Economía

Centenario Gran Bazar de Tambriz sigue “vivo y coleando”

El Gran Bazar de la ciudad iraní de Tabriz, con casi mil años de historia a sus espaldas, aún es a día de hoy uno de los mayores y más importantes nudos comerciales de Oriente Medio y exhibe una imponente vitalidad comercial en un entorno reconocido como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.

Tienda en el Gran Bazar de la ciudad iraní de Tabriz. (Foto Prensa Libre: EFE)

Tienda en el Gran Bazar de la ciudad iraní de Tabriz. (Foto Prensa Libre: EFE)

Ni terremotos, ni la invasión de los mongoles en el siglo XIII, ni las durísimas sanciones económicas que en la actualidad aún lastran la economía iraní han podido desmoronar el afán comercial de este lugar, considerado como el mayor bazar cubierto del planeta, y que pese a su estructura y prácticas centenarias, aún se mantiene “vivo y coleando”  con mucha fuerza, según pudo constatar EFE y según lo expresaron sus propios comerciantes.

Bajo aproximadamente unos 2.5 kilómetros cuadrados de bóvedas, en el Gran Bazar de Tabriz, ciudad ubicada a unos 600 kilómetros al noroeste de Teherán, late aún con mucha fuerza un corazón capitalista que une tradición y modernidad en un entorno histórico de privilegio en donde el turismo brilla por su ausencia.

Las alfombras son todavía, tal y como siempre fueron desde los orígenes del bazar, las reinas de un mercado que ya fue reconocido como uno de los más importantes del mundo por viajeros como Marco Polo  (1254-1324).

Sin embargo, en el bazar se negocian y se venden cada día productos que van desde los diamantes a la grasa pura de cordero, sin dejar de lado a la curiosa y omnipresente ropa interior de lana de camello, un artículo imprescindible para los crudos inviernos de la región.

“Esto es a la vez un mercado mayorista y minorista, y técnicamente no es uno, sino varios bazares de diversos productos, como zapatos, cuero, oro, joyas, juguetes, papelería, ferretería, textil, cuerdas y muchas otras cosas” , explicó a EFE Behzad, un joven y políglota “bazarí”  vendedor de alfombras de seda.

Desde su pequeño local y junto al enorme samovar con el que invita a té a todo aquel que se deja pasar por allí, Behzad controla un negocio de exportación y venta que, según confesó “quedó muy disminuido”, tal y como toda la actividad en el bazar, por las sanciones económicas contra Irán.

“Sobrevivimos por el mercado minorista local, que es muy importante. Tabriz es el centro de la región del Azarbayán iraní, pero su negocio se extiende por todo el Cáucaso, a Turquía, a la zona del Kurdistán, y por todo Irán, claro. Particularmente las alfombras, han seguido siendo deseadas por los que buscan lujo de todo Oriente Medio”, apuntó.

Los casi 7 mil locales que hay en el Gran Bazar de Tabriz dan empleo a más de 15 mil personas.

Cada día, bajo su techo se producen millones de pequeñas transacciones que “tan solo en el mercado de alfombras”  superan los millones de dólares.

“Para ser honestos, los iraníes son conservadores en sus negocios y no hablan del dinero que manejan. Pero claramente se compra y se vende en el valor de los millones de dólares” , añadió.

Hadí, otro joven trabajador del bazar y guía turístico, consideró que el hecho de que este lugar no sea ampliamente conocido en el mundo exterior pese a su reconocimiento internacional por la Unesco y su importante peso económico, se debe a los “celos”  que suscita el éxito del Azerbayán iraní en el resto del país.

Los azeríes constituyen la mayor de las minorías étnicas y lingüísticas de Irán, y según consideró Hadí, “dominan el segundo negocio del país, las alfombras”, además de tener “mucha presencia en el poder político”  iraní. El propio líder supremo  (Alí Jameneí) es de familia azerí. Por eso es raro que muchos viajeros que llegan a Irán no vengan aquí. Es como ir a Francia y solo conocer París. En Tabriz y su área hay muchos lugares para ver y descubrir“, apuntó.

En ese sentido, recordó que el Gran Bazar de Tabriz estaba en mitad de la Ruta de la Seda y que llegó a tener hasta 24 “caravanserais”, los hoteles para caravanas de la época.

“Este era un lugar de comercio masivo internacional y venía a visitarlo gente de todo el mundo. Ahora falta eso”, se lamentó.

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