El médico estadounidense prepara el terreno ante un hipotético despertar de El Káiser, que acaba de cumplir 45 años, y avisa de que “habrá que considerar un triunfo de la resistencia humana el hecho de que Schumacher sea aún capaz de caminar, de alimentarse, de vestirse y conservar ciertos aspectos positivos de su personalidad”.
Y apoya su reflexión con estadísticas, pues el cincuenta por ciento de los pacientes con un traumatismo como el de Schumacher que pasan un mes en estado vegetativo y despiertan sufren “deterioros neurológicos significativos”.
“Si el estado vegetativo dura seis meses, se baja al 20 por ciento, a menudo con deterioros graves. Tras un año, la recuperación del estado de consciencia es muy rara”, apunta.
El estado de salud de Schumacher es “estable”, según hizo saber su entorno el pasado 17 de nero, días después de que los médicos que le tratan en Grenoble señalaran que el alemán sufre “lesiones craneales difusas y serias”.
Desde su caída, el expiloto ha sido sometido a dos operaciones de neurocirugía y se le ha retirado “sin riesgos” un hematoma situado en el hemisferio izquierdo del cerebro, que en el caso de un diestro, como Schumacher, es el encargado del lenguaje, la lectura y la escritura.
Pero presentaba aún numerosas hemorragias y su estado era “crítico” y “frágil”. Los doctores le mantienen en coma inducido, para reducir la presión intracraneal y oxigenar bien el cerebro, y nada hace pensar que vayan a intentar despertarle inmediatamente.