Familias en paz

Una respuesta a la crisis de identidad

Saber quién eres en Jesucristo facilita tu funcionamiento en este mundo.

Todo ser humano en algún momento de su vida se ha formulado alguna de las siguientes preguntas: ¿Quién soy? ¿Para qué estoy aquí? ¿De dónde vengo y cuál es mi destino? La falta de respuestas provoca una crisis de identidad, propósito y destino. Estas carencias   se manifiestan en una sensación de confusión que afectan nuestros valores y metas, provocando ansiedad, vacío, inseguridad, falta de dirección y la pérdida de valor.

Creer en Jesús nos transforma, para que seamos capaces de obedecer, de vivir en paz y ser instrumentos de bendición.

No hay nada peor que una vida  vacía y sin propósito. Sin embargo, no fuimos creados para andar errantes y sin sentido por el mundo; todo lo contrario, el diseño original de la humanidad incluía: identidad, puesto que fuimos creados por Dios a su imagen y semejanza, evidenciado en moralidad, inteligencia, sensibilidad y creatividad. Propósito, por cuanto tenemos la misión de multiplicarnos, poblar la tierra y cultivarla, administrando los recursos naturales creados por Dios para nuestro beneficio. Destino, porque el desarrollo cultural debe tener como fin la valoración y dignificación del ser humano, sobre la base de una vida en comunidad, cuyas relaciones se basan en la justicia, solidaridad y el amor. Para llevarlo a cabo, crea dos instituciones como eje fundamental de su propósito: el matrimonio y la familia.

¿Cómo se distorsionó este modelo? La causa profunda de la pérdida de identidad, propósito y destino fue el rompimiento de la relación armoniosa con Dios, nuestro creador y Padre. Nos convertimos en seres rebeldes, egocéntricos y con una naturaleza corrupta.

Toda la humanidad quedó en un estado de quebrantamiento, confusión y dolor. Hoy, muchos seres humanos no saben quiénes son, buscando llenar el vacío existencial en cosas y logros personales a los que se aferran para fundamentar su identidad. Una naturaleza corrupta nos convierte en tiranos y explotadores no solo de la creación, sino incluso de otros seres humanos. Y así llegamos a un mundo en guerra, polarización, individualizada y con un arraigado materialismo.

¿Cuál es el significado de la encarnación de Jesús y su relación con el estado de corrupción de la humanidad? Por medio de la encarnación de Jesús, Dios corrige el problema más profundo del ser humano, mostrándonos el nuevo modelo de la humanidad: redimidos para cumplir el propósito eterno, definido por el amor y la verdad de Dios.

Con su encarnación, Jesús deja claro que no es ajeno a los desafíos de cada ser humano, incluyendo la crisis de identidad, propósito y destino. Él también tuvo que batallar con esto. Como ser humano experimentó el dolor de ser marginado y rechazado, el sufrimiento de la traición y muerte, pero, a diferencia de nosotros, no hubo rebeldía, sino que, en medio de un mundo lleno de dolor, pudo brindar amor, compañerismo, ofreciendo una verdadera amistad, trayendo esperanza y, sobre todo, nos enseñó cómo es vivir la comunión con Dios, nuestro padre.

Su encarnación es un modelo de una vida en perfecta obediencia a Dios, sin pecado y con una profunda dependencia de Él. La rebeldía de nuestra naturaleza caída puede ser transformada por el perdón y el amor, acercándonos de nuevo a Dios.

Si Adán fue desobediente y se ocultó de Dios, Jesús nos acerca y abre el camino al Padre para que podamos vivir la vida plena. Creer en Jesús nos transforma, para que seamos capaces de obedecer, de vivir en paz y ser instrumentos de bendición en este mundo lleno de dolor.

Que este sea el año en que puedas encontrarte con tu identidad, propósito y destino.  ¡Feliz Navidad!

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