Antes era karateca. Pero un fin de semana una amiga la invitó a montar y desde ese instante supo que la pasión por los equinos iba a ser más que un idilio pasajero: “Me enamoré de una vez desde el primer día”.

Es así como ahora Tiziana y Luccio practican un baile perfecto: elástico, ágil y rítmico. Acompasado. Son dos que parecen uno haciendo una danza limpia y sincronizada en cada ejercicio. Comparten triunfos y alegrías, mas también derrotas y desilusiones.

La conexión entre ambos es única: “Es lo más especial que hay”, reconoce Tiziana en una entrevista con Efe. Con Luccio siente que puede “correr más rápido” y “saltar más alto”: “Es como que adquirieses de alguna manera las cualidades del caballo”.

La amazona compite en el concurso completo, modalidad que combina las tres disciplinas de la hípica: doma, campo a través y saltos.

El éxito del binomio no depende solo del potencial genético, la raza o el entrenamiento. Hay que tener en cuenta un factor muy importante y especial: la interacción del jinete y el caballo. La situación emocional de ambos. Dependen, para bien y para mal, uno del otro.

“Es un deporte que se vuelve complejo. Un buen día mío no es necesariamente un buen día de mi caballo. Tienes que siempre tomar esa decisión a favor de él. Si el no se siente bien, por más que quiera una medalla, la decisión siempre está a favor del caballo”, dice Tiziana sin titubear un segundo en su respuesta.

Los caballos se comunican a través de un lenguaje corporal de signos, como el movimiento de las orejas. Es necesario saber interpretarlo para ser un mejor dueto, para satisfacer sus necesidades.

“Es una disciplina muy completa. Te conviertes en mamá del caballo, en entrenador del caballo. Es tu partner. Tu compañero. Tu equipo”. Tu otra mitad que complementa tu todo. Los dos, arguye, tienen que estar bien.

Su pasión, dedicación y afán en cada entrenamiento y en cada competencia han llevado a Tiziana más lejos de lo que esperaba. Ahora no concibe su mundo sin Luccio. Ni él sin ella. Ambos piensan en el ciclo olímpico y en hacer unos buenos Panamericanos, pero el sueño “siempre es la olimpiada”.

Hay posibilidades: “Es difícil, pero por supuesto que las hay. Lo que tiene Guatemala es el equipo. Somos un equipo superunido. Nos gusta trabajar juntos. Eso se ha visto en las competencias y eso nos da un plus”.

Tiziana ha encontrado otro extra en el surf. La actitud sobre la tabla, “más relajada” , le ha ayudado en la equitación: “Solía ser bastante estresada, pero ahora busco disfrutar, poder fluir y tener armonía”.

“Por más que hay que ser guerreros, hay que tener mucha cabeza. Tomar buenas decisiones. Y la calma es lo que te da eso”, asegura con un tono pausado.

Compaginar las dos disciplinas es difícil, aunque ambas se complementan. Hay que saltar en movimiento y tener percepción de las distancias y en las dos nunca tienes todo bajo tu control: “Tienes que depender de la naturaleza: en un momento es el mar y en el otro es un animal”.

Sin Luccio la joven guatemalteca se reconoce tímida, delicada, incluso insegura. Pero con él, todo cambia. Frialdad. Concentración. Seguridad. Poder.

Arranca el baile y ambos son uno cabalgando por un mismo sueño.