Comunitario

Pierre Williman: No hay solidaridad

El semblante del suizo Pierre Williman, de 74 años, es adusto, pero posee un amplio sentido del humor y la convicción de ayudar al desposeído.

PIERRE WILLIMAN no quiere notoriedad ni felicitaciones, solo desearía que más guatemaltecos fueran solidarios con los más pobres.

PIERRE WILLIMAN no quiere notoriedad ni felicitaciones, solo desearía que más guatemaltecos fueran solidarios con los más pobres.

Williman llegó a Guatemala como turista en el 2004, pero al descubrir tanta pobreza y necesidades decidió recaudar ayuda en su país y emprender proyectos de mejora educativa y sanitaria, en el municipio de Santa Bárbara, Huehuetenango.

Este aliado de los pobres no quiere notoriedad ni tiene intereses políticos, solo quiere ser un amigo de Guatemala.

Esta entrevista tuvo lugar poco después de la inauguración de un proyecto de 34 letrinas en esa localidad, donde ha visto miseria y dolor como el de una familia afectada por desnutrición, o de niños que no van a la escuela ni tienen acceso a servicios de salud.

“Todos duermen sobre una tabla apoyada en piedras y con su ropa de diario. En diciembre les donamos una cama y tres catres, pero no les cabían en su casa de seis por seis metros. Producen al año dos quintales de maíz, no tienen agua, letrina, electricidad. Viven cerca de una iglesia evangélica, donde nunca les han regalado nada y, peor aún, nunca un político ha regresado para cumplir con lo que les ofrecen”, explica el voluntario.

¿Cuándo vino por primera vez a Guatemala?

Llegué de vacaciones en el 2004. Estuve en casi todos los sitios turísticos, como Antigua, Tikal, Panajachel, Lívingston y Río Dulce.

¿Por qué se interesó por los pobres de Santa Bárbara?

Estudiamos un listado de los departamentos con mayor necesidad y fue así como nos decidimos por venir a Santa Bárbara. La organización Pestalozzi nació para ayudar contra el analfabetismo, construir aulas, llevar mobiliario, libros y capacitación en panadería, corte y confección y soldadura industrial. Esta última carrera nos ha dado satisfacciones, pues eran muchachos cuyo sueño llegaba hasta la milpa de sus padres, pero hoy se ganan la vida honradamente con sus manos.

¿Cómo empezó el proyecto de letrinas?

Por la pobreza del municipio había otras necesidades, de salud, como la instalación de letrinas.

¿Encontró barreras?

Nos dijeron que la gente no usaba letrinas por cuestiones culturales, pero no es así, es por falta de recursos, pero esto origina enfermedades. Las aguas contaminadas que la gente bebe representan una posibilidad de diarreas.

La gente nos pide letrinas y esa es una prueba de que no es cultural. De esa cuenta, hemos recibido 747 solicitudes —entregaron 40 la semana pasada en la aldea La Vega—, lo que significa que si tuvieran los medios, ellos construirían este tipo de servicio básico.

¿Qué diferencias ve entre Suiza y Guatemala?

Mi país ha avanzado, no por los universitarios, sino por un sistema de aprendizaje de capacitación. El presidente de la República fue un aprendiz; el director general del primer banco, uno de los primeros del mundo, fue un aprendiz; nuestro ministro de Economía dijo hace algunos días que el aprendizaje conduce a un oficio, mientras que la universidad conduce al desempleo.

El sistema es así: el Estado se ocupa del respeto del contrato de aprendizaje; los padres de familia se aseguran de que el joven cumpla su tiempo de aprendizaje, y la empresa se beneficia con este capital humano.

Hablando de aprendizaje, ¿qué ha aprendido en Guatemala?

La paciencia… —ríe a carcajadas— creo que de manera general su gente es mucho más simpática que nosotros los suizos, pero a veces no se dan cuenta de los problemas de sus vecinos. No hay solidaridad.

¿Será el mayor desafío de los guatemaltecos?

Creo que los grandes problemas de este país inician con la puntualidad. Cada minuto que se llega tarde es tiempo que se desperdicia de la otra persona y ahí empieza la solidaridad. Las cosas se deben hacer en tiempo y con disciplina. En un viaje que hice a Suiza para recaudar fondos para estos proyectos, llegamos en tren a la estación de Berna y el conductor anunció en el altavoz: “Estamos entrando a la estación con el retraso de un minuto, con lo cual ustedes deben disculparnos”. Yo hubiera querido grabar eso y traerlo a Guatemala.

Otra de las grandes dificultades es la burocracia, pues hay cuestiones sencillas que llevan demasiados trámites.

¿Cómo surgió la organización Pestalozzi?

Decidimos integrarnos el 2 de octubre del 2007, pero con la burocracia de Guatemala legalizamos la organización hasta el 2 de abril del 2008.

¿Qué respuesta ha tenido de las colectas para estos proyectos?

Sinceramente, hemos tenido poca ayuda, pero eso sí, de gente muy entusiasta. En Huehuetenango nos ha apoyado el Ministerio de Salud para dar algunas charlas y también asistencia técnica del Infom.

Usted es jubilado. ¿En qué trabajaba en su país?

Trabajé en Finanzas, fui banquero y corredor de bolsa.

Y luego pasó al altruismo.

El altruismo suizo es reconocido en el mundo, por ejemplo, un suizo fundó la Cruz Roja… Es una tradición. Mi familia siempre ha participado en temas benéficos. Yo no practico ninguna religión; sin embargo, recibimos la ética calvinista que dice que se debe enriquecer para ayudar a los pobres, y esa es la filosofía de mi familia.

¿Se ha desanimado alguna vez en sus obras?

La burocracia es pletórica y se alimenta de papeles y leyes que se contradicen, y ese es el primer desafío de Guatemala. Deberían los empresarios tener la posibilidad de crecer y dar trabajo a la gente; el Estado debería generar oportunidades para estas familias y jóvenes.

¿Qué opina de la violencia en Guatemala?

Cuando se da un buen oficio a la gente es una posibilidad abierta de que la juventud haga otras cosas en lugar de la violencia. Los viejos violentos son quienes están en la criminalidad organizada y por ello es urgente que el Gobierno pregunte, a quien tiene un Ferrari, de dónde ha salido el dinero para comprarlo.

Deben investigar el origen de los recursos, examinar a la persona que tiene ingresos que no están acorde a lo que puede ganar. Las películas gringas son los peores ejemplos para la juventud porque modifican la violencia, es decir que el muchacho se pregunta ¿para qué voy hacer cola si puedo asaltar el banco?

Burocracia y políticos insensibles

“Este país es el único que cobra a quienes quieren ayudar. Mis amigos donantes o contribuyentes están asombrados de que sus aportes deben pagar un impuesto para entrar aquí a Guatemala y estos van a parar a los carteles electorales, en lugar de irse en el plato de frijoles de la gente de Santa Bárbara”, dice sin tapujos Pierre Williman, voluntario suizo que impulsa proyectos de educación y saneamiento en áreas pobres de Santa Bárbara, Huehuetenango.

“Hemos recibido cajas de muchos lugares. Sin embargo, no debe haber un impuesto sobre las contribuciones porque no se justifica de ninguna manera, y segundo, se debe aumentar el porcentaje de donación para la educación”, refiere.

Williman observa poca cultura de servicio en los políticos, y además, una inadecuada gestión de los asuntos públicos. “En mi país, cada vez que votamos decidimos los proyectos de ley un mes antes y toda cosa que pasa es sentencia de ley”, afirma.

Por otra parte, acerca de la generación de oportunidades, lo ve como una responsabilidad que no ha sido cumplida. “La juventud tiene que tener oficios por aprendizaje, pero eso es un trabajo de un político idealista, pero por desgracia Guatemala no tiene a ese tipo de personas en la política, con desinterés personal y un sentimiento de servicio a su país. Eso no está dentro de los patrones políticos de este país y está muy difícil que cambie, por el señor copiador y pegador”, expresa, con una carcajada, afuera de la vivienda de adobe de una de las familias beneficiadas con letrinas.

Habla ocho idiomas

Nació en Lucerna, Suiza, el 21 de agosto de 1940.

No fue a la universidad. A la muerte de su padre trabajó como aprendiz en un banco, donde aprendió corretaje de bolsa y asesoría de inversiones.

Habla y escribe ocho idiomas: francés, por su padre; alemán, por su madre, y además español, italiano, latín, rumano, portugués, checo y k’iche’.

Afirma que en sus estadías aún no ha escalado volcanes, pero que le fascinan los Cuchumatanes.

A través de la Organización Pestalozzi han donado útiles escolares, medicinas e implementado letrinas en hogares pobres de Santa Bárbara, Huehuetenango. No abarcan más territorio porque no tienen más recursos.

Detesta la corrupción y a los funcionarios que llegan a aprovecharse de un puesto. Considera que los políticos sin sentido de servicio no tienen sentido.

UN DATO 6 años lleva de brindar ayuda en educación y salud la Organización Pestalozzi.

ESCRITO POR:

Mike Castillo

Periodista de Prensa Libre y Guatevisión con 11 años de experiencia desde Huehuetenango. 5 veces corresponsal del año en Prensa Libre. Primer lugar de periodismo regional en Quetzaltenango. Periodismo Comunitario, Desastres Naturales y Política. Diplomado en Periodismo de Investigación.