Economía

Iluminación en botellas

Después de unos cortes fallidos y varias noches de desvelo, Héctor Molina Soria creó su primera lámpara con tres botellas de diferentes colores, unidas por un cable eléctrico sobre una base de madera rústica.

Lo que serviría para agradar a alguien especial —hecho con sus propias manos— como regalo de cumpleaños, se convirtió en el primer paso para iniciar su negocio, que llamaría Creaciones Hangaro.

El regalo fue “la sensación” de la noche, cuenta Molina Soria, emocionado; esos comentarios lo animaron a materializar su sueño .

A partir de ese día, entre los mismos familiares empezaron los pedidos y luego de dos años el negocio ha crecido de manera sostenida.

El negocio, integrado por el núcleo familiar, da confianza en sus clientes, asegura su fundador.

Cada uno de sus integrantes juega un papel clave en el proceso de fabricación, aportando ideas innovadoras y modernas. En la actualidad cuentan con más de 25 estilos de lámparas diseñadas por ellos mismos.

Asimismo, brindan la opción de que las personas interesadas puedan traer sus propias botellas, que han guardado a lo largo de los años y tienen un valor especial.

“Estas son reutilizadas para elaborar las lámparas y si así lo desean pueden sugerir su propio diseño”, asegura Molina.

El tiempo de entrega varia, según el número de pedidos que mantengan en la fábrica.

Cada mes se elaboran entre seis y ocho lámparas, debido a que el proceso es manual, artístico y artesanal, y pueden llevarse entre dos a tres semanas para entregar un pedido.

Ingenio en una botella

La máquina que utiliza Héctor Molina para cortar los envases y botellas de vidrio fue creada y perfeccionada por él.

“Con tantos aportes e ideas de internet con hilo, resistencia y un cortador manual fui haciendo pruebas, pero no fue fácil”, enfatiza.

Todo este proceso le tomó tiempo para perfeccionar la máquina y en la actualidad es la que utiliza para cortar.

El emprendedor comenta que está en proceso de fabricar una segunda máquina y ya cuenta con los elementos para ello; sin embargo, aún no cuenta con la patente de su invento.

“Aún no hemos patentado la máquina, necesitamos registrarla para poder replicarla y crear otra más grande”, expuso Molina Soria.

El proceso para fabricar una lámpara consiste en lavar el o los envases, secarlos —que puede llevar dos días—; lo vuelven a lavar y secar, seguidamente se hace el corte deseado con base al diseño solicitado, culminando con la colocación en la base de madera y como último paso, la electrificación de la lámpara.

Molina prevé en el mediano plazo estar preparados para exportar a otros países como El Salvador y México. Para lograr este propósito, dos de sus hijos reciben capacitaciones en el tema y participan en ferias donde pueden mostrar y vender sus productos, como en Paseo Cayalá y en San Cristóbal.

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