Escenario

Triste y lamentable hedor

Dios guarde si a alguien en el centro de Washington se le ocurre orinar en una de las paredes. O en La Habana. O en Ámsterdam. O en Berlín. Pero en el centro de Guatemala no solo se puede, sino que hay ciertos postes y muros que parecieran estar destinados a tan triste fin.

EL LUGAR es un valle   del mal olor.

EL LUGAR es un valle del mal olor.

Si hay un sitio que se convierte en emblema de la ciudad para vivir orinando es la 7a. calle, entre 4a. y 5a. avenidas, justo al lado de la Biblioteca Nacional.

Ríos secos y ríos corriendo se ven a todas horas del día, con vientos repletos de execrable olor, como si en realidad fueran chuchos y no personas ciertos individuos que pasan por allí.

¿El colmo? Que a 25 metros hay un sanitario público, siempre muy limpio, justo atrás de la Concha Acústica.

Para el transeúnte sin fuga de líquido es un tramo horroroso, desagradable e irrespirable. ¿Y sabe lo mejor? Que hay banquitas, por si quiere sentarse a inspirar. Desafortunadamente, hay quienes padecen este suplicio por trabajo. Explico: uno de los puntos favoritos de las regaderas humanas es la puerta y el muro cercano a la Biblioteca de Braille, frecuentada por personas no videntes o deficientes visuales. Quienes laboran allí o acuden por estudios se ven en la necesidad de soportar la inmundicia. Las excreciones ya han permeado el muro. ¿Algún valiente policía municipal ha puesto una multa o detenido a alguien por esto?

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