Es común ver en los patios de las casas de los pescadores artesanales de la costa sur, desde tempranas horas, filetes de pescados sobre tapescos —mallas a un metro de altura, aproximadamente— para que se saquen al sol.
Se colocan sobre las mallas para que escurra la humedad y al sol para acelerar la reducción de esta.
Además, los sazonan con bastante sal para evitar su descomposición.
Tarea familiar
Esta es una práctica económica familiar en la mayoría de hogares de pescadores, pues participan todos los miembros de la familia. Desde los padres, quienes capturan en el mar los peces; las esposas, que ayudan a cortar los filetes y a ponerlos al sol sobre las mallas de pita que instalan en los patios de las viviendas; hasta los niños, que se encargan de dar vuelta a los filetes puestos al sol, o recogerlos por la tarde para guardarlos en bodegas.
La familia también se reparte la tarea de ofrecerlo en los mercados o en puntos donde suelen comercializarlo.
Reyes comentó que los peces se capturan en lanchas de motor, a unas cinco millas náuticas de la costa del Pacífico. Para ello emplean diferentes técnicas, aunque la más utilizada es colocar un trasmallo con anzuelos, con lo que evitan el uso de redes para no capturar especies que no son de consumo.
Luego de una ardua faena llegan hasta sus hogares, donde toda la familia participa en la limpieza de los pescados para luego cortarlos en filetes y salarlos.
Alberto Sagastume, pescador de Iztapa, relató que entre las especies que procesan para este tipo de comida están la corvina, sierra, cherla (mero), tiburón y dorado.
Agregó que escogen estas especies porque no solo son sabrosas y nutritivas, sino que se facilita el trabajo de hacer los filetes.
Variedad
Hay personas que por razones económicas no pueden adquirir estas especies, por lo que también preparan otras más accesibles como el bagre y el pez hoja.
Ismael Antonio Corneto, artesano de Nueva Concepción, señaló que este año la población de peces se ha reducido en esa área. “La temporada ha sido escaza para esta zona, debido posiblemente a cambios en la temperatura del mar, que ha causado que los peces se alejen de la costa. Esto nos obliga a tener que navegar mar adentro, por lo que se invierte más tiempo y recursos”, resaltó.
Esta situación hace que tanto el pescado seco como el fresco tengan cierto incremento en el precio, lo que a su vez podría reducir las ventas.
Corneto comentó que tienen confianza en que la tradición se mantenga, lo que permitirá que las ventas no bajen mucho.
Economía
Precios varían
Alberto Sagastume, pescador de Iztapa, indicó que los precios del pescado seco en esa región se mantienen estables. Hasta la semana recién pasada se cotizaba a Q40 la libra de cherla y dorado. Añadió que conforme avanza la Cuaresma, el precio se incrementa y podría alcanzar los Q50 o incluso los Q60.
En relación con las especies que son comercializadas más barato, como el bagre y el pez hoja, el precio está en la actualidad entre Q18 y Q20 la libra, pero podría llegar a Q30 más adelante.
Dato
Q40 cuesta la libra de pescado seco de la especie cherla o dorado.