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La decisión que persigue a Aron Jóhannsson, el futbolista que rechazó jugar por Islandia para hacerlo por Estados Unidos y no jugará el Mundial de Rusia 2018

Hace cuatro años, la diferencia futbolística entre Estados Unidos e Islandia era del tamaño del océano que las separa.

Es por eso que se podría entender la decisión que tomó en 2013 el delantero Aron Jóhannsson, quien le dio la espalda al país nórdico tentado por la llamada del alemán Jurgen Klinsmann, entrenador por entonces de la selección estadounidense.

Estados Unidos ocupaba la 13ª posición en el ranking de la FIFA y esperaba expectante el sorteo de los grupos para el Mundial de Brasil tras vivir uno de los mejores procesos de clasificación de su historia.

Islandia, por su parte, deambulaba en el puesto 46 de la clasificación del organismo rector del fútbol y había quedado nuevamente apeada de la fase final de un mundial.

Islandia, por su parte, deambulaba en el puesto 46 de la clasificación del organismo rector del fútbol y había quedado nuevamente apeada de la fase final de un mundial.

Jóhannsson, entonces de 22 años, nunca tuvo dudas que había tomado la decisión correcta, más teniendo en cuenta que siempre había querido participar en la mayor fiesta del fútbol y tenía la opción de hacerlo con el país donde nació.

Fue así que mientras todo el país nórdico veía el mundial por televisión, Jóhannsson cumplía su sueño al salir en el minuto 23 al campo en la victoria de Estados Unidos contra Ghana en su primer partido en Brasil.

Pero hasta allí duró su alegría.

El delantero no volvió a jugar en el mundial y su participación con la selección de las barras y las estrellas fue desapareciendo poco a poco hasta el punto que desde 2015 no ha vuelto a ser llamado.

¿La peor decisión?

Jóhannsson nació en la ciudad de Mobile, Alabama, pero se crió desde los tres años en Islandia, país de origen de sus padres.

Fue en el país nórdico donde dio sus primeros pasos con el balón y según el diario español Marca formó parte de la misma generación de “Gylfi Sigurdsson (Everton) y Birkir Bjarnason (Aston Villa), dos de los jugadores más destacados de la selección islandesa”.

Comenzó a jugar profesionalmente en el Fjölnir antes de dar el salto al fútbol holandés, donde destacó primero con el Aarhus, de la segunda división, y después en la máxima categoría con el AZ Alkmaar.

Gracias a esas actuaciones fue llamado para defender a Islandia en categorías inferiores y su carrera parecía no tener techo.

Fue en esa época que apareció el llamado de Klinsmann para jugar por Estados Unidos y con el mundial de Brasil en el horizonte no lo pensó dos veces.

Pero hubo un detalle que no tomó en cuenta: el rápido crecimiento que estaba experimentando el fútbol islandés en los últimos años, impulsado por un programa de desarrollo del que él formó parte.

Eso se reflejó cuando de quedar en el último lugar en las eliminatorias a Sudáfrica 2010, Islandia estuvo a un paso de clasificar a Brasil, perdiendo frente a Croacia en la repesca europea.

Eso fue el preámbulo del fenómeno en el que se ha convertido la selección “vikinga”, que el año pasado enamoró a todos los aficionados del balón alrededor del mundo por su actuación en la Eurocopa de Francia.

Primero por su desempeño en la cancha, llegó a cuartos de final tras eliminar a Inglaterra, y después por su ferviente afición y la particular forma de alentar en las gradas.

Un grito que no se detuvo allí y que el próximo año se escuchará en Rusia tras la clasificación de Islandia a un mundial, el país más pequeño en la historia en hacerlo.

Jóhannsson pudo haber formado parte de esas hazañas de no haber cambiado camisetas, pero lo hizo.

Ironías de la vida, después de haberle dado la espalda a a Islandia para jugar un mundial, sea la selección nórdica la que estará en la gran fiesta del fútbol y no él, por lo menos no en la cancha.

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