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Guerra Comercial China – EE.UU.: por qué Pekín tiene tanta presión para firmar la paz económica con Washington

Estados Unidos y China se reunirán en Washington esta semana en lo que será el encuentro de más alto nivel desde que ambos países acordaron una tregua temporaria en su guerra comercial.

Las superpotencias tienen hasta el 1 de marzo para alcanzar algún tipo de acuerdo, o volverá la guerra de aranceles.

Las superpotencias tienen hasta el 1 de marzo para alcanzar algún tipo de acuerdo, o volverá la guerra de aranceles.

Tienen hasta el 1 de marzo para alcanzar algún tipo de arreglo o los aranceles volverán a subir y volveremos a entrar en una lucha comercial que nos afecta a todos.

Los observadores de China me dicen que Pekín está bajo una presión cada vez mayor para cerrar un trato.

Estos son los motivos.

Una economía que se desacelera

La guerra comercial puede no haber causado la desaceleración de China, pero definitivamente está empeorando las cosas.

Cifras publicadas la semana pasada mostraron que China registró la tasa de crecimiento más lenta desde 1990.

Pero eso en sí no es tan preocupante como otros datos revelados, incluido el hecho de que el índice de confianza del consumidor y las ventas minoristas se están estabilizando o debilitando.

Las pequeñas y medianas empresas en China están sintiendo el congelamiento, con pedidos e inventarios más bajos.

La presión que enfrenta el Partido Comunista debido al debilitamiento de la economía se reflejó en un raro reconocimiento por parte del presidente Xi Jinping, cuya legitimidad se basa, en parte, en mantener a China fuerte.

Xi Jinping.
Getty Images
El presidente chino, Xi Jinping, está bajo mucha presión para cerrar un acuerdo con Washington, aseguran los analistas. Xi Jinping

¿Perdiendo su atractivo?

También hay evidencias que muestran que las empresas extranjeras están diversificando sus cadenas de abastecimiento, producción y suministro fuera de China, o retirándose por completo.

Una reciente encuesta realizada por QIMA, un importante auditor de la cadena de suministro de Asia, señala que el 30% de más de 100 empresas globales están desviando su abastecimiento fuera de China a otros países.

Hasta tres cuartos de estas compañías han comenzado a buscar proveedores en nuevos países.

Si esta tendencia continúa, los empleos en las fábricas chinas estarán en riesgo: un informe reciente de JP Morgan sobre la economía China señala que el aumento del desempleo es uno de los principales riesgos a corto plazo.

La estabilidad social se basa en la estabilidad económica de China, y el Partido Comunista es muy consciente de que su credibilidad radica en hacer realidad el sueño chino para su pueblo.

El factor Huawei

El destino de Huawei también está en juego, tanto desde el punto de vista empresarial como diplomático.

A China le gusta mucho el simbolismo y “no cree en las coincidencias“, me dijo desde Pekín Einar Tangen, un asesor de asuntos económicos para el gobierno chino.

Tangen remarcó el arresto de Meng Wanzhou, la hija del fundador de Huawei, que ocurrió el mismo día en que el presidente Xi y su par de EE.UU., Donald Trump, se reunieron en la cumbre del G20 y declararon la tregua temporal entre las dos partes, estableciendo el plazo de 90 días para las negociaciones.

Meng Wanzhou (aquí con el presidente Vladimir Putin de Rusia)
Reuters
Meng Wanzhou (aquí con el presidente Vladimir Putin de Rusia) fue detenida en Canadá por pedido de EE.UU. y quedó en libertad bajo fianza mientras se tramita la solicitud de extradición.

 

Otro choque de fechas se avecina la semana próxima: la siguiente ronda de conversaciones en Washington tendrá lugar el mismo día en que EE.UU. debe presentar el pedido de extradición de Meng, quien fue detenida en Canadá.

“Ambas fechas son vistas como intentos por parte de EE.UU. de usar a Huawei para hacer palanca en las conversaciones comerciales”, dice Tangen.

Hay informes que señalan que EE.UU. también está preparando una investigación sobre Huawei que podría llevar a que se le prohíba a la empresa la compra de chips estadounidenses, una medida que paralizó a la china ZTE el año pasado.

Tangen advierte que empujar a Pekín terminará siendo contraproducente.

“Los chinos ven esto como EE.UU. tratando de rebajar a China”, dice.

“No tiene que ver con qué es correcto o incorrecto. Lo ven en el contexto de los 100 años de humillación que sufrieron a manos de Occidente y no quieren que eso se repita”.

Las firmas estadounidenses quieren un trato

Pero EE.UU. también está bajo presión para firmar un acuerdo.

Las empresas estadounidenses en China se han quejado del impacto de las tarifas de Trump en sus negocios, pero quieren que Washington firme un buen convenio.

El presidente chino Xi Jinping y su par estadounidense, Donald Trump, el 9 de noviembre.
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Hay mucha expectativa en EE.UU. de que las tácticas agresivas de Donald Trump con China den sus frutos.

 

“Este gobierno ha estado dispuesto a arriesgar la salud de la economía de EE.UU. con aranceles”, dice Stephen Kho, socio comercial internacional de la firma de abogados Akin Gump en Washington DC.

“Así que ahora que hemos llegado hasta aquí, las empresas quieren aprovechar este momento y llevarse algo significativo de estas conversaciones”, afirma Kho.

“Querrán ver una oferta de China de comprar más productos estadounidenses junto con promesas de cambios sistémicos”.

Una solución a la guerra comercial entre EE.UU. y China sería buena para todos.

Cuanto más impongan aranceles a los productos el uno del otro, más caros serán los productos para nosotros, las compañías reportarán menos ganancias y el crecimiento global se desacelerará.

Ambos lados están bajo presión para acordar un trato. Pero al fin y al cabo, como también señala Kho, esto es “un juego de la gallina”. Quien parpadee primero también puede ser el mayor perdedor.

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