Deporte Internacional

Nairo Quintana, el cóndor, voló en Lagos para vestirse de rojo

El colombiano Nairo Quintana de Movistar sobrevoló los Picos de Europa y firmó en solitario una exhibición que le dio la victoria en la décima etapa de la Vuelta disputada a través de 188.7 kilómetros entre Lugones y Lagos de Covadonga, donde volvió a enfundarse el maillot rojo.

Nairo Quintana festeja en el podio luego de coronarse en la etapa y alcanzar el liderato. (Foto Prensa Libre: AFP)

Nairo Quintana festeja en el podio luego de coronarse en la etapa y alcanzar el liderato. (Foto Prensa Libre: AFP)

Quintana, “El cóndor” de Boyacá, despegó a 5 kilómetros de la cima en respuesta a un ataque de Alberto Contador, atrapó a los supervivientes de la fuga y se marchó imparable a la conquista de una cima mítica donde recuperó la roja.

Como hizo en La Camperona, puso en evidencia a sus enemigos, aunque no logró eliminarlos. El holandés Robert Gesink  de Lotto Jumbo le siguió a 24 segundos y el “resucitado” Chris Froome a 25. El británico, de origen keniano, remontó de manera espectacular tras quedar descolgado a pie de puerto y logró salvar el tipo, a su manera, regulando, fiel a su potenciómetro.

El hachazo de Quintana no lo pudo aguantar Alberto Contador, de nuevo en la pelea, pero perjudicado en meta a 1.05 minutos y ya a 2.54 en la general. Tampoco Valverde, que se dejó 28 segundos, ni el colombiano Chaves, que terminó a 1.02.

Otro golpe de moral para Nairo, de 26 años, convencido de que es posible ganar a su bestia negra en el Tour, el que le ha relegado dos veces al segundo puesto en París. Y un homenaje al mítico “escarabajo” Lucho Herrera, quien levantó los brazos en Lagos dos veces, en 1987, año de su victoria final, y en 1991.


Ahora se lo cree. “Siempre soñé con ganar en esta cima por la historia que tiene. Ahora me siento muy bien, mejor que Froome, pero ante la contrarreloj de la última semana necesito 3 minutos”. Son los cálculos del ciclista de Tunja, quien se cayó en los primeros kilómetros, sin consecuencias.

Buenos vientos para Movistar, que tira de calculadora ante la crono de Calpe, a tres días de Madrid. “Un minuto es poco, pero queda mucha montaña”, decía Valverde, que le sigue en la general a su jefe de filas a 57 segundos. Y 1 segundo después, amenazante, también tirando de números, Chris Froome, el hombre que nunca se rinde.

Fuera de los puestos del podio las diferencias aumentan. Esteban Chaves se aleja a 2.09 minutos y Alberto Contador a 2.54. El madrileño lo intentó, se jugó la baza de seguir a Quintana o a Froome, y se equivocó, tal y como reconoció en meta.

De nuevo la Vuelta en Lagos de Covadonga, primer puerto de categoría especial en la Vuelta, primer test serio, de verdad. En juego una victoria de prestigio en una cima donde no siempre se han inscrito nombres ilustres. No faltaron esta vez, en la vigésima visita de la ronda española al puerto que estrenó en 1983 Marino Lejarreta.

La salida desde Lugones fue rápida y nerviosa, con constantes intentos de fuga. Y con varias caídas, que afectaron, entre otros muchos al colombiano Atapuma y mandó a casa a Irízar, Reza y Huzarski.

Hasta el kilómetro 65 no se formó la fuga, ahora con 16 corredores, el mejor clasificado el belga Ben Hermans (BMC), a 4.21 minutos del maillot rojo. Fue líder virtual a 65 de meta cuando el pelotón tirado por el Etixx rodaba a 5 minutos.

A 46.7 kilómetros para la línea de meta los aventureros iniciaron la subida al Alto del Mirador del Fito (1ª categoría, 6.2 kilómetros al 7.8 por ciento de desnivel) con una ventaja de 3.04 minutos. El español Omar Fraile arrancó cerca del alto para puntuar en cabeza seguido de Maté, mientras el Movistar marcaba el ritmo en el tren de favoritos.

Apenas pasada la Basílica de Covadonga, algunos se encomendaron a la “santina”  antes de la tortura de 12 kilómetros al 7.2 por ciento de desnivel que conducía a la meta situada en el paraíso que presiden los lagos de Enol y Ercina.

La escapada se fue diluyendo entre ataques sin consistencia. Parecía que el arreón del holandés Robert Gesink podía ser decisivo, pero no, en absoluto. La victoria se estaba cociendo en el pelotón de favoritos, donde se encendió la mecha con la alta jerarquía de protagonista.

Movistar tensó, Contador probó suerte en La Huesera, donde las rampas superan el 15 por ciento. Y se llevó a Nairo Quintana, atento a la maniobra ganadora. Mientras, Froome perdió el tren. Un hueco con 7 kilómetros por delante que llegó a superar el minuto. Con la presa débil, el colombiano y el madrileño se marcharon en busca de la gloria.

Hablaron Contador y Quintana. Una colaboración podía arruinar a Froome. Hubo relevos mientras las fuerzas respetaron al madrileño, pero Quintana andaba sobrado y a 4 de meta despegó como un avión pasado el Mirador de la Reina. Desatado, se fue a por Gesink, ya exhausto, lo dejó sentado y se fue directo a la gloria.

Restaba por saber cuál sería la herida de Froome. El británico, fiel a su estilo y estrategia de siempre, no se cebó, subió a su ritmo, mirando el potenciómetro, y con su “molinillo”  fue agarrando uno a uno a todos los corredores que llevaba por delante.

Una reacción casi milagrosa que evitó una descomunal avería. De perder 1 minuto a 28 segundos puede ir una Vuelta. La carrera se anima. Queda montaña para Quintana. Y la crono para Froome. Ahora a descansar, hacer cuentas, y el miércoles a Peña Cabarga.  

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