Internacional

Vázquez asume en Uruguay opacado por la fama mundial de Mujica

Bajo la sombra de la fama global que alcanzó José Mujica, Tabaré Vázquez asume este domingo la presidencia de Uruguay con el reto de mantener la expansión económica, avanzar en bienestar social y llevar marihuana a las farmacias, una herencia que incomoda a este abanderado antitabaco.

MONTEVIDEO.- Como hace cinco años, Mujica y Vázquez protagonizarán el cambio de mando, pero está vez será el médico el que reciba la banda en manos del popular ‘Pepe’, iniciando así el tercer mandato de izquierda en la historia del país.

“A Vázquez le pesa la fama de Mujica”, comentó que el doctor en Ciencia Política Jorge Lanzaro. “Es un contraste permanente, una rivalidad bastante sorda y a veces no tan sorda, que ha sido objeto de algunas expresiones críticas por parte de Vázquez acerca de la forma de hablar de Mujica y hasta la forma de vestirse”. Ese lenguaje coloquial, sumado a un fuerte discurso anticonsumista y un espíritu negociador, que junto a la legalización del cannabis puso en el foco mundial al exguerrillero, contrasta con el estilo sobrio y la gran voz de mando que reivindica Vázquez.

Primer presidente de izquierda (2005-2010) de este país sudamericano de 3,3 millones de habitantes, Vázquez llega a la presidencia “como hace diez años, decidido a concretar”, según el politólogo Adolfo Garcé. “A veces uno siente temor que un presidente más veterano, que ya se sacó las ganas del cargo presidencial, tenga pocas energías (…) y eso no pasa con Vázquez”, dijo Garcé a radio Uruguay.

La capacidad ejecutiva de este oncólogo, empresario y masón de 75 años, quedó demostrada pocos días después de vencer en la segunda vuelta al centroderechista Luis Lacalle Pou -con el 53,6% de los votos- al anunciar a su gabinete sin consultar a Mujica ni respetar cuotas políticas.

Mujica, que deja el cargo con una popularidad superior al 60%, resultó el senador más votado, por lo que seguirá incidiendo en la política interna en los próximos cinco años.

El viernes, el exguerrillero -que se sobrepuso a más de 13 años de reclusión en condiciones infrahumanas durante la última dictadura militar (1973-1985)- se despidió ante miles de personas que lo vitoreaban. “No me voy, estoy llegando, me iré con el último aliento, donde esté, estaré por ti, estaré contigo porque es la forma superior de estar con la vida”, advirtió emocionado. “Gracias, querido pueblo”, proclamó.

Varios mandatarios latinoamericanos -entre los cuales Dilma Rousseff, de Brasil; Michelle Bachelet, de Chile; o Raúl Castro, de Cuba- concurrirán a la ceremonia de cambio de mando, a la que faltará la presidenta de Argentina, Cristina Kirchner, cuyo gobierno ha tenido roces con el uruguayo. El vicepresidente de Estados Unidos, Joe Biden, y el mandatario venezolano, Nicolás Maduro, cancelaron su participación en el último momento.

Sin “viento de cola”

A diferencia de Mujica, Vázquez recibirá el gobierno sin el celebrado “viento de cola” que en los últimos años le imprimieron a la economía local los altos precios de ‘commodities’ como la soja y la carne y la expansión de la región. Tras doce años de crecimiento económico ininterrumpido y desempleo en niveles históricamente bajos, la economía uruguaya deberá sortear un contexto regional en el que sus dos gigantes vecinos Argentina y Brasil muestran signos de desaceleración.

Contener la inflación, que supera en más de un punto el rango meta del gobierno (3% al 7%) y mantener en línea un creciente déficit fiscal serán los desafíos de Vázquez y su equipo económico que, como en la última década, será liderado por el vicepresidente de Mujica, Danilo Astori.

“En los próximos dos o tres años, no deberíamos ver ningún aumento del gasto público en términos reales para permitir una reducción del déficit”, advirtió el economista Pablo Rosselli a canal 10. Sin embargo, la economista Gabriela Mordecki sostiene que “el gobierno ha financiado tranquilamente su déficit” con créditos a tasas bajas, debido al grado inversor que recuperó el país durante la administración Mujica.

Tras la concreción, en el período de Mujica, de viejas aspiraciones de la izquierda, como la despenalización del aborto, a la cual Vázquez se opuso durante su gestión, y la legalización del matrimonio homosexual, el entrante presidente deberá encargarse de mejorar la educación y una deteriorada infraestructura y poner en marcha la venta de marihuana bajo control estatal. El autocultivo de marihuana y los clubes cannábicos ya están operativos.

El responsable de que este fuera el primer país en Latinoamérica libre de humo de tabaco tendrá además que afrontar la fase final del litigio que la multinacional tabacalera Philip Morris entabló en 2010 contra el Estado uruguayo.

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