Venimos de un 2017 lleno de fracasos y sinsabores, en donde el optimismo que intentamos mantener recibe lluvia de frustraciones provocadas por el permanente desacierto en las decisiones de las esferas estatales. Los tres poderes del Estado han debilitado aún más nuestra confianza en la débil institucionalidad que tenemos y, en general, han sido incoherentes con los principios que inspiran a la democracia.
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