Comunitario

La maestra que enseña cantando

Trece niños se toman de las manos. Dan vueltas como un carrusel. Sonríen y cantan. Al centro, una alegre maestra aplaude y canta con la música que reproduce su teléfono. Así son los días de clases en la Escuela San Bartolo Aguas Calientes, Totonicapán.

Sonia Menchú, junto a una de sus promociones de preprimaria, en la escuela rural de Totonicapán donde trabaja desde hace 11 años. (Foto Prensa Libre: María José Longo)

Sonia Menchú, junto a una de sus promociones de preprimaria, en la escuela rural de Totonicapán donde trabaja desde hace 11 años. (Foto Prensa Libre: María José Longo)

Para llegar a su escuela, Sonia Antonieta Menchú Tzul, de 40 años, toma dos buses y camina durante unos 30 minutos por un estrecho sendero en la montaña. El encuentro con sus alumnos es un golpe anímico que ameniza con música.

Sonia es una maestra que diseñó un método de aprendizaje que combina dos pasiones en su vida: la música y la enseñanza. Lo aplica con niños de preprimaria, en una escuela rural en la cual trabaja desde hace 11 años.

Su método le ha valido ser galardonada con el premio Maestro 100 puntos, otorgado por Empresarios por la Educación.

Motivación

Sonia no quería ser maestra. De niña tuvo una mala experiencia en primero primaria que le arrebató en ese momento el deseo. Ella quería ser cantante y vivir de la música.

El tiempo y el entorno donde creció hicieron que de alguna manera combinara esas dos profesiones, una por vocación y la otra, por pasión.

Sonia es licenciada en Educación Inicial y Preprimaria por la Universidad Rafael Landívar.

Para graduarse presentó su informe Metodología lúdica a través de la música, en la que propone la combinación de un sistema de sonidos con los cursos en esa etapa educativa.

Su método le permite elaborar materiales visuales, y con objetos en el aula motiva a los niños a emitir sonidos y crear una atmósfera de aprendizaje más divertida. Según cuenta, los resultados han sido mejores de lo que esperaba: “Los niños aprenden viendo, escuchando y manipulando”, refirió.

Menchú considera que existen dos tipos de maestros: los de profesión y los de vocación.

Los primeros se limitan a un horario y al final del mes esperan un pago; los segundos se entregan, “lo dan todo y no le ponen peros a nada”. “Yo soy una maestra por vocación”, afirma.

Sonia regresa a su casa a las 3 de la tarde. A esa hora prepara el curso y alguna sorpresa para el siguiente día.

Tiene una experiencia docente de 18 años y por sus animadas aulas han pasado cientos de niños. Este año —refiere—, una antigua alumna llegó para saludarla y comentarle que en esta promoción su hija estaría también en su aula.

La maestra reflexiona sobre el impacto que tiene en los niños y la importancia en su formación.

En tiempos en los que la tasa de deserción en preprimaria es de cerca del 10 por ciento, la estrategia de Sonia da esperanza en que hay formas de retener y motivar a los niños.

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