Este treintañero con el cráneo rapado y un físico imponente es uno de los líderes del equipo de boxeo de Israel. Es triple campeón nacional en su categoría (+91 kg), tres títulos que ganó en los últimos tres años, cuando se dedicó plenamente al boxeo.
Antes se centró en la halterofilia e incluso se orientó hacia el powerlifting, un derivado de la halterofilia, donde la potencia y la fuerza son importantes.
Pero Kadan fue siempre un apasionado del boxeo. Solo que en su pequeña ciudad, situada a 30 km de Tel Aviv, no había ni sala ni oportunidades de entrenarse.
Cosa de locos
Tuvo que marcharse a Tel Aviv, solo, sin su familia. Una dura prueba para él, su madre y sus tres hermanas. Pero valía la pena.
“He trabajado duro para ello, me he entrenado enormemente, nadie me dio ninguna ayuda. Ha sido verdaderamente difícil, pero ello me ha hecho más fuente mentalmente”, afirma este hijo de una institutriz, antes de rememorar su infancia.
“He pasado años duros desde que soy muy pequeño, había muchos problemas en mi familia, mis padres se separaron muy pronto, tuve que arreglármelas solo y el deporte me ayudó a escapar”.
Desde hace dos años, Kadan es propietario de su sala de deportes, donde entrena a un entrena a un pequeño grupo de boxeadores, en Baqua Al Garbhya, su ciudad natal, donde se ha convertido en un héroe y un modelo de cómo triunfar en la vida.
“Todo el mundo en mi ciudad está al corriente de lo que hago, me ven en la tele. Me respetan todos. Cuando voy por la calle, me reconocen, me lanzan sonrisas y me saludan. Es una cosa de locos”.
Y no es nada anormal para este árabe-israelí, en pleno período de ramadán en Bakú, representar a Israel.
“Hay muchos árabes en Israel, somos aproximadamente dos millones. Estábamos en Israel antes de la independencia en 1948. Vivimos en Israel y vivimos en paz. Tal vez para la gente parezca particular, pero para mí, nada especial”, indica.
Kadan, que sigue soltero, perdió a su padre hace cinco años y vive solo para el boxeo. Sueña con los Juegos Olímpicos, pero piensa también en convertirse en púgil profesional.