Deporte Internacional

El Dakar 2017 cerró su fiesta en Buenos Aires, con niños, color y calor

Una multitud de fanáticos recibe embelesada a los pilotos que arriban a la meta de la trigésimo novena edición del rally Dakar 2017, que terminó el sábado su recorrido en Buenos Aires, tras pasar por Paraguay y Bolivia.

El británico Sam Sunderland (c) celebra su primer lugar en la categoría motos del Rally Dakar 2017. (Foto Prensa Libre: EFE)

El británico Sam Sunderland (c) celebra su primer lugar en la categoría motos del Rally Dakar 2017. (Foto Prensa Libre: EFE)

Aunque el caucho quemado se conjuga con más de 30 grados de temperatura, la gente se agolpa desde las 2 de la tarde en la Avenida del Libertador, una ancha arteria de la zona norte de la capital argentina.

La multitud se divide entre fanáticos de la competencia, que portan carteles y remeras alusivas, y los ocasionales curiosos, que hacen de la llegada del noveno Dakar sudamericano su paseo al aire libre en un sábado de verano.

En medio de la temporada estival en la que muchos partieron de vacaciones, la aparición de un espectáculo gratuito de tamaña magnitud es una atracción para los niños y un alivio para los golpeados bolsillos de aquellos que no pudieron pagarse un descanso, en momentos en que Argentina se encuentra en recesión.

Hay calor y color cuando Marcos Quispe, un boliviano de La Paz de 34 años, empuña un cartel en homenaje a los “pilotos latinoamericanos”, mientras su hijo, Samuel, de seis, mira como un poseso pasar a Rudolf Lhotsky, un piloto checo que terminó en el puesto 82 de las motos.

No importa su lugar en la clasificación: Lhotsky está loco de contento y choca las palmas del público al subir a la rampa de llegada.

La sensación de los pilotos que llegan parece la misma: han batido al destino, a la naturaleza y a la mecánica.
Esa sensación parece replicarse en un público que se cuelga de las vallas y alienta a todos, desde un corredor portugués llamado Joaquín Rodríguez, que está feliz de haber debutado con éxito en la competencia, hasta el multicampeón Stephane Peterhansel, que alcanzó la cifra de siete títulos en autos (2004, 2005, 2007, 2012, 2013, 2016 y 2017) y otros seis en motos (1991, 1992, 1993, 1995, 1997 y 1998).

Los niños parecen considerar superhéroes a los pilotos del rally Dakar.

“Me acaba de pedir que le compre una moto. ¿Cómo le explico?”, dice Julián Coletti, de 26 años, que vigila de cerca a su sobrino Mateo, que con ocho años mira embelesado el paso de las motos, los cuatriciclos, los camiones y los autos.
Atardece y el final de la fiesta se acerca; Peterhansel baña a todos con champagne.

Un padre lleva en los hombros a su hijo, que indaga los motivos por los que cada piloto festeja casi por igual: “Los aplauden porque pusieron esfuerzo para llegar, Tomi. No importa que no hayan salido primeros. Hace un montón que vienen corriendo y pudieron terminar”, responde.

ESCRITO POR: