“A cómo va el registro (de casos) en las primeras semanas de este año estamos creyendo que tendremos un incremento importante del dengue”, dice Lorena Gobern, jefe de Epidemiología del Ministerio de Salud.
Durante el 2019 hubo más de 50 mil guatemaltecos contagiados, la incidencia fue de 285 por cada 100 mil habitantes. Murieron 77 personas. Ese fue el período con el mayor registro en más de una década. El 2023 podría ocurrir un brote similar.
La explicación es que cada cuatro o cinco años se da un alza en los contagios por el aumento de la circulación del virus en el país, y esto lleva a que más personas estén expuestas a la enfermedad. Ese tiempo está por cumplirse.
Los casos registrados en lo que va del año hasta el 11 de febrero es un claro ejemplo, pues se reportan 593 y se observa un 71% más de infecciones comparado con el mismo período del 2022. Muertes confirmadas por el Laboratorio Nacional de Salud es una y ocurrió en Quetzaltenango, se trata de menor de 9 años. Hay tres decesos más en investigación.
En Guatemala circulan los cuatro serotipos del dengue (DENV-1, DENV-2, DENV-3 y DENV-4), y es uno de los tres países de Latinoamérica, junto con México y Brasil, que albergan todos los tipos. Esto pone en mayor riesgo a la población de enfermar, ya que una misma persona puede contagiarse en distinto momento con las diferentes variantes, y en cada infección hay peligro de complicaciones o de presentar un cuadro grave.
Esta situación se debe a que el cuerpo puede desarrollar resistencia —inmunidad permanente— para un serotipo, pero no para el resto, lo cual propicia el incremento de casos.
De acuerdo con el informe de la Situación epidemiológica de las arbovirosis en Guatemala del Ministerio de Salud, es el tipo DENV-2 el que predomina en el territorio nacional. No es usual, pero en 2020 se identificó varios pacientes que se contagiaron con dos serotipos al mismo tiempo, lo que se denomina infección concurrente.
A nivel nacional la mayor incidencia para dengue se concentra en los departamentos de Quetzaltenango, Petén, Baja Verapaz, Zacapa, Chiquimula, Suchitepéquez y Jalapa. Donde no se observaron contagios fue en Sololá.
De los 593 casos reportados el 17% son por dengue con signos de alarma, y la mayor probabilidad de enfermar se presentó en Quetzaltenango y Suchitepéquez.
Uno de cada dos casos ocurrió en menores de 15 años, pero los niños, ancianos, mujeres embarazas y personas con algún tipo de compromiso inmunológico son los más vulnerables a tener complicaciones.
Comportamiento cíclico
Hay períodos en que las infecciones por dengue aumentan, son años epidémicos, y sucede no solo en Guatemala, sino en países de la región.
En 2008, por ejemplo, se reportaron tres mil 281 casos, una cifra baja que aumentó a 17 mil 938 durante el 2010, según información oficial. Al siguiente año descendió a tres mil, para incrementar de nuevo en 2014 y llegar a 19 mil 863. De nuevo bajó y en el 2017 se registraron cuatro mil 241.
Fue en 2019 que se dispararon los contagios a 50 mil 886 y drásticamente bajaron en el 2020, aunque el ingreso de la pandemia del covid-19 pudo afectar, ya que los servicios de salud funcionaron de manera intermitente y la población no se acercó a consultar, y esto ocasionara un subregistro de contagios. Además, el que las personas estuvieran confinadas en sus hogares llevó a que eliminaran los criaderos de zancudos y es probable que el vector circulará menos.
Pero también, con la disminución de casos de coronavirus “es posible que otros virus aprovechen (a aparecer), las personas, también, están relajando de alguna manera las medidas de previsión”, dice Gobern, lo que puede sumar al comportamiento cíclico del dengue.
Indica que la explicación más cercana al incremento de contagios cada cierto tiempo en epidemiologia se conoce como “acúmulo de susceptibles”, es decir, que cada año se acumula una cantidad de personas que no han enfermado con cualquiera de los serotipos del dengue, y al momento en que se eleva la circulación del virus, quienes no se han contagiado están más expuestas a infectarse.
A criterio de Celia Cordón, directora del Centro de Estudios en Salud de la Universidad del Valle de Guatemala, el mayor registro de casos puede deberse a las prácticas para almacenar agua, menor control de criaderos de zancudos, resistencia a los insecticidas usados para eliminar al vector y mayor frecuencia de picadura de mosquito a las personas.
Amenaza voladora
La Organización Panamericana de la Salud (OPS) menciona que el mosquito portador del virus dengue es el Aedes aegypti, el cual se reproduce en agua limpia estancada.
Si bien las condiciones climáticas —temperaturas cálidas e incremento de humedad— propician la proliferación vector responsable de transmitir el virus, la costumbre de la población de guardar agua para el consumo en recipiente, debido a la escasez del líquido en los hogares, ocasiona que los criaderos del zancudo estén cerca de las personas.
Los síntomas de la enfermedad son dolor intenso de cabeza, detrás de los ojos, músculos y articulaciones, enrojecimiento de la piel. En casos graves el paciente puede presentar dificultad respiratoria y daño de algunos órganos. La atención médica del dengue es sencilla, siempre que se diagnostique a tiempo.
Gobern refiere que la prevención es importante y el Ministerio de Salud pone en marcha una campaña educacional para que las personas eliminen los criaderos del mosquito, al lavar pilas y toneles periódicamente, desechar llantas, botellas y otros recipientes donde el agua se pueda estancar tanto dentro como en los alrededores de las casas, escuelas y sitios de trabajo.
En el inicio de la temporada de transmisión del dengue, el Departamento de Epidemiología del Ministerio de Salud emitió el 20 de febrero pasado una alerta institucional, que conlleva la vigilancia epidemiológica, la aplicación de protocolos para la detección, notificación y registro de casos en hospitales y áreas de salud.
