Economía

Sentado en un banco

Por estos días muchos de nosotros, espero más que menos, somos intermediarios de dineros que pasan de las empresas a nuestros bolsillos y de allí a diferentes comercios para continuar la rutina económica, unos demandando y otros ofreciendo; cada quien intentando cubrir sus necesidades y de ser posible satisfacer uno que otro gusto para hacer de las fiestas de fin de año un verdadero placer.

Tengo algunos recuerdos y también amigos, eso si, menos que más, que expresan como lo hacía el abuelo, que el dinero se guarda en casa, tradicionalmente debajo del colchón. Con el nacimiento del sistema bancario, la gran mayoría preferimos resguardar los pocos o muchos recursos en dichas instituciones.

En mi caso soy total creyente en utilizar la banca, por muchas razones; seguridad, facilidad, control, creación de record crediticio y comercial y en especial con las nuevas herramientas y plataformas electrónicas todo está al alcance de la mano, un clic y ya; lo que antes podría llevarnos horas, ahora se hace en minutos, eso se llama mejor calidad de vida.

Cuando un cliente coloca su dinero, mucho o poco, eso es muy subjetivo, lo que para unos podría parecer poco, puede que para otros sea bastante; por ello, creo que el solo hecho de colocar el dinero debe representar para todos los proveedores del servicio “bancos”, un compromiso serio, no solo de resguardar y ofrecer un buen servicio, sino especialmente de comportarse éticamente, de acuerdo con los compromisos adquiridos al momento de abrir una cuenta o extender una tarjeta de crédito.

Hoy decidí sentarme en el banco porque me sorprende desagradablemente que se esté creando un comportamiento repetido, con peligro de convertirse en hábito, me refiero a la aparición de cargos en los estados de cuenta o tarjeta de crédito que no han sido autorizados por el cliente y que simplemente se debitan, constituyendo una pérdida de confianza en las instituciones bancarias que los aplican.

Lamentablemente, no es solo una institución, parece que ya se han inscrito varias en dicha práctica, al hacer un pequeño muestreo comprobé que efectivamente se debitan montos reducidos para el cuentahabiente, y puede que no representen una suma grande, pero al sumar puede que sí lo sea. Lo interesante del ejercicio es que cuando el usuario se da cuenta, reclama y en la mayoría de los casos le reintegran su dinero, clara demostración que no es correcta esta práctica.

Mi reflexión es que cuando la confianza respalda las relaciones en cualquier ámbito personal o empresarial, la abundancia rige, pero cuando descubres, por ejemplo, que acordado que no te cobran una cuota anual y la cargan, pidiendo excusas después por ello, el negocio tiende a la escasez.

Animémonos a evidenciar y no aceptar ese comportamiento, solicitando a directivas de las instituciones bancarias para que instruyan a sus colaboradores, señalándoles que los negocios no se hacen quitando centavos, surgen de acumular billetes con figuras confiables; mientras eso no ocurra, sigo sentado en el banco. Hasta la próxima.

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