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Edison sueña con ser algún día portero de Comunicaciones

Ver jugar al portero Juan José Paredes, Comunicaciones, le provoca una sonrisa de oreja a oreja al aficionado  Edison Edmilson Hernández, de 10 años.

Edison Edmilson Hernández es un aficionado especial de Comunicaciones. (Foto Prensa Libre: Carlos Vicente)

Edison Edmilson Hernández es un aficionado especial de Comunicaciones. (Foto Prensa Libre: Carlos Vicente)

“Soy feliz viendo a Comunicaciones. También me gusta jugar  futbol, en especial   de portero”, cuenta el pequeño seguidor blanco.

En el 2006, la familia Hernández vio nacer a Edmilson, pero nunca  imaginó el padecimiento que contraería años después.  

Según Aniceto Hernández, padre del infante, este no nació así. “Padeció de una neumonía crónica en sus primeros días de vida. A los seis meses tuvo que ser operado de una hernia”, comparte.   

“Después de la hernia siguió con la neumonía. Nunca convulsionó pero teníamos que nebulizarlo para que reaccionara de nuevo, porque se quedaba desmayado. Varias veces lo llevamos al centro de salud con 40 o 45 grados de temperatura”, indica.

Aniceto Hernández, padre de Edison


La crisis se agudizó cuando tuvo que tomar  antibióticos. “Las medicinas suaves ya no le hacían efecto”. recuerda Hernández.

La angustia se apoderó de los padres cuando, días antes de que cumpliera 3 años, el pequeño aún no podía sentarse ni caminar, necesitaba siempre de ayuda.  

“Dependía mucho de nosotros. Cuando debía hacer sus necesidades teníamos que ayudarlo, él no podía sostenerse por sí solo”, agrega Aniceto.

Memorable

Los médicos evaluaron  a Edison y determinaron que sufría una parálisis cerebral y que debía someterse a terapias especiales. Con el tiempo se logró que el menor se valiera por sus propios medios.

Esa ayuda hizo que pudiera ir a la escuela y llevar una mejor vida. Actualmente cursa cuarto primaria, puede hablar y leer bien. Solo tiene un poco de problema para escuchar y caminar.

“Me siento bien, puedo hablar y estudiar”, expresa con alegría  Edison.

Hace dos años  dejó de recibir la terapia, debido a los gastos que requiere su tratamiento, pero se le recomendó instrumentos para sus dos piernas.

“Unas personas  y otras entidades me ayudaron a comprar la herramienta, pero ya le queda pequeña y cuando se la pone llora porque le duele, así que no la está usando. Actualmente no tengo para comprarle porque vale unos Q10 mil”, lamentó su padre.    

La familia Hernández vive en el caserío Los Guates, de la aldea Suscite, en el municipio de  San Juan Sacatepéquez.

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