Deporte Nacional

Julio Quezada un referente del Tenis de Mesa Nacional

Su aspecto siempre fue el de un niño sereno. Su pequeña estatura y su cuerpo delgado escondía un talento, el cual floreció en una actividad deportiva de tenis de mesa en su colegio. De pie sobre un banco, para alcanzar la mesa, Julio Quezada Sánchez disfrutaba pegarle a la pequeña pelota a los 8 años.

El guatemalteco recientemente estuvo en Panamá en donde dejó un buen sabor de boca. (Foto Prensa Libre: Carlos Vicente)

El guatemalteco recientemente estuvo en Panamá en donde dejó un buen sabor de boca. (Foto Prensa Libre: Carlos Vicente)

A una edad de mucha inocencia, una travesura nació en el pensamiento del pequeño Julio, la cual fue determinante para encaminarse al mundo del tenis nacional.

“Todo empezó porque me gustó tanto jugar este deporte. Un día por mi propia cuenta decidí irme a la federación sin decirle nada a mis papás —abuelos—. Ellos me estuvieron buscando todo el día y por todas partes, hasta que un entrenador les dijo que yo estaba con ellos. Así fue como nació el interés por este deporte y el apoyo que me dieron todos”, cuenta Quezada.

Acierto

Seis años han pasado desde ese recuerdo y los resultados han respaldado aquella actitud. El deportistas suma cuatro medallas de oro en los Juegos Deportivos Estudiantiles Centroamericanos (Codicader), tres de ellos conquistados en los de nivel primario disputados en el 2012, y uno logrado recientemente en la modalidad de dobles en los de nivel medio celebrado el mes pasado en Panamá.

Julio Estuardo Quezada Sánchez, actualmente tiene 14 años. A los 8 se inició en el deporte de tenis de mesa. Nacido en la Ciudad de Guatemala el 28 de agosto del 2001, cursa actualmente primero básico. “Algo que es muy complicado en este deporte y que lo he ido aprendiendo poco a poco es mantener la serenidad en un partido cerrado. Ahí no importa tu técnica y la rapidez muchas veces, sino mantener el control y evaluar al rival porque solo tenes una oportunidad para ganar”, indicó.

El espigado tenista es un deportista hábil que basa su trabajo en la velocidad y la técnica. Eso le ha permito ganarse un espacio en campamentos en Australia con algunos de los mejores deportistas del mundo. Además tiene una medalla de bronce en el Iberoamericano de El Salvador en el 2013 y una de plata también en la ciudad cuscatleca en ese mismo año.

Su último gran logró lo adquirió junto a su pareja de juego, Kevin Ruano, en la ciudad de Panamá, durante la ronda final de dobles de los Juegos Codicader Intermedio. Se adjudicó la medalla de oro.


La principal virtud de Julio es la rapidez, algo que hace recordar su menuda consistencia de pequeño, ya que desde que tenía 5 años mostraba mucha agilidad, según comentó su abuelo, también de nombre Julio.

“Este deporte me ha dado muchas bendiciones. Mucha gente ya me reconoce a nivel nacional e internacional. Gracias a esta disciplina he podido viajar a varias partes del mundo. Me siento satisfecho, creo que llevo un buen paso a mi corta edad y espero seguir así por más años”, agrega el tenista.

Los sueños del atleta también están enfocados en el alto rendimiento. Su máxima aspiración es llegar a unos Juegos Olímpicos, sabe que el trayecto es “complejo y escabroso”, pero está dispuesto a dejar la piel por su objetivo.

Su trabajo es intenso en aras de conseguir su objetivo. Una semana para Quezada representa mucho sacrificio, pero no lo hace solo, pues lo ayudan en todo momento sus abuelos, quienes se encargan de llevarlo a la federación y regresarlo a casa.

“Han hecho un gran trabajo pese a la edad que tienen. Sé que debo esforzarme para lograr los objetivos que me he trazado”, señala el atleta.

La rutina semanal para el tenista inicia el lunes con los ejercicios de repetición en la mesa, su misión es no fallar en ninguna pelota. Los martes trabaja la velocidad, el fuerte que lo hace uno de los mejores de Centroamérica en su categoría. Los miércoles son días de servicios, jueves aspectos físico y los viernes se pone en práctica lo aprendido en la semana con rondas de juego.

“Entreno casi tres horas diarias y lo hago después el colegio. Es difícil porque se corre mucho, pero es un sacrificio que vale la pena. He ganado mucho haciendo este deporte. Con el tiempo las cosas se van dando”, afirma.

Pequeña tristeza

No todo es color de rosa en la vida de Julio, en el fondo de su corazón habita un sentimiento que es normal a su corta edad y es el hecho de no poder ver a su madre Cyntia Quezada todos los días.

“Yo vivo con mis abuelos, son como mis papás porque he estado toda mi vida con ellos. La mala suerte que tuve fue que ella (mamá) se fue de casa por algunos problemas desde que yo tenía 5 años. Es muy duro para mí ver que mi madre no está conmigo todos los días y compartir lo que hago. La miro y todo, pero no es lo mismo”, señaló.

El deporte ha sido una buena escapatoria para el juvenil, quien ve a su madre cada fin de semana y admira a sus abuelos, Julio y Mirza, porque lo han encauzado por un buen camino y lo han llevado a ser un atleta con mucho futuro.

“Mis abuelos están haciendo un buen trabajo en apoyarme al traerme todos los días. Es muy importante y se esfuerzan mucho. Eso me motiva bastante, así como ellos se sacrifican por mí, yo lo tengo que hacerlo algún día para devolverles todo ese sacrificio hecho”, añade.

Pero no hay nada que no se pueda superar jugando tenis de mesa para el pequeño Julio, es tal su pasión y amor por el deporte que no olvida que su primera medalla de oro lo ganó a los 9 años en un campeonato nacional.

“Lo recuerdo muy bien, ese día, lloré de mucha emoción porque jamás llegué a pensar que viviría estos momentos tan especiales”, asegura.

En esa ocasión le ganó a Kevin Ruano de El progreso, quien en la actualidad es su pareja en la ronda de dobles, los dos conforman una máquina poderosa. Llevan más de cinco años jugando juntos.

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