El alcalde de la capital bávara, Dieter Reiter, inauguró la 182º edición de la Oktoberfest, el mayor festival dedicado a la cerveza en todo el mundo, al servir la primera pinta.
La fiesta, que empezó celebrándose en octubre para conmemorar el matrimonio de Luis II de Baviera, se adelantó para disfrutar de un clima más agradable. En sus 16 días de duración, se prevén seis millones de participantes, que deberían dejar unos 1 mil millones de euros para la economía local.
Wilfried Blume-Beyerle, encargado de la Oktoberfest en el gobierno bávaro, explicó que los visitantes de la fiesta será orientados directamente hacia la salida sur de la estación ferroviaria, cerca del Wiesn, el lugar donde se reúnen los bebedores de cerveza.
Se estima que, hasta su cierre, se habrán consumido siete millones de litros de cerveza, aunque este año la “Maß”, tradicional jarra de litro, costará 10,40 euros, un máximo histórico y casi el doble de los 5,30 euros que valía en 1995.
El origen de esta fiesta popular se remonta a 1810, cuando en la ciudad se celebraron durante cinco días las bodas del príncipe Luis de Baviera con la princesa Teresa de Sajonia-Hilburghausen.
Sólo el cólera en el siglo XIX, las dos guerras mundiales y la hiperinflación que sacudió a Alemania en 1923 y 1924 obligaron a cancelar el evento, que se ha celebrado ininterrumpidamente desde 1946.