Q’A NO’JB’AL

Crimen y corrupción

Kajkoj Máximo Ba Tiul

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Desde el modelo de militarización que deja instalado el gobierno de Berger y fortalecido por el gobierno de Colom, además de la implementación del modelo de desarrollo extractivista de este último gobierno, advertimos sobre la escalada de violencia que se venía sobre nuestro país.

Los estados de Sitio implementados por los dos últimos gobiernos para controlar el crimen organizado solo han servido para acallar a la gente y, en el peor de los casos, para criminalizar las protestas sociales, pero en nada ha servido para cumplir con los objetivos publicados por el Gobierno.

En vez de tener a líderes sociales y comunitarios en las cárceles deberían de estar la mayoría de corruptos que se esconden en todas las dependencias del Estado y cobijados por el derecho de antejuicio y los amparos, y de un grupo de abogados y jueces que los protegen y les crean condiciones para convertirse en los intocables de la nación.

No les importa matar a quienes les estorban en el camino. Esa ha sido la práctica tradicional aquí, en Guatemala. Las ideas y el diálogo no importan. Lo que importa realmente es que se tenga la plata para asesinar o mandar a matar. No importa si eres indígena o no, si eres campesino o profesional, igual tu delito es pensar diferente o querer tener una sociedad justa.

Pero lo cierto es que ante la impotencia por esta situación, el único camino de muchos fue callar. Llevamos mucho tiempo de callar, pero cuando callas, llega el momento que todo tiene que salir como cuando tienes un producto guardado en un frasco y de tanto tiempo al fin puede salir.

Esto es lo que está pasando ahora. Tuvimos que experimentar la muerte para poder decir que todo anda mal o que este gobierno no sirve. Pero porque igual callamos cuando son asesinados o condenados a estar en la cárcel líderes por haber defendido la tierra, tu tierra y su tierra.

Tengo mucho qué decir, pero hay impotencia de hacerlo. Además de ser periodistas, quienes fueron asesinados son humanos, son personas. Puede ser que hayan presentido lo que les iba a pasar o puede que no, lo cierto es que estas muertes solo nos demuestran que crimen y corrupción están de la mano en nuestro país.

No solo enviamos nuestra solidaridad a la familia de nuestros colegas, sino también un llamado, no solo para pedir la renuncia de X o Y funcionario, sino para que todos retomemos la ruta de paz que iniciamos en 1996.

No es decir borrón y cuenta nueva, sino para que el Gobierno nos convoque a un diálogo nacional y que deje de pensar que con militarizar se soluciona todo.

Pero para construir la paz tiene que pasar primero por la intención de dejar nuestras ambiciones y debe pensar en todo. Un alto a la violencia y empezar por desbaratar toda la red de corrupción que está incrustada en la estructura misma del Gobierno y del Estado.

No nos dejemos vencer, vayamos hacia adelante para construir un nuevo país. No más silencio, basta de muertes.

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