LIBERAL SIN NEO
Tarjeta roja al rostro de la lucha
Creo todas las versiones que circulan y a cada una la pongo en duda. Sospecho que todo lo que dijo Juan Francisco Sandoval sobre la fiscal general, Consuelo Porras, probablemente es cierto; todo lo que dijo ella sobre él, probablemente también es cierto. Ambos saben demasiado. Conocer tanto pecado e interioridad ajena les da poder al tiempo que los pone en riesgo; el poder corrompe, provoca paranoia, desconfianza y animosidad contra “el enemigo”, lo que amenaza su posición. Había desconfianza y rivalidad entre ellos.
Las declaraciones que dio la jefa del MP en algunos noticieros fueron penosas; no se lee texto prefabricado en una “entrevista”. Quejas y lamentos sobre el exfiscal, pero nada significativo; fue un asunto personal. Lo acusó de practicar la justicia de manera selectiva, ideologizada, favorecer y proteger a sus allegados y perseguir a sus adversarios y enemigos. ¿Alguna novedad aquí? Le faltó hacer señalamientos concretos, alguna evidencia de faltas o incompetencia. Que Juan Francisco Sandoval le era desleal, desconfiaba de ella, le ocultaba información y serruchaba las patas de su silla. Mantenía la posición de que los asuntos a su cargo eran demasiado delicados y solo él los podía manejar; que otros ojos vieran, especialmente los de ella, sería muy arriesgado. Eso no se puede hacer con el jefe, como tampoco se puede brillar mucho y robar cámara. Sandoval se creció demasiado; sus aduladores le hicieron creer que era intocable e irremplazable, él y solo él era el rostro de la lucha contra la impunidad.
' Cuando fue fiscal dio la cara; cometió un error al irse del país.
Fritz Thomas
Al verse destronado, Sandoval lanzó acusaciones contra Consuelo Porras; tampoco fue concreto, dejando entrever que ella sería de alguna manera militante, informante y protectora del lado oscuro, sin cómo y cuándo. Después de su conferencia de prensa junto al PDH, salió inmediatamente del país. Especulo, es probable que pase a engrosar las filas de la resistencia, gobierno en el exilio dorado, partisano de “la luz”, recorriendo los corredores de los organismos multilaterales, visitando oficinas de funcionarios en Washington, dando charlas organizadas por ONG, despotricando en noticieros. Juan Francisco Sandoval tuvo acciones acertadas, impulsó casos notorios, fue valiente y dio la cara; cometió un error al irse del país. Ahora es una víctima más.
Dos de las más celebres frases del rey Luis XIV son “El estado soy yo” y “Después de mí, viene el diluvio”. Sandoval proyectaba que “yo soy la lucha contra la corrupción” y “sin mí regresa la impunidad”. Lo cierto es que la corrupción e impunidad no se han ido a ningún lado, siguen vigentes, presentes, con fuertes signos vitales; estuvieron con perfil bajo tras la caída de Pérez Molina y Baldetti, pero no hay duda de que se han reconstituido con renovado vigor. Esto no es culpa de Sandoval, solo subraya que no era suficiente. Quienes celebran la salida de Sandoval deben cuidarse de ser vistos como aplaudidores del saqueo y el crimen organizado, que constituyen un cáncer metastatizado en Guatemala.
La pelota está en la cancha de Consuelo Porras; expulsó al goleador y tendrá que demostrar que ella puede hacer goles. Tiene a la mayoría de las voces en contra, que creen que se deshizo del adalid de las fuerzas del bien para allanarle el camino a las fuerzas del mal, y pronostican el retorno de la impunidad, que nunca se fue. Nadie quiere ver una foto de algún liberado de Mariscal Zavala cenando en un restaurante fino con Gustavo Alejos. No me atrevo a hacer un pronóstico, solo le deseo a Doña Consuelo que demuestre a sus detractores que están equivocados. El tiempo dirá.