Guatemala

Cancillería con mala imagen en el exterior

Este año el Gobierno siguió dando prioridad a Belice y olvidó mejorar relaciones con otros países

64 días fue el lapso entre las primeras críticas de Otto Reich y la renuncia de Gabriel Orellana. Las relaciones con EE.UU. atraviesan por un mal momento.

39 meses han transcurrido desde el reclamo de más de 12 mil Kms. cuadrados del territorio de Belice; sin embargo, el país no pudo alcanzar esa meta.

Desde que llegó al poder, el FRG enfocó su política exterior en solucionar el diferendo con Belice, y se olvidó del resto de la política exterior. Desde octubre empezó una avalancha de críticas de la comunidad internacional, por la poca transparencia en el gasto y la corrupción, y la Cancillería no pudo hacer nada para evitarlo.

Este terremoto en la diplomacia guatemalteca provocó que el ministro, Gabriel Orellana, renunciara el viernes pasado.

El presidente Alfonso Portillo la aceptó sin oponerse y el 16 de diciembre nombró en el puesto a Edgar Gutiérrez, ex secretario de análisis estratégico, quien tendrá que convencer a los países amigos de que vuelvan a creer en el Gobierno.

Será una tarea difícil, debido a la tensa relación con los países donantes tras las críticas públicas de Estados Unidos y diplomáticos acreditados en el país durante el último trimestre del año, aseguran analistas consultados.

Grupo Consultivo, en febrero

El 2002, sin embargo, no empezó del todo mal para el Ministerio de Relaciones Exteriores. En febrero se llevó a cabo en Washington, EE.UU., la reunión con el Grupo Consultivo para definir la continuidad de la ayuda económica para el proceso de paz.

El Gobierno regresó con una promesa de ayuda a cambio de cumplir con varios compromisos. Las puertas estaban de nuevo abiertas.

Pero en vez de demostrar a la comunidad internacional voluntad de cumplir con cada uno de los puntos de la agenda de la paz, la Cancillería continuó enfocando todos sus esfuerzos a la solución del diferendo con Belice.

Cerca de una solución

Se acordó escuchar las propuestas de dos conciliadores. Portillo se mostró tan convencido de la cercanía a una solución, que el 15 de abril aseguró: ?Antes de que llegue junio, podemos tener resuelto este conflicto histórico?.

El Gobierno desechó las recomendaciones desde el día de su publicación. ?Evidentemente, no coinciden con la reclamación guatemalteca (…), pero la decisión la tomará el pueblo (…) a través de una consulta popular?, refirió el viceministro Ramiro Ordóñez en conferencia de prensa el 17 de septiembre.

Pasaron tres meses y el Gobierno no expresó una postura definida ni convocó a una consulta popular que debía realizarse antes del 30 de noviembre, según las recomendaciones.

Tormenta diplomática

El 10 de octubre, el estancamiento en el caso Belice pasó a un segundo plano. Otto Reich, subsecretario de Estado de EE.UU., criticó ante el Congreso de su país a la administración de Portillo.

Reich dio a entender que algunos funcionarios gubernamentales tienen vínculos con el crimen organizado y aseveró que la lucha contra la corrupción es ?pura palabrería?.

Esto hizo que subieran de tono las presiones de EE.UU., que en marzo empezó con el retiro de visas a funcionarios implicados en actos de corrupción, como los ex ministros Luis Rabbé y Byron Barrientos.

Las críticas continuaron por parte de ese gobierno y fueron acuerpadas por diplomáticos integrantes del Grupo de Diálogo, que amenazaron con disminuir la ayuda económica para 2003 si no se observan cambios.

Pero esto no sería lo peor. EE.UU. podría descertificar a Guatemala como aliado en la lucha contra el narcotráfico y sacarlo del sistema de preferencias, lo que traería aislamiento al país.

Para evitar esta amenaza, Edgar Gutiérrez deberá realizar una titánica tarea. Hoy, en su tercer día como Canciller, partió hacia Estados Unidos, México y la ?capital? de la Unión Europea, Bélgica, para intentar salvar la imagen de Guatemala.

Criticas: Relaciones tensas con Estados Unidos

Después de dos años de luna de miel con la Embajada norteamericana en el país, las relaciones con EE.UU. empezaron a enfriarse desde las declaraciones que ofreció el 10 de octubre Otto Reich, subsecretario del Departamento de Estado, ante el Congreso estadounidense, quien acusó al gobierno del FRG de tener nexos con el narcotráfico y de no esforzarse en combatir la corrupción.

La acción inmediata de la Cancillería fue retirar al embajador de Guatemala en Washington, Ariel Rivera.

El diplomático pasó dos meses en consulta; luego fue enviado a la misión diplomática ante la sede de la ONU en Suiza. El cambio, ya planeado desde agosto, se precipitó tras las declaraciones de Reich. A Washington llegó Antonio Arenales Forno, quien fungía como jefe de misión en Suiza.

El ambiente siguió enrareciéndose con las percepciones sobre Guatemala del nuevo embajador de EE.UU. en el país, John Hamilton. Desde entonces, las relaciones con el ?grande del Norte? se han enfriado. Ejemplo de ello es la visita del asistente de Reich, Dan Fisk, para verificar la situación nacional.

Entretanto, el embajador en funciones, Steven McFarland, hizo pública su preocupación por el narcotráfico, la corrupción y unas elecciones limpias.

Políticas erradas

Este año, la comunidad internacional se volvió mucho más escéptica:

? Después de la ?victoria? en enero con el Grupo Consultivo, quien postergó la ayuda, la Cancillería no ha tenido más aciertos.

? Estados Unidos parece haber perdido la confianza en el Gobierno.

? La Unión Europea ha condicionado su ayuda al cumplimiento de los acuerdos de paz.

? Hay una relación tensa con el Banco Mundial.

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