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Drago y Donald, dos corazones para rescatar vidas

Dicen que el perro es el mejor amigo del hombre. La historia del Donald Miguel Piedrasanta Pérez y el can Drago, es un claro ejemplo y el rescatar a sobrevivientes es el trabajo en equipo que los une.

Donald Piedrasanta adoptó a Drago hace un año y medio, para luego trabajar en equipo rescatando vidas. (Foto Prensa Libre: Estuardo Paredes)

Donald Piedrasanta adoptó a Drago hace un año y medio, para luego trabajar en equipo rescatando vidas. (Foto Prensa Libre: Estuardo Paredes)

Piedrasanta Pérez, de 34 años, ha amado a los perros desde niño. El primer can que adoptó se llamaba Tufi, pero una semana después lo devolvió al encontrar a sus dueños. Su esposa veterinaria de profesión, su bebé y seis perros a los que ha adoptado son su familia.

“Mi madre sembró esa semillita en mí. Era un sueño tener un perro rescatista, es como querer tener un Ferrari. Soñaba con tener algo para ayudar. Mi anhelo era servir”, compartió Piedrasanta Pérez con ímpetu.

Primeras tareas

En la tragedia ocurrida en el Cambray 2 –2015–, Donald vio la necesidad que hay en el país de perros rescatistas. Con ayuda de Héctor Orellana, entrenador experto en el país, Donald vio una luz al final del túnel. El costo que tiene un perro rescatista es de unos US$7 mil. Más el entrenamiento que debe tener. Pero Orellana le dijo: “Te voy a regalar el curso”, valorado en US$3 mil 500 aproximadamente.


Donald emprendió a la tarea de buscar en muchos refugios a un perro que llenara los requisitos. En marzo del 2016, mascotas por Amor lo llamó para indicarle que tenían un perro candidato. Llegó a la casa de una familia que tenía un labrador terrier de 1 año y medio. Había sido dado en adopción, pero al final los interesados nunca llegaron por el can.

Drago nació en Quetzaltenango.  Donald lo adoptó hace un año y medio.  Luego de cuatro meses de entrenamiento, certificado por Máster K9 Latinoamérica, Drago se convirtió en uno de los perros rescatistas guatemaltecos de los Municipales.

El perro rescatista

Drago es “un perro pelotero, juguetón”. “Tú me encuentras a una persona y yo te doy tu pelota”, reconoce Drago, quien refiere que el trabajo del can es condicionado, pues al momento de localizar a una persona con vida, como recompensa se le da su pelota, que agitado la juega. También hay perros que solamente localizan a personas fallecidas o ambos casos, explica el socorrista.

Un perro rescatista tiene 50 por ciento más células olfativas que un ser humano. Además, tienen la capacidad de lograr un hallazgo en 5 minutos, mientras que 35 bomberos lo lograrían en una hora.

La primera labor de Drago fue en el rescate de un turista en el Volcán de Acatenango. También apoyó con la búsqueda de un niño que fue arrastrado por un río en Santa Isabel 2, Villa Nueva.


“Drago es un bebote. El vínculo es muy especial. Es un colega y un amigo muy fiel”, admite Donald.

Tiene entrenamiento una vez al mes. En caso de una eventualidad, los CBM convocan a Drago y Donald para la labor de rescate. Fuera de esa labor, Drago disfruta de ser un perro normal en casa mientras Donald atienden su negocio de grooming –aseo higiénico para perros–.

“Tener un perro de rescate es como tener un niño de 5 años. Tienes que aprender a cuidar del perro y a cuidarte de ti, para no entorpecer las labores de rescate. Es importante capacitarte”, puntualizó Donald.

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