Economía

“Si no actuamos rápido, la zona euro dejará de existir en 10 años”

Emmanuel Macron, titular de Economía, es el ministro más joven del Gobierno francés y probablemente el más brillante, pero también el más controvertido. Los críticos del Partido Socialista le tachan de “liberal” por su ley para modernizar la economía, aprobada definitivamente este jueves por decreto.

Emmanuel Macron, Ministro de Economía (Foto Prensa Libre: AFP)

Emmanuel Macron, Ministro de Economía (Foto Prensa Libre: AFP)

Afirma que él está para reformar, para influir en la “transformación ideológica” de la izquierda. La entrevista fue realizada en su despacho horas antes de partir de visita a España, por el periódico global El País.

Tras 11 meses como ministro y con solo 37 años, ¿ha decidido ya continuar en la política?

Me gusta lo que hago, que es cambiar muchas cosas. Esta etapa me da la oportunidad de cambiar líneas de trabajo, de reformar, y de intentar también una renovación ideológica de la izquierda en Europa. Me interesa una apertura, una modernización, una transformación ideológica de la izquierda.

¿Cuál es hoy el papel de esa izquierda?

Ser de izquierdas, socialdemócrata, es poder modernizar la economía, dándole importancia a la justicia social. En el caso de Francia, aportar una inversión suficiente, mantener el empleo, eliminar bloqueos…

¿Qué bloquea la economía francesa?

Hay una sobrerregulación. Debemos eliminar los bloqueos que impiden, sobre todo a los más jóvenes, entrar en el mercado. Hay que permitir la emancipación individual garantizando la solidaridad colectiva.

Dentro del PS hay oposición a sus reformas; a su ley.

En el PS hay una mayoría clara a favor de las reformas. Hay resistencias en todos los partidos, pero también en las profesiones reguladas y en estamentos intermediarios.

¿O sea, donde hay corporativismos?

Exactamente. Lo que ahoga a Francia es el corporativismo y la desconfianza.

¿Está saliendo Francia de la crisis?

Está preparada para acelerar la recuperación.

En comparación con otros países, como España, se han hecho pocas reformas.

En el terreno presupuestario, España ha hecho reformas muy rápidas y brutales, pero la situación en Francia era muy diferente a la de España al inicio de la crisis.

Y Francia no ha tocado su modelo social.

Hemos modernizado el modelo social y la economía sin recortar derechos. La cuestión es cómo financiamos ese modelo. Se ha financiado con las cargas sobre el trabajo, en detrimento de la competitividad. Queremos dar facilidades a quienes quieren emprender, invertir y trabajar; más flexiseguridad, adaptabilidad y simplicidad.

¿Conoce los efectos de las reformas en España?

Esas reformas han sido duras y también responsables, pero hoy hay una recuperación económica e industrial impresionantes.

Y mucho desempleo.

Sí, es un problema preocupante que va disminuyendo. El desafío para España es crecer y reducir el paro y las desigualdades.

¿Hay también una crisis de identidad en la izquierda?

Los automatismos que podía tener la izquierda tradicional ya no son válidos. Ser de izquierdas en Francia era ser el partido de la expansión de derechos con más dinero público, pero eso ya no es posible. De otro lado, el partido que más dinero público ha gastado ha sido la derecha de Nicolas Sarkozy durante cinco años. Había una crisis, pero esa crisis no justificaba el mismo gasto en Alemania o Italia. La izquierda debe pensar ahora de manera diferente. Debe ser el partido de la emancipación por el trabajo y solidaridad. Todo el bagaje de la izquierda debe ser revisado con respecto a la igualdad.

¿Está cambiando el Partido Socialista?

Eso espero.

¿De ser socialdemócrata a ser socioliberal?

Espero que se convierta en socialdemócrata.

Sus críticos dicen que usted es liberal.

Las etiquetas importan poco. Me son indiferentes. Y yo asumo plenamente las cosas. Y no hay que estar en la ambigüedad. El liberalismo político es un elemento de la izquierda. La izquierda es el partido de la emancipación y la libertad, en coordinación con la solidaridad. Si no, la izquierda se convierte en un partido conservador.

¿Cómo describiría la situación en Europa?

Europa vive un momento de verdad histórica. En nuestros países, porque debemos hacer reformas. Por nosotros mismos y por Europa. En Francia, desde luego. Sin una Francia fuerte, no habrá una política europea constructiva de altura. Es el momento de la verdad porque la zona euro revela las ambigüedades que se aceptaron hace diez años.

Las ambigüedades de la moneda única.

Sí. Hemos compartido una moneda mientras se ampliaban las divergencias económicas. Nuestras economías se han alejado al igual que nuestros pueblos. Desde el no francés y holandés a la Constitución europea hace diez años, no ha habido avances importantes en la UE. La crisis griega es el síntoma de un problema mucho más profundo. El síntoma de que la zona euro no tiene medios para llegar hasta al final. No ha creado los mecanismos de solidaridad que debe acompañar a una zona monetaria. Es un proyecto político que se ha quedado solo en una zona de cambio. Hemos puesto en gran riesgo a la zona euro. La salida del euro de Grecia no sería solo un fallo económico, sino político. No hacer todo lo posible para que Grecia se mantenga en la zona euro es aceptar un retroceso de Europa.

¿Y cómo ha gestionado Syriza el problema?

En Francia hay una visión romántica. El discurso de la solidaridad debe estar acompañado del de la responsabilidad. Tenemos que abordar las raíces, el origen del problema de la zona euro. Por eso, hice propuestas con el ministro alemán Sigmar Gabriel. Propusimos pistas. Sobre todo hay que tener una agenda de convergencia económica, fiscal, de mercado laboral, un modelo social, políticas de solidaridad…

Usted prefiere una Europa a dos velocidades.R. Ya existe, pero yo propongo una Europa de doble proyecto más que de dos velocidades. Y añado que el statu quo de la zona euro no es posible. No moverse es aceptar que la zona euro deje de existir en diez años. El debate hay que hacerlo democráticamente. Si no actuamos rápido, la zona euro se disolverá. O vamos más lejos o todo se va a desmontar. El statu quo y la ambigüedad nos conducen a la demolición de la zona euro.

¿Ejerce hoy Francia el peso que le corresponde en la Unión Europea?

El presidente Hollande hizo propuestas importantes en la primavera de 2013. Francia tiene que desempeñar un papel histórico. Tenemos que avanzar. Debemos construir con otros países un proyecto renovado más allá de la crisis griega.

¿Y cuál debe ser ahora la solución para Grecia?

Un compromiso. Con reformas ambiciosas por parte de Grecia, pero que no destruya la economía del país, que ya ha sufrido mucho a costa de la austeridad. Tiene que profundizar en sus reformas estructurales. Más competitividad no significa más austeridad. Y hará falta aligerar la carga de la deuda para no ahogar la economía griega. E importantes inversiones porque serán esenciales para sostener el crecimiento.

Usted apostó de inmediato por no romper el diálogo y por no pretender un nuevo Tratado de Versalles con Atenas.

Descartamos ese riesgo de inmediato y dije que había que mantener abierta la puerta de la negociación, del diálogo. Es necesario para Tsipras y para Europa. Ganó el no y Tsipras no ha sido arrogante. Tsipras se ha comportado inteligentemente al proponer regresar a la mesa de negociación. Era importante reanudar el diálogo.

Pero usted también ha sido muy crítico con Syriza.

Sí. El desafío hoy consiste en ayudar a Grecia sin generar la sensación en otros países que han hecho esfuerzos, como España o Portugal, que todo resulta más fácil cuando echas un pulso. Eso es muy importante para mí, y por eso he tenido un discurso duro con Syriza, que no siempre ha sido plenamente cooperativo. Ya sé que lo que digo no gusta a muchos, pero creo que cometió un error de fondo. Algunos opinan que, para defender a Grecia en el euro, hay que considerar a Tsipras un héroe formidable. No es el caso.

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