No deje de leer
Para ejemplificarlo mejor, vale remontarse a principios del siglo pasado, tiempo en el que se registró uno de los primeros casos de un supercontagiador sin síntomas. Se trata de la irlandesa Mary Mallon y el caso ocurrió en Nueva York, Estados Unidos.
La mujer trabajó como cocinera para varias familias acaudaladas e incluso para un hospital en Manhattan. Ella contagió, sin estar consciente de ello, de fiebre tifoidea a unas 50 personas. Algunas murieron por la infección.
Al percatarse de que era el origen de los contagios, las autoridades de Salud Pública la confinaron para evitar que siguiera diseminando la enfermedad. Pasó más de 20 años aislada hasta que falleció a consecuencia de una neumonía. Llegaron a apodarla: Mary tifoidea.
Se sabe que una de cada cuatro personas con covid-19 puede ser asintomática. Es un riesgo latente, porque ni el contagiado ni quienes se encuentran en el mismo espacio que ella saben que tiene el virus, lo que expone a mayor población a la enfermedad.
Cuando alguien infectado habla, tose y respira expulsa diminutas gotículas con el virus que al entrar en contacto con otro individuo —el contagio se da por la boca, nariz y los ojos— lo enferma.
La probabilidad aumenta cuando se trata de espacios cerrados y con poca ventilación. Científicos han advertido de la posibilidad de que estas microgotas permanezcan florando en el aire por varias horas en dichos ambientes, y si en el lugar hay una alta concentración de personas, el peligro no se descarta.
En cuanto a los supercontagiadores, el médico epidemiólogo Kevin Martínez Folgar, quien estudia un doctorado en epidemiología en Drexel University, en Estados Unidos, menciona que estos casos están relacionados con roles sociales y la falta del desarrollo de síntomas en los individuos.
“Si alguien por su rol en la sociedad tiene un elevado contacto con múltiples personas y no desarrolla síntomas, es el supercontagiador perfecto”, indica Kevin Martínez Folgar, médico epidemiólogo.
No es que presenten una carga viral más alta que el resto de la población, aunque no se descartan que haya casos que sí la tengan, sino que es la cantidad de contactos que un individuo puedan tener e infectarlos.
El covid-19 es una enfermedad de la que aún la comunidad científica está aprendiendo. Se sabe que la mayor carga viral —concentración del virus— se tiene durante los primeros días de la infección y ese es el momento en que hay una mayor capacidad infectiva, sea una persona sintomática o no. Con el pasar de los días esta disminuye.
Martínez Folgar menciona que hay individuos que al principio no presentan señales del nuevo coronavirus, pero al cabo de unos días las desarrolla. Estos casos se conocen como presintomáticos.
De acuerdo con la infectóloga Iris Cazali, jefe del Departamento de Infectología del Hospital Roosevelt, en promedio una persona contagiada con covid-19 puede transmitir el virus a dos o tres más, lo que provoca el crecimiento exponencial de casos.
Situación de cuidado
Un asintomáticos descuida más fácilmente las medidas de protección que el resto, pues al no sentir molestias deja a un lado el uso de la mascarilla, la cual trabaja como una barrera para que el virus no se esparza fácilmente. También abandona el lavado de manos y el distanciamiento social, que son las principales recomendaciones para frenar el contagio.
“No sabemos qué factores hacen que unos se contagien más que otros, pero se supone que la cantidad de virus en la que una persona entra en contacto se va a generar más posibilidades”, indica Cazali.
Hay ciertos espacios donde esas probabilidades de contagio aumentan, se trata de espacios reducidos, donde no hay circulación de aire y se da la aglomeración de personas, como mercados, transporte público, restaurantes, servicios de atención al cliente, locales comerciales, bancos, iglesias o bien oficinas, es allí donde las medidas de prevención no deben pasarse por alto.
Casos de estos hay muchos, se puede recordar lo ocurrido durante una clase de fitness en Corea del Sur, un espacio con poca ventilación y concentración de gente. Sucedió en febrero pasado en la ciudad de Cheonan, 27 instructores resultaron infectados con covid-19 durante un taller.
En ese momento ninguno presentaba síntomas, algunos desarrollaron señales de la enfermedad días después, para entonces ya habían contagiado a varios de sus estudiantes, alrededor de medio centenar.
Pero, ¿por qué hay pacientes que se infectan y otros no, estando en el mismo lugar? Cazali indica que es algo que aún no se ha logrado determinar. Sin embargo, se plantean ciertas teorías relacionadas con la posibilidad de que una persona tenga menos riesgo de mortalidad al momento de contraer el nuevo coronavirus.
Se hablado de ciertos grupos sanguíneos, como el grupo O, que presentaría un desarrollo de la enfermedad menos grave. Este es un tema que los médicos aún discuten, al igual que la relación con los genes de neandertal que están asociados con mayor mortalidad por covid-19 en ciertas poblaciones, menciona la infectóloga. También se estudia si la vacuna BCG reduce o no la severidad de la enfermedad.
Tampoco se tiene certeza del por qué ciertas personas que han sido contagiadas y se recuperan y tardan más tiempo en dar negativo en una prueba de hisopado.
Cabe recordar que en los primeros meses de la enfermedad en Guatemala, se presentaron casos de pacientes que ya no tenían síntomas de la enfermedad y después de varias pruebas de PCR – Reacción en cadena de la polimerasa- el virus seguía presente en su nariz, por lo que nos les daban de alta.
Los estudios científicos sobre el covid-19 continúan, y la búsqueda de una vacuna se acelera. Sin embargo, un aspecto que no hay que descuidar es el de frenar la propagación del virus, que parte de la responsabilidad individual de mantener las medidas de prevención, y de la detección de personas contagiadas, punto en el que la realización de pruebas entre la población es vital para aislar los casos.