Y tuvo a bien proponer una ciudad ecológica, totalmente dependiente de la energía solar, en Florida, una región estadounidense que se ha caracterizado siempre por su devoción al automóvil y a un patrón de consumo que ha hecho de todo menos respetar al medio ambiente.
BBC NEWS MUNDO
Cómo es Babcock Ranch, la primera “ciudad solar” inaugurada en Estados Unidos
A Syd Kitson le han dicho varias veces que está mal de la cabeza. El exjugador profesional de fútbol americano decidió empezar hace unos años una nueva carrera en el turbulento mundo de las propiedades.
“Me han preguntado que si cuando era futbolista me habían golpeado demasiadas veces en la cabeza, para haberme metido en un proyecto como éste”, le confiesa a BBC Mundo.
Pero una década después de haber ideado su utopía ecológica, el sueño de Kitson está a punto de hacerse realidad.
En la primera semana de enero se mudan los primeros residentes de Babcock Ranch, la ciudad más nueva de Estados Unidos que es también, según sus proponentes, la más verde.
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Al principio son apenas un puñado de habitantes. Pero el terreno, del tamaño de la isla de Manhattan, y ubicado a unas tres horas en auto de Miami, eventualmente albergará a 50,000 personas.
Comodidad sin culpa
Lo más novedoso de esta comunidad es que sus constructores prometen que toda la energía que necesita la ciudad será generada por paneles solares.
En un terreno equivalente en tamaño a unas 200 canchas de fútbol, ya está instalado en las afueras de la ciudad un impresionante conjunto de cerca de 343,000 paneles solares generando 75 megavatios de energía.
En el centro de esta población que apenas va tomando forma, buses eléctricos, manejados por computadora, empiezan a hacer recorridos de prueba. La idea de los fundadores es que los residentes de Babcock Ranch encuentren cada vez menos razones para usar sus autos y consumir gasolina.
Kitson insiste que es factible y rentable hacer una ciudad amigable con el medio ambiente.
“Es mucho más fácil y barato si se planea así desde el principio”, le insiste a BBC Mundo. Más aún, cree que hay una demanda enorme por este tipo de comunidades que no hagan tanto daño al medio ambiente.
Entre generaciones
Kitson lo percibe entre los jóvenes millennialsy también entre los llamados miembros del baby boom, la generación que se hizo adulta en los 60 cuando el movimiento ambientalista despegó y hoy, en trance de retirarse, quieren vivir con todas las comodidades, pero sin el sentimiento de culpa que produce el costo ambiental de ese estilo de vida.
James y Donna Aveck fueron la segunda pareja en comprar una casa en Babcock Ranch y hoy supervisan los detalles finales de su construcción.
Se sienten a gusto en este nuevo pueblo.
“Creemos firmemente en que el medio ambiente esta siendo atacado por la intervención humana y en que el calentamiento global es un problema grande”, le dice James a BBC Mundo. Donna Aveck agrega: “Siempre hemos reciclado. Éramos el tipo de persona que reciclaba las botellas de leche”.
Si la idea de Kitson tiene éxito, muchas más personas como esta pareja de jubilados llegarán a vivir a este nuevo tipo de comunidad.
Contrario a las costumbres
Pero Kitson es consciente de que su idea es contraria a muchas costumbres que dominan la vida estadounidense.
Empezando con la Casa Blanca, en donde el presidente Donald Trump impulsa ideas que van prácticamente en la dirección opuesta. El mandatario pone en duda que exista el cambio climático y anuncia en cambio gran apoyo estatal para las fuentes energéticas más contaminantes como el carbón.
Incluso dentro del campo de los ambientalistas, todos no están de acuerdo con el proyecto de Kitson.
Su nueva ciudad ocupará lo que fue hasta poco un rancho, un oasis agrícola en medio de la urbanización desbordada que está pavimentando a pasos agigantados el paraíso natural que alguna vez fue Florida.
A unos diez minutos en auto del centro del pueblo en construcción, un río de escasa profundidad cruza un bosque que no debe haber cambiado mucho en siglos.
Por lo menos una docena de caimanes avanzan contra la corriente, y el único ruido que se percibe es el de los pájaros.
Muchos insisten en que urbanizar aún más el frágil ecosistema tropical de Florida es una tragedia.
“No importa qué tantas consideraciones ambientales tenga este nuevo proyecto urbanístico, algunas personas quieren proteger a la vieja Florida” y se oponen a cualquier construcción nueva”, le dice a BBC Mundo Casey Logan, periodista del diario local The News Press.
A lo que Kitson replica que el crecimiento no puede detenerse al 100%. “Cada día 1.000 personas nuevas se mudan a vivir a Florida. Se necesitan construir viviendas nuevas. El reto es hacerlo con una mezcla de desarrollo y preservación ambiental”, opina.
En el centro de la discusión
Florida está en el centro de la discusión sobre urbanismo y medio ambiente en Estados Unidos.
La península tiene una historia única en el país. Hasta principios del siglo XX fue, en buena parte, un pantano deshabitado.
Para 1960 era todavía, en su gran mayoría, un somnoliento territorio rural.
Lo que siguió en cuestión de pocos años fue una de las explosiones de urbanización más impresionantes en la historia reciente. Alrededor de Orlando, un desconocido empezó a comprar tierras, revelándose más tarde que se trataba de Walt Disney, quien estaba entonces diseñando la que se convertiría en la atracción turística más famosa del planeta.
A la sombra de Disney World creció en unas cuantas décadas la que hoy es una metropólis de más de dos millones de habitantes.
Y más al sur, en Miami, cientos de miles de personas llegaban cada año del norte de Estados Unidos y de América Latina a empezar nuevas vidas en lo que en ese momento se consideró un desarrollo urbano “mágico”, pero que hoy algunos empiezan a tachar de pesadillesco.
De sueño a pesadilla
En 2014, Florida se convirtió en el tercer estado más poblado del país, superando a Nueva York. En menos de un siglo pasó de ser paraíso natural habitado por caimanes, a un hervidero humano de 20 millones de habitantes.
Y la cuenta ambiental de ese crecimiento desmedido está llegando. Se dice que el sur de la Florida es posiblemente el sitio más vulnerable en el mundo a los efectos económicos del calentamiento global y el aumento en el nivel del mar.
La agencia federal estadounidense para el manejo de asuntos marinos y atmosféricos NOAA predice que para 2060, el nivel del mar habrá aumentado en 90 centímetros en Miami.
Lo que hace más fácil entender que para finales del siglo, la firma inmobiliaria Zillow estime que unas 934,000 casas en Florida, con un valor de más de US$400,000 millones, estarán en riesgo de ser inundadas por el mar.
Nadie tiene aún la solución a esos problemas, creados por un crecimiento económico no sostenible.
Y proyectos como el de Babcock Ranch son apenas una gota en el océano del crecimiento urbanístico estadounidense.
Pero Kitson confía en que iniciativas como la suya ayuden a convencer a otros de la necesidad de incluir consideraciones ambientales en la urbanización de esta y otras regiones.
Janis, una mujer de visita en el pueblo, le dice a BBC Mundo: “Puede que tome tiempo, que haya que convencer y que explicarle a la gente, para que acepten un modelo distinto”.
Pero Babcock Ranch podría ser un laboratorio en miniatura de algunas de las soluciones que se busquen para ese propósito.