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Qué es la “economía del karma” y cómo funcionan las redes sociales que la promueven en internet

Christy es estadounidense, pero vive en Guatemala. "Me encanta conocer gente nueva de todas las partes del mundo. Me resulta fácil conversar con otras personas. Me fascina la gente y aprender de los demás", asegura.

La "economía del karma" funciona a través de cadenas de favores. (Foto Prensa Libre: Getty Images)

La "economía del karma" funciona a través de cadenas de favores. (Foto Prensa Libre: Getty Images)

Dice también que le gustaría aprender a tocar el ukelele y tomar clases de español. A cambio, se ofrece a enseñar a jugar ultimate frisbee —un deporte sin árbitros que suele practicarse en la playa— y a dar clases de inglés.

Por eso se ha creado un perfil en una red social llamada Karma Tribe. Pero su nivel en la “escalera kármica” todavía es muy bajo. Aún no ha sumado ningún “punto de buena vibra” porque acaba de unirse a la “tribu”.

Aunque, de momento, ha recibido un favor por parte de otra usuaria del sitio web que revisó su currículum cuando estaba en plena búsqueda de trabajo.

“Espero que mis observaciones te resultaran útiles y te aportara una perspectiva distinta. ¡Suerte con la búsqueda!”, escribió en su perfil Cbaldry78, una “ayudante de la tribu” de Northampton, Reino Unido, especializada en escritura y edición de textos, que se dio de alta hace dos meses.

Puede que este lenguaje resulte extraño a quienes nunca hayan oído hablar de Karma Tribe.

Pero la red social “de buenas personas que se ayudan gratuitamente” ha crecido vertiginosamente en los últimos meses. Y no es la única.

Menos dinero, más favores

Detrás de Karma Tribe está David Grillot, un físico canadiense de 30 años radicado en Puntarenas, Costa Rica, que espera convertir este proyecto en un movimiento global.

“Estoy emocionadísimo con este proyecto porque siento que todos tenemos talentos especiales para compartir, y también que todos necesitamos ayuda con algunas cosas”, explica en su perfil, donde suma más de 20 puntos como “curandero de la tribu”.

“Es una forma de depender menos del dinero. Cada persona puede ofrecer lo que quiera y pedir lo que quiera. Y no tiene por qué ser un intercambio”, dijo en un documental que la productora neoyorkina Make a Change World divulgó en junio y que fue visto más de 350 mil veces en Facebook.

Como en la ley del karma que promueven religiones y filosofías como el budismo o el hinduismo, la idea básica es que las acciones y experiencias que protagonizamos en nuestra vida tienen causas y efectos en un ciclo que se repite eternamente.

“Hay gente dispuesta a ayudarte con diseño gráfico, con producción de video, consultoría de negocios…”, asegura Grillet.
Por ahora, su iniciativa está teniendo éxito. Ya suma más de 3 mil 300 usuarios de cerca de 60 países tras lanzarla en abril del año pasado.

Y la cultura costarricense tiene parte de culpa, según su fundador.

“En Costa Rica, la calidad de vida es más importante que las posesiones materiales. Así que la gente en Costa Rica y la gente que viene aquí son personas naturalmente interesadas en algo como Karma Tribe. 'Pura Vida' significa para mí estar conectado con la naturaleza que nos rodea”.

“Lo que nos limita principalmente es nuestra propia mente y nuestra propia historia sobre lo que es —y lo que no es— posible para nosotros”, añade Grillot.

En la página web de Karma Tribe anima a que las personas se ayuden entre sí y a que regalen todo aquello que no utilicen para “construir un mundo más colaborativo”.

Aunque hay algunas normas.

Por ejemplo, que todos los favores sean auténticos y genuinos, que no se ofrezcan “oportunidades de negocio” u otras formas de hacer dinero, ni publicidad, favores sexuales o intercambios que impliquen drogas o sustancias ilegales.

“A la vieja usanza”

Esa es también la línea que sigue Helpfulpeeps, una plataforma de voluntariado que opera en más de 40 países y que conecta a personas “que deseen compartir su tiempo, conocimientos y habilidades” con otras sin obtener dinero a cambio.

“La vida es mejor cuando ayudas a otros”, señala su lema.

En su sitio web afirman que no hay transacciones ni intercambios: “Es, simplemente, ayuda comunitaria a la antigua usanza”.

Fundada en 2015 por los Saf Nazeer y Simon Hills, dos emprendedores de Bristol, Reino Unido, la startup está creciendo rápidamente, afirman. Ya tiene más de 120 mil miembros en una docena de ciudades británicas (y esperan expandirse a nivel global).

“¡Bienvenidos a la economía del karma! Helpfulness es una red social que nació de la creencia colectiva de que la vida es mejor cuando ayudamos a los demás. Nuestro objetivo es devolver el espíritu comunitario en un mundo cada vez más desconectado”, dicen sus creadores.

En su página de Facebook, —que siguen más de 58.000 personas— comparten historias como la de Boo, un perro pug cuyo dueño no podía cuidar durante dos semanas por exigencias laborales. “Conocí algunas personas que se ofrecieron a cuidarlo”, explica el propietario de la mascota.

Para participar en la red social, los usuarios tienen que darse de alta y publicar una petición o navegar entre las peticiones de otros a quien puedan ayudar.

“Cada vez que ayudas a alguien, sumas karma”, explican sus fundadores.

Cada vez son más las iniciativas de este tipo. En España, el catalán Albert Dedeu creó la red de voluntariado global Instant Karma, que pone en contacto a voluntarios, organizaciones no lucrativas, empresas y universidades.

“Te ayudaremos a encontrar personas que desean contribuir con tu causa apoyando tus proyectos con sus habilidades, de forma altruista y gratuita“, se lee en su página web.

Entre los proyectos que promueve hay entrenamientos deportivos a personas con discapacidad, clases de alfabetización o teléfonos de la esperanza.

“¿Por qué no crear tecnología que nos ponga en contacto con personas que necesiten nuestra ayuda”, dicen en su blog. “Queremos colaborar para tener impacto social positivo en el mundo”.

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