Revista D

Una mente brillante

El médico quetzalteco Federico Mora cursó estudios con Sigmund Freud y Carl Jung. También fue rector de la Usac, cofundador de la Universidad Popular, político y escritor. Una autoridad.

El médico Federico Mora en Berlín, Alemania, cuando fue embajador de Guatemala en ese país, de 1928 a 1931 (Foto: Hemeroteca de Prensa Libre).

El médico Federico Mora en Berlín, Alemania, cuando fue embajador de Guatemala en ese país, de 1928 a 1931 (Foto: Hemeroteca de Prensa Libre).

Cuando se escucha el nombre Federico Mora de inmediato se piensa en el Hospital Nacional de Salud Mental —el neuropsiquiátrico público del país—, ese sitio deprimente, sucio, con colchonetas de vinil café que dan pena, ventanas quebradas y paredes enmohecidas donde viven decenas de pacientes con una enfermedad mental. Aún así, la vicepresidenta Roxana Baldetti ha mencionado que el lugar es “rebonito”.

“Que se recluya ella, entonces, una semana o dos, sin guaruras ni mascarilla, y después repita lo que dijo”, escribió de forma reciente Juan Carlos Lemus en su columna La Era del Fauno, en Prensa Libre.

Lemus, en noviembre del 2009, colaboró en un reportaje publicado por esta revista, en el cual se revelaron los vejámenes cometidos en ese nosocomio.

A finales del año pasado, la BBC de Londres volvió a difundir la información y se armó el quilombo. Desde esos días para acá, el nombre “Federico Mora” ha cobrado más notoriedad, aunque, lamentablemente, de forma negativa.

Pero, ¿sabía que aquel médico guatemalteco cursó estudios con Sigmund Freud y Carl Jung? ¿Qué fue escritor? ¿Qué fue un político destacado?

Eminente mente

Carlos Federico Mora Portillo, el primer psiquiatra que tuvo Guatemala, nació en Quetzaltenango el 28 de julio de 1889.

Estudió Medicina en la Universidad Nacional —así se le llamó a la San Carlos de 1875 a 1944— y, para pagarse sus estudios, trabajó como escribiente en el Ministerio de Gobernación.

Se graduó el 24 de abril de 1916 tras publicar la tesis Consideraciones médico-legales sobre el Código Penal de Guatemala, la cual, además, obtuvo el segundo lugar del Premio Flores.

Fue becado en México, donde efectuó investigaciones contra la rabia. Como médico y cirujano prestó servicio militar en Puerto Barrios y en el puerto de San José.

Luego cursó un posgrado en la Universidad John Hopkins, en Baltimore, Estados Unidos, donde empezó su formación en ciencias de la conducta. Ahí trabajó por un tiempo con John B. Watson, quien influyó en su enfoque experimental de la psiquiatría. También laboró en The Henry Phipps Psychiatric Clinic.

Allá, para sobrevivir, también tuvo que trabajar como traductor y profesor de español.

Después, Mora continuó sus estudios en el Instituto de Medicina Legal de Psiquiatría, de París, Francia, y de ahí partió hacia Roma para estudiar Psicología de los delincuentes. También estuvo en Viena, Austria, donde conoció a Sigmund Freud, el llamado “padre del psicoanálisis”.

?Así como cursó estudios con Freud, también los tuvo con Carl Gustav Jung —otro de los pesos pesados de la psiquiatría y psicología—, con Alfred Adler —fundador de la escuela conocida como Psicología Individual— y con Julius von Jauregg, ganador del Nobel de Medicina 1927.?

Al regresar a Guatemala fue nombrado director del Asilo de Alienados, donde se desempeñó de 1923 a 1927. En ese período inició la terapéutica psiquiátrica en el país, y empleó métodos como el absceso de fijación, la hidroterapia, la hipnosis y la malarioterapia —técnica desarrollada por von Jauregg, que utilizaba la fiebre provocada por la malaria para tratar la parálisis general progresiva—. Asimismo, introdujo en el país el uso de las camisas de fuerza.

En 1927 partió hacia Europa una vez más, pero, en esa ocasión, para cumplir con funciones diplomáticas.

De nuevo en Guatemala, retomó su cargo en el Asilo de Alienados, donde estuvo de 1930 a 1944.

En esos años (1932), en la Universidad Nacional, estableció la cátedra de Psicología en la Facultad de Medicina, así como Medicina Legal en la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales, según consigna el Diccionario Histórico Biográfico de Guatemala.

El político

El doctor Mora también tuvo cargos públicos. Y no era un político “del montón”, como lo demuestran sus credenciales.

El presidente Lázaro Chacón lo nombró en 1926 ministro de Educación Pública. Ahí creó la Dirección General de Educación y el Consejo Nacional de Educación. También promovió la Ley orgánica y Reglamento del personal docente de la República, que fue aprobada un año después.

En 1927 fue trasladado a Hamburgo, Alemania, donde fue cónsul. En ese mismo país, por alrededor de tres años, fue embajador de Guatemala.

Después de eso volvió al país y se centró en su profesión médica. Así fue por años.

Su figura volvió a cobrar relevancia durante los días de la Revolución de 1944. De hecho, Mora fue uno de los firmantes de la Carta de los 311, un memorial redactado en junio de ese año, el cual solicitaba al presidente Jorge Ubico la reinstauración de las garantías constitucionales. Aquel documento tuvo especial importancia entre los movimientos populares que se manifestaban en contra del dictador.

Un mes después, los estudiantes universitarios lograron que el gobierno ubiquista colocara al doctor Mora como rector de la Universidad Nacional.

En eso, Ubico renunció. El poder, entonces, fue tomado por un triunvirato encabezado por Federico Ponce Vaides, quien debía llamar a elecciones. El pueblo, no obstante, se presentó a las instalaciones de la Asamblea Legislativa para pedir que se designara presidente interino a Federico Mora.

Tal exigencia, sin embargo, no llegó a concretarse. Ponce Vaides, en cambio, envió un destacamento militar para desalojar la sala y obligar a que la Asamblea lo nombrara a él presidente de la República, cuestión que sí sucedió, aunque solo pudo permanecer en el poder por un cortísimo tiempo.

Destacada carrera

Después del triunfo de la Revolución del 20 de Octubre de 1944, el doctor Federico Mora continuó en su cargo como rector de la Universidad Nacional, la cual, ese año, tomó el nombre de San Carlos.

Por aquella época, Mora también fue el titular del Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social.

Su larga y fructífera carrera como docente universitario la mantuvo hasta 1970. Entre sus estudiantes estuvo el médico Augusto Aguilera, el primer psiquiatra infantil del país.

Esto es solo parte de la extensa hoja de vida de aquel ínclito caballero.

En cierta ocasión, el médico Epaminondas Quintana escribió esto acerca de su amigo: “La vida del doctor Carlos Federico Mora está llena de alegrías, porque alegrías han sido sus triunfos. Su constancia, su laboriosidad, su clara inteligencia, así como una voluntad firme y un carácter formado, le han hecho cosechar laureles (…) Además, desarrolla todas sus actividades por el bien de la colectividad, lleva siempre un consuelo a los necesitados”.

El doctor Federico Mora falleció el sábado 9 de septiembre de 1972, a los 83 años, víctima de un accidente cerebrovascular.

La Usac decretó tres días de duelo y la bandera ondeó a media asta.

Fue velado en Funerales Señoriales y sepultado en el Cementerio General. No hubo honras fúnebres ni discursos, pues, en vida, así lo había pedido a sus hijos.

La noticia de la muerte fue dada a conocer en la portada de Prensa Libre el lunes 11, pues, en esa época, este matutino no circulaba los fines de semana.

Baltasar Morales de la Cruz, en su columna del 14 de septiembre, escribió que don Federico “fue de los hombres que en todo momento y circunstancias propicias, estuvo presente con un halo benefactor para los necesitados”.

Con esas palabras coincidía el columnista José A. Gallegos, quien un día después publicó: “Fue estandarte de ciencia y de pueblo; fue humano en exceso (…) Quienes llegaron al doctor Mora, con dolencias y sin dinero, salieron de su recinto con medicinas y una medalla de salud“.

Insigne

En 1975, en la zona 18 de la capital, se inauguró un centro asistencial para enfermos mentales al que bautizaron con su nombre.

Los vejámenes en ese centro continúan, no por el mal desempeño de los médicos que ahí atienden, sino por la ineptitud de las autoridades de Salud Pública.

Hasta ahora, el psiquiátrico no rinde honor a Federico Mora, ese hombre que sí marcó de forma positiva los servicios de salud de Guatemala. Así se lo dijo el presidente Juan José Arévalo durante un acto público en la Usac: “He admirado en vos al científico, al médico, al psiquiatra, pero más he admirado al político de breve pero honrosa trayectoria”.

Historia del psiquiátrico

El 10 de marzo de 1890 se inaugura el Asilo de Dementes, en la parte sur del Hospital General San Juan de Dios. En 1923 se nombra director al médico Carlos Federico Mora, quien, cuatro años más tarde, rebautiza a la institución como Asilo de Alienados. En 1947, otro director —el médico Miguel Molina— le cambia el nombre por Hospital Neuropsiquiátrico, el cual se incendia el 14 de julio de 1960; los sobrevivientes fueron trasladados a la finca La Verbena.

En la década de 1970 se emprende un proyecto con la concepción de ser un centro asistencial tipo granja y se le denomina Carlos Federico Mora.

Por fin, en marzo de 1983, ambos lugares se fusionan por orden del gobierno de facto y se nombra Hospital Nacional de Salud Mental, que en la actualidad se sitúa en la zona 18, a un costado del Preventivo para varones.

ESCRITO POR: