Revista D

Un legado que trasciende

La obra de Guillermo Grajeda Mena fue donada a la Universidad Francisco Marroquín

Boceto para el mural occidental La Conquista en la Municipalidad capitalina.

Boceto para el mural occidental La Conquista en la Municipalidad capitalina.

“La diferencia que existe entre un artista que solo puede copiar  la naturaleza y otro que la interpreta y transforma, reside en que este último tiene tres ojos y el otro  únicamente dos”, escribió en una oportunidad el artista  Guillermo Grajeda Mena (1918-1995).
Las palabras de este maestro de la plástica expresan, en forma irónica, la clave del pensamiento del arte moderno, del cual fue uno de los que abrió brecha en Guatemala. Formó parte de la llamada Generación de 1940.

Mena, como solía firmar sus obras, fue escultor, dibujante, caricaturista, grabador, muralista, historiador y catedrático.

Una semblanza publicada en octubre de 1998 en Prensa Libre lo describe así: “Definido desde el principio con un estilo figurativo muy personal, de trazos severos y precisos, pero también impregnados de una línea curva y sensual, son el sello inconfundible de su obra”.

Su trabajo más conocido es el bajo relieve La Conquista que se encuentra en el exterior del edificio de la Municipalidad capitalina en el Centro Cívico.

También es autor de 23 murales con motivos mayas que pertenecen al museo arqueológico de La Democracia, Escuintla y del monumento al Acta de Independencia del Archivo General de Centro América.

Parte de su obra, resguardada por su esposa Delfina Cetina, hasta su muerte, y luego por su nieto Luis Gustavo Grajeda Taracena, fue entregada en calidad de donación a la Universidad Francisco Marroquín (UFM) para su preservación.

Consiste en 606 piezas originales —dibujos, esculturas, pinturas y bocetos—. Además, escritos digitalizados, recortes de prensa, catálogos y cuatro volúmenes de anotaciones arqueológicas. “Su obra ya trascendió y no somos nosotros quienes debemos tenerla”, afirma Grajeda Taracena.

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Figurativo y sensual

Grajeda Mena nació el 1 de octubre de 1918 en la capital. De acuerdo con su nieto, sus apellidos debieron ser Mena Grajeda (hijo de Gustavo Mena Pons), pero nació fuera de matrimonio, por lo que adoptó el apellido Grajeda por quienes se hicieron cargo de su crianza, una tía y su abuelo materno.

“Desde temprana edad mostró sus dotes para el dibujo y la caricatura”, en palabras del artista Dagoberto Vásquez (1922-1999), quien lo conoció en la Escuela República de Costa Rica, según la biografía publicada en 1998.

A los 17 años, ingresó a la Escuela Nacional de Artes Plásticas. En 1941 se integró a la Asociación de Artistas y Estudiantes Jóvenes de Guatemala. También fundó la Asociación de Profesores y Estudiantes de Bellas Artes (APEBA), según un escrito de la crítica de arte Irma de Luján.

De 1945 a 1948 estudió en la Escuela de Artes Aplicadas en Santiago de Chile, gracias a una beca que le otorgó el gobierno de Juan José Arévalo.

Viajó junto con su inseparable amigo Dagoberto Vásquez para completar sus estudios en talla directa y fundición en bronce. “Escogieron Chile porque tenían el objetivo de estudiar una técnica, alejados de las influencias de otros lugares”, comenta Grajeda Taracena.

Para su compañero Roberto González Goyri (1924-2007), Mena siempre fue figurativo, de una línea sensual y con abierta simpatía hacia el arte maya.

“Es posible que su temprana afición a la pintura ayudara a Grajeda Mena a definir rápidamente un estilo propio. Le inspiraban la figura humana— en especial las mujeres—, los animales y, de vez en cuando, los paisajes”, explica la nota publicada en 1998.

El hombre

Del matrimonio de Grajeda Mena con Cetina nacieron tres hijos: Guillermo, Ana Judith Magdalena y Gustavo.

Sus dos hijos murieron muy jóvenes. Por ese motivo el artista crio a su nieto, Gustavo, como que fuera su hijo. Por esa razón guarda con cariño los dibujos que le hizo en un cartapacio, cada uno envuelto en funda plástica, los que atesoran gratos recuerdos.

“El abuelo solía dibujarme mientras me contaba historietas infantiles. Así se observan ratones, arlequines y soldados que iluminaron la vida de su nieto.

A pesar de su genialidad, Grajeda no fue un artista que le interesara figurar o promocionarse. A su muerte, a los 77 años, dejó guardado en cajas cientos de dibujos y recortes que ordenó “fueran destruidos”, afirma Grajeda Taracena. Se obvió este mandato, pero muchas obras se perdieron, regalaron o fueran robadas.

Ricardo Castillo Arenales, secretario general de la UFM, informó que de momento la obra está en proceso de limpieza y catalogación. Una vez esté toda protegida, el conjunto se presentará en una gran exhibición, aún sin fecha definida.

Perfil
  • Estudió en  la Escuela Nacional de Artes Plásticas. Fue discípulo de Rafael Yela Günther y de Julio Urruela Vásquez, con quien colaboró en los vitrales del Palacio Nacional.
  •   Catedrático de  la Facultad de Arquitectura de la Universidad de San Carlos en 1967.
  • Director del Museo de Arqueología y Etnología y del Museo de Historia y Bellas Artes. Fue el primer decorador museográfico.  
  • Académico numerario  de la Sociedad de Geografía e Historia.   
  • Publicó diversos  escritos sobre artes plásticas, arqueología y etnografía.

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