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Cuánto y en qué invierten los miembros del selecto club de los bancos para “superricos” del mundo

Aunque cualquier ser humano puede invertir en la bolsa, muy pocos pueden entrar al selecto club de los bancos para "superricos", donde invierten en la compra directa de empresas y activos que no están a la venta pública.

Es un mundo financiero reservado exclusivamente para las grandes fortunas familiares.

Años atrás, un cliente con US$1 millón de dólares tenía las puertas abiertas para entrar a uno de estos exclusivos bancos de inversiones. Hoy no es suficiente.

Necesitaría tener al menos US$25 millones para invertir, según una investigación de Bloomberg.

Y eso es solo para entrar en la categoría más baja del selecto club.
Como si se tratara de una avalancha de dinero dando vueltas entre las familias acaudaladas, los clientes más cotizados por los fondos de inversión tienen cada vez más recursos para invertir.
 
 

En un reciente informe, Northern Trust Corp., un fondo que hace negocios con algunas de las familias más ricas del mundo, señala que, en los últimos meses, más de la mitad de sus clientes ha tenido para invertir una cifra mínima de US$10 millones. Eso, como punto de partida.

Y dado que las bolsas han tenido una histórica buena racha —de la mano de un crecimiento económico global sostenido— los que se han enriquecido, elevaron sus apuestas de inversión.

Según un informe de la empresa iCapital Network, 60% de las sociedades que realizan inversiones directas aumentaron sus fondos el año pasado y 66% de las familias millonarias esperan aumentar sus inversiones en los próximos tres años.

Las nuevas categorías de “superinversionistas”

Los bancos de inversión especializados en manejar fortunas han cambiado la manera en que clasifican a sus clientes exclusivos. De manera informal, claro, porque a ningún millonario le gustaría que le digan que es de una categoría baja o media.

Así las cosas, las entradas para la fiesta inversionista empiezan con US$25 millones. Luego viene el segmento de los que tienen al menos US$100 millones para hacer negocios.

El tercer nivel, es de los que pueden poner en la mesa al menos US$200 millones y luego está el cielo: US$1.000 millones.

Estas categorías no forman parte de un consenso fijo establecido en el mundo financiero, ni están escritas en ningún lado.

Pero efectivamente las utilizan los administradores de fortunas, sean estos bancos dedicados exclusivamente a los multimillonarios o secciones especializadas de entidades financieras conocidas.

Por ejemplo, JPMorgan, Credit Suisse, Morgan Stanley y Goldman Sachs. O algunas firmas consideradas como bancos de inversión boutique, tales como Rothschild & Co, Moelis & Co, o LionTree Advisors.

¿En qué invierten?

Las llamadas “family offices” se han vuelto cada vez más comunes como mecanismo de administración de la riqueza familiar. En ellas, el patrimonio familiar es administrado por especialistas que se dedican exclusivamente a los intereses del grupo.

A su vez, estas “family offices” se ponen en contacto con fondos de inversión que hacen de intermediarios y negocian para conseguir acuerdos rentables para sus clientes.

 

Aunque las inversiones están diversificadas, los miembros más jóvenes de estas familias han optado por invertir más allá de las tradicionales acciones que se comercializan en la bolsa y los bonos.

La forma de inversión ha cambiado en el caso de los grupos familiares cuyos activos son manejados por miembros de la segunda generación, dice el informe de iCapital Network.

Se muestran más proclives a hacer inversiones directas en la compra de empresas (que habitualmente no se comercializan en bolsa); en la compra de grandes edificios y en fondos de cobertura de alto riesgo.

La mayor parte de este tipo de operaciones están vetadas para los simples mortales, simplemente porque requieren montos gigantescos.

Un término que se ha hecho cada vez más común en estos círculos son los fondos de capital de riesgo (private equity, en inglés), un tipo de actividad financiera que consiste en la adquisición, por parte de una entidad especializada en capital inversión, del paquete mayoritario de acciones de una compañía.

Suelen ser procesos complejos, que involucran negociaciones confidenciales y con difíciles valoraciones de precios que se acuerdan entre las partes.

Ese es el terreno de juego de esta nueva “aristocracia inversionista“.

De acuerdo a un informe de la consultora financiera PitchBook, el valor de los acuerdos comerciales hechos por las más exclusivas “family offices” subió en cinco años de US$25.100 millones a US$100.600 millones.

Tanto dinero han acumulado las dinastías familiares, que en esta época —de extrema riqueza y desigualdad— pueden competir codo a codo con las grandes empresas multinacionales.

Y, hasta que no se produzca una nueva crisis global, es probable que la vara para entrar al selecto club de inversionistas “superricos” siga estando más alta.

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