Ciudades

Familias cultivan sus propios alimentos

Macetas con tomate, chiltepe, hierbabuena, cilantro, albahaca, tomillo, laurel o cebollas se abren espacio en balcones de apartamentos o en jardines y terrazas  de viviendas en el área metropolitana de Guatemala,donde existen espacios dedicados al cultivo ecológico de vegetales, hortalizas y especies.

Matías, de 4 años, riega las hortalizas y especies que junto a su padre cultiva en su vivienda, en la zona 15 capitalina. (Foto Prensa Libre: Álvaro Interiano)

Matías, de 4 años, riega las hortalizas y especies que junto a su padre cultiva en su vivienda, en la zona 15 capitalina. (Foto Prensa Libre: Álvaro Interiano)

La agricultura urbana ya es  habitual en varios países y en Guatemala empieza a ser una práctica de varias familias, aunque aún dista de ser un proyecto colectivo.


Pensar en unirse a este movimiento, que hace que vecinos transformen parte de sus hogares o colonias en espacios verdes, no es descabellado, pues según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), para el 2050, en Guatemala el 77 por ciento de la población vivirá en áreas urbanas, lo que hace urgente que el uso de la tierra sea más eficiente, además de  promover la convivencia entre ciudadanos.

Quienes se han embarcado en ese tipo de iniciativa verde saben que cuando la producción es pequeña los cuidados son mínimos y que la inversión más fuerte es la compra de herramientas e insumos, y se recupera si la producción es sostenida. Resaltan que el huerto debe mantenerse hidratado y libre de plagas.

Jorge Luis Mendoza, ambientalista, afirma que los huertos se han convertido en una manera sustentable y eficaz de producir vegetales de autoconsumo.  

Señala que las plantas ornamentales, medicinales, hortalizas o frutales hacen parte de esta técnica ecológica que contribuye  a crear conciencia ambiental y a  reducir el consumismo, además de mejorar la calidad  de vida.

“Son muchos los beneficios  al convertirse en pequeño agricultor. No solo se está en contacto con la naturaleza, sino también se  cuida el medio ambiente”, indicó Mendoza, quien desde hace un año aprovecha el jardín, terraza y balcones de su casa, en San Cristóbal, zona 8 de Mixco, para cosechar hortalizas y plantas medicinales en macetas, tubos de PVC, botellas de vidrio, plástico y aluminio.

Manuel Velásquez es psicoanalista. Vive con su familia en la zona 15 y comparte con su hijo Matías, de 4 años, la pasión por cultivar sus alimentos.

Hace 15 años, cuando empezó a vivir solo, tuvo su primer acercamiento con un huerto de especies. Diez años más tarde, cuando trabajaba en proyectos de urbanismo, investigó sobre los huertos verticales y se interesó más. En ese entonces abandonó la idea porque se mudó de casa, pero desde hace ocho meses produce su propia papa, chile pimiento, remolacha, puerro, frijol, piña, fresas y papaya, todo en dos metros cuadrados.

“Mi hijo Matías me hizo ser más formal en esto. Él es muy disciplinado. Hemos crecido en la producción. Cada fruta que sale él quiere sembrarla. Se volvió muy exigente”, dice Manuel.

“Mucha gente no ha evaluado que tener su propia huerta le involucra en la elección de qué comes y cómo lo comes. Hay un proceso de aprendizaje de involucramiento muy importante. Matías, ahora, entiende la comida de una manera distinta. Desde que la cultiva, no la desperdicia e identifica las hortalizas y las especies. Hay un vínculo con el proceso de cultivo que te hace cuidar más la alimentación y la naturaleza. A sus 4 años ya sabe que si  no trabaja la tierra no hay producto, y se fomentan los valores de responsabilidad y  trabajo. Además, le  emociona ver salir los frutos”, cuenta Velásquez.

Sueños realizados

La comunicadora social Íngrid Flores  cuenta que desde pequeña  soñaba con tener un huerto para cosechar sus propias hortalizas y  no  fue hasta hace seis años que lo hizo realidad.

Iinició a experimentar con  tomate y pimientos y ahora cultiva  lechugas y cebollas, las cuales sembró hace dos meses en macetas   y tarimas del balcón de su apartamento, en la zona 7.

Son muchos los beneficios al convertirse en pequeño agricultor. No solo se está en contacto con la naturaleza, sino también se cuida el medio ambiente”.


“Lo bueno de esto es que se puede cultivar de todo, como plantas alimenticias, de infusiones, condimentos y frutales. No es necesario contar con un jardín o gran extensión de tierra. Lo importante es asegurarse de que no les pegue directo el sol”, expresó.

Flores manifiesta que lo más satisfactorio es darse cuenta de cómo las semillas o pilones se convierten  en hortalizas o verduras, las cuales  disfruta  en sus comidas, en especial las ensaladas, que son sus preferidas. 

“Desde que tengo mi huerto orgánico, mis  comidas son más saludables, pues no tienen químicos. Insto a las personas a que  se unan a la bonita experiencia de cosechar sus alimentos”, dijo.

Antonio Álvarez trabaja en un almacén de la zona 1 y vive con su familia a pocas cuadras del lugar. Le gusta cocinar y preferiría cultivar sus alimentos, pero no tiene mucho espacio.

“Mi abuela tenía cualquier cantidad de productos en la casa. Cuando era niño —en la década de 1980— veía cuando ella cortaba de su jardín, aquí en el centro, los bananos, los chiles, higos, mandarinas, güisquiles y otras cosas. Siguiendo sus enseñanzas, tengo mis pequeñas plantas. Es una tradición familiar y además es más sano consumir lo que uno cosecha”, comenta. 

Álvarez comenzó con una producción pequeña de chiltepe. Es una plata pequeña que cambia de colores conforme el fruto madura. La planta produce casi todo el año, desde hace cuatro.

Luego intentó cultivar tomate, pero no lo logró. “Esa planta es muy delicada y hay que cuidarla mucho, pero  se necesita muy poco espacio para tenerla”, expresa.

Ahora intentará cultivar cebollas y ajo en dos macetas, especias que utiliza a diario en la preparación de  sus alimentos.

Comunitarios

Existen esfuerzos municipales para promover la agricultura orgánica en el país y proyectos productivos fomentados por universidades, instituciones, fundaciones y organizaciones como Complejo Hidroeléctrico Renace, Cementos Progreso y la Universidad de San Carlos, que buscan crear conciencia social y ambiental para el desarrollo del país.

El Ministerio de Agricultura, Ganadería y Alimentación (Maga) ha implementado este año más de cinco mil huertos familiares,164 escolares y seis mil 500 comunitarios, por medio de los Centros de Aprendizaje para el Desarrollo Rural.

Sandra Zamora vive en una casa de bloc  y lámina, en San Antonio Meléndez, El Obrajuelo, Villa Canales, a 55 kilómetros de la capital. Tiene 47 años y junto a sus familia cultiva hortalizas.

En medio del calor sofocante, a las 7.35 horas, con el canto  de los pájaros y un encantador paisaje de fondo, riega la plantación de rábanos, pepino y cilantro que, junto a otras 12 amas de casa, sembró hace un mes en un terreno de la finca La Herencia.      

El deseo de superación las motivó a buscar un proyecto alternativo que les permitiera agenciarse de fondos para beneficio de sus familias. 

Mientras corta pepinos, Sandra cuenta que en enero último se integraron al proyecto de Huertos Comunitarios, promovido por  el Maga, con apoyo de la Municipalidad de Villa Canales.

El huerto se encuentra en un terreno  cedido por el propietario de la finca San Obrero, cerca de dos riachuelos, de los cuales algunas veces se abastecen de agua para regar remolachas, zuchinis, cebollas, acelga, lechuga, papa, cilantro, perejil, yuca y camote.

“Rara vez consumíamos hortalizas o verduras, para adquirirlas teníamos que ir al mercado del área urbana —40 kilómetros—. Ahora, todos los días, tenemos acceso a estos alimentos frescos y sin costo”, dice Sandra, también desarrolladora municipal. 

Rara vez consumíamos hortalizas o verduras, para adquirirlas teníamos que ir al mercado del área urbana —40 kilómetros—. Ahora, todos los días, tenemos acceso a estos alimentos frescos y sin costo”.


Narcisa Téllez, madre de Sandra, no sabía nada de las hortalizas ni de su importancia para la salud. “Hemos aprendido sobre las técnicas y herramientas necesarias para garantizar las cosechas”, expresa.

Como la familia Téllez, 650 más se benefician con 26 huertos comunitarios en el municipio.

Familiares

La calidad de vida de 35 familias de escasos recursos de San José Villa Nueva ha mejorado con el proyecto de huertos familiares, con apoyo  del Maga, la Escuela Nacional Central de Agricultura y la Autoridad del Lago de Amatitlán (Amsa).

Cada mes, Ruth Vásquez recibe pilones de cebolla y cilantro para plantar en el tablón de tierra que le asignaron en un terreno municipal. Sabe cuáles se pueden producir, cuándo hay que regarlas y cuándo aplicar la solución nutritiva  necesaria.

Aseguró que cuando haya aprendido lo necesario pondrá un microhuerto en su casa y sugerirá a sus amigos que lo hagan.  

Hace tres años, 150 clasificadores de desechos sólidos que laboran en  el vertedero del km 22 de la ruta al Pacífico se involucraron en el proyecto.

Edwin Urízar Alvarado y su esposa, Dilma Guadalupe Mejía, cultivan hortalizas y verduras para el autoconsumo, en un terreno de Amsa.

“Cada día, los 150 recolectores vienen a las 7 horas al huerto, donde no solo riegan y abonan sus siembras, sino también cultivan amistad, pues todos disfrutan de un  momento de alegría antes de iniciar con su jornada laboral”, dice Edwin.

Mario Rojas riega sus cultivos y convive con sus amigos antes de  clasificar desechos, entre el calor y el intenso olor a putrefacción.

Luego de identificar que muchos  estudiantes llegan a las escuelas  sin alimentación, lo que repercute  en su bajo rendimiento, las autoridades implementaron huertos escolares en algunos establecimientos, en los que los niños  cosechan legumbres, verduras y hortalizas.

“Se pretende que los niños consuman alimentos nutritivos, y las plantas son la manera más adecuada para ello, ya que les aportarán vitaminas y minerales para un mejor desarrollo físico y mental”, indica la maestra Cindy Cumes.

Agricultura orgánica

Según la Organización para la Agricultura y la Alimentación de Naciones Unidas (FAO, en inglés), en América Latina y el Caribe se han incrementado las prácticas urbanas de agricultura, con el cultivo de huertos caseros y granjas agropecuarias comerciales en la ciudad.

En Cuba, México, Honduras, Nicaragua, Ecuador, Perú y Brasil, esos huertos son vistos como algo positivo, pues  favorecen el acceso a los alimentos para  personas de bajos ingresos, que disfrutan de una alimentación más variada con la posibilidad de comer frutas y hortalizas con regularidad.

En Guatemala, la implementación de huertos se inició en 1950, a través del programa de Extensión Rural, con el objetivo de generar  producción de alimentos y garantizar la seguridad alimentaria, así como mejorar  la utilización del agua, de los desechos en el hogar y la comunidad, y la preservación del ambiente.

Pasos para montar un huerto:

Para lograr que un huerto orgánico sea sostenible,  expertos recomiendan planificar, según recursos   disponibles, qué  alimentos  cultivar y quién lo  atenderá.

  • Materiales: Para montar un huerto ecológico en macetas se necesita: tarimas, recipientes plásticos o maceteros, tierra fertilizada, pulverizador o regadera, semillas o pilones de las hortalizas, verduras o plantas medicinales que se deseen cosechar, que se adquieren en viveros.
  • Iluminación: Buscar un lugar seguro y con suficiente iluminación. Tomar en cuenta que las  hortalizas y verduras necesitan al menos cuatro horas de luz solar al día.
  • Limpieza: Los recipientes deben estar libres de sustancias dañinas o materiales  peligrosos que   puedan dañar los cultivos.
  • Abono: Rellenar  los recipientes con la tierra fertilizada  a una altura mínima de 40 centímetros. Utilizar abono orgánico o nutrientes naturales  que ayuden a que los cultivos crezcan fuertes.
  • Siembra: Sembrar los pilones o semillas. Estos deben quedar enterrados entre dos a tres veces su tamaño.
  •  Primer riego: Realizar un primer riego abundante con el pulverizador o regadera hasta  que las macetas tengan la humedad adecuada. Además, asegurarse de que tengan el  nivel de luz y temperatura necesarias.

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