bien entrada la noche. Los explotadores les quitan parte del magro salario que ganan. Duermen en el suelo y abusan sexualmente de ellos. Es el puritito infierno. Se sabe que, en muchos casos, la banda recluta a los niños con la autorización de los padres, porque viven en condiciones de pobreza o porque son huérfanos. ¡Nada de eso lo justifica!

La tragedia está en que la explotación infantil en el país aumenta y no disminuye. Y ojo, es un crimen de lesa humanidad. Debería penalizarse duramente a los adultos, desde los padres y los familiares que lo consienten, como a las bandas de rapaces explotadores. ¿De qué sirve contar con legislación como el Artículo 4 del Código de la Niñez y Juventud, que entró en vigencia en Guatemala desde 1997 y dicta que: “Es deber de la familia, de la comunidad, de la sociedad en general y del Estado para con el niño, niña y joven: asegurar, con absoluta prioridad la realización de los derechos referentes a la vida, seguridad e integridad, a la salud, a la alimentación, a la cultura, a la dignidad, a la libertad y a la convivencia familiar y comunitaria”. Sí, ¡alquilar niñas y niños en Guatemala es muy fácil porque esa acción no se penaliza! Anualmente engrosan a estos “trabajos” de mil a mil quinientos niños y niñas, según Unicef. ¿Quién por estos niños? Ni el Estado ni las municipalidades lo controlan o lo monitorean.

En mi opinión, se necesitan compromisos de políticas locales. Es muy esperanzador que se eligieran ocho alcaldesas en la provincia. Ellas invertirán los recursos no sólo en infraestructura, como acostumbran los alcaldes, sino en la gente. Entre sus metas priorizan la salud y la educación. ¡Bravo! La niñez es el futuro de sus comunidades.

Les sugiero que juntas desarrollen un programa de protección integral para la niñez abandonada en sus comunidades y presenten esta iniciativa ante la ANAM. Guatemala no cuenta con suficientes organizaciones que puedan acoger a la niñez abandonada y discapacitada. Tenemos que evitar que caigan en las garras de las redes de trata y de las pandillas. Si antes el reto fue superar el analfabetismo, ahora será apoyar a nuestra niñez y juventud. Espero que pronto se diga: “En este municipio se erradicó la explotación infantil.”

P.D. ¡Yo saco mi voz en contra del acoso callejero! #callesnuestras #ocacgt

clarinerormr@hotmail.com

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