Comunitario

Volcán Santiaguito, vecino incómodo

En Loma Linda y San Marcos Palajunoj, El Palmar, Quetzaltenango, al pie del volcán Santiaguito, los pobladores viven con miedo del volcán.

Prensa Libre visitó las comunidades y evidenció que en caso de emergencia, la población tendría poco tiempo de reaccionar y que la ayuda de las instituciones estatales sería lenta.

En los últimos meses, el volcán incrementó sus habituales explosiones y retumbos, que aumentaron la caída de ceniza, que afecta la salud de los vecinos, y existe la amenaza de deslizamientos de flujos volcánicos hacia las comunidades, las áreas de cultivo y los nacimientos de agua.

También se comprobó que en el antiguo casco urbano de El Viejo Palmar viven familias que se resisten a dejar lugar, declarado inhabitable en 1983 por las constantes correntadas de lodo y piedras de los ríos Nimá 1 y 2.

Poco organizados

Ubicada a 202 kilómetros de la capital se encuentra Loma Linda, fundada hace 40 años, y está formada por unas 125 familias. Sus habitantes son las personas que viven más cerca del coloso, ya que desde el centro de la comunidad hay 5.5 kilómetros lineales hasta el cráter del Santiaguito.

El acceso a la aldea es complicado, debido a que parte del camino fue construido con piedra volcánica.
Jorge Escobar, maestro de la telesecundaria de la comunidad, relató que desde hace varios meses la actividad del volcán ha sido bastante fuerte, pero que en las últimas semanas esta se intensificó.

El testimonio de Escobar es corroborado por los techos de las viviendas y la vegetación de la zona que están cubiertos con una capa de ceniza, la cual hace que todo el paisaje se vea gris.

Íngrid Herrera, quien también es maestra en la aldea, afirma que desde hace unas semanas retira a diario la ceniza. Los maestros han recomendado a los estudiantes cubrirse nariz y boca para no respirar el polvo de ceniza.

La maestra explica que los habitantes tomaron medidas de precaución para proteger el agua que guardan en toneles, y aunque la cloran periódicamente no siempre es posible evitar que la ceniza la contamine.

La población no cuenta con puesto de Salud. Tres buses llegan al lugar al día. Si alguna persona enferma de gravedad, debe recorrer 40 kilómetros hasta el Hospital Nacional de Mazatenango.

Los efectos más dañinos de la caída de ceniza los sufren quienes se dedican al corte y venta de pacallina —planta ornamental—, que según cálculo de los educadores es la actividad a la que se dedica más de la mitad de los vecinos.
Selvin Ramírez, un joven de tez morena y semblante fuerte, afirma que se ha dedicado toda su vida, al igual que su padre, al corte de pacallina.

“El volcán nos afecta, la ceniza mancha las plantas y les hace hoyos. Así no la podemos vender y tenemos que trabajar el doble para encontrar hojas buenas”, indicó Ramírez.

El vecino contó que la planta crece en las montañas y que las personas deben caminar a veces más de una hora en el bosque para encontrarla y luego regresar a la aldea para lavarlas e intentar venderlas en los mercados de la región.

El presidente de la Coordinadora Local de Reducción de Desastres (Colred) de Loma Linda, Ismael Rodas, habló que tienen un plan de evacuación y emergencia.

Rodas explica que si un flujo volcánico llegara a inhabilitar la entrada a la aldea, deben evacuar el lugar por un sendero que conduce a la aldea Colón, pero deben caminar por alrededor de 45 minutos para llegar a esa localidad.

“El problema es que no tenemos equipo, no hay camillas para trasladar a los ancianos y niños con capacidades especiales”, dice Rodas.

Los comunitarios saben qué deben evacuar en caso de una emergencia, pero desconocen a qué lugar serían llevados en ese caso.

Más infecciones

Ubicada a 7.5 kilómetros del complejo volcánico y a 196 de la capital se encuentra otra aldea, San Marcos Palajunoj, que en la actualidad es habitada por unas cuatro mil 302 personas, según datos del puesto de Salud.

La mayoría de personas trabaja en fincas cercanas de café, otros dependen de las remesas que envían familiares que migraron a Estados Unidos y en menor cantidad de la agricultura de subsistencia.

Adelfa Herrera, auxiliar de enfermería del puesto de Salud, manifestó que aumentaron los casos de infecciones gástricas, de la piel y de conjuntivitis.

Especificó que meses atrás atendían a ocho o 10 personas a la semana, niños y adultos mayores, con síntomas de alguna infección provocada por la ceniza.

En los últimos tres meses, esa cantidad a aumentado a un promedio de 25 casos semanales.

El presidente de la aldea, Sergio Cruz, explicó que con apoyo del Ministerio de Salud y la Coordinadora Nacional para la Reducción de Desastres (Conred) han repartido mascarillas a los vecinos para evitar enfermedades, aunque están concsientes de que esa no es la solución a las infecciones.

Respecto de la organización para afrontar una emergencia, Cruz indicó que llevan a cabo reuniones periódicas con los líderes comunitarios para socializar los planes de evacuación en caso de una emergencia.

Aunque la salida de la comunidad no presenta mayores complicaciones debido a que el camino está en regulares condiciones, Cruz reconoció que el principal problema que afrontan es la cantidad de personas de la aldea.

Aunque hay un trato de palabra con una asociación de dueños de picops para evacuar a las personas durante una emergencia, en la práctica se desconoce cuál sería el protocolo a seguir e incluso si la asociación realmente apoyaría.

Regresaron

Ubicado al este del volcán y a 187 kilómetros de la capital se encuentra El Viejo Palmar. El municipio fue trasladado en 1983 a la finca San José ubicada a varios kilómetros del lugar; en la actualidad algunos vecinos regresaron a vivir a sus parcelas para evitar una que sean invadidos, viven del cultivo de café y frutas.

Nuevos inquilinos

Desde hace dos años unas 20 familias originarias de Huehuetenango se asentaron en las ruinas de El Viejo Palmar. La mayoría de los nuevos habitantes no hablan español y algunos de ellos trabajan en fincas cercanas.

El área no tiene agua entubada o energía eléctrica, entre otros servicios. Según dueños de terrenos, los nuevos pobladores no están organizados para evacuar el lugar en caso de una emergencia.

Alcaldía no tiene recursos

Mario Ajanel, alcalde de El Palmar, explicó que la comuna afronta serias dificultades económicas que le impiden tener recursos para proyectos de desarrollo en las comunidades.

El edil visitó la aldea San Marcos Palajunoj y escuchó la necesidad
de los pobladores. Los vecinos desean un sistema de comunicación eficiente para la comunidad que servirá para organizar en caso de emergencia.

Ajanel se comprometió a buscar la forma de comprar dos altoparlantes para la comunidad.

Eddy Maldonado, de la Unidad de Volcanes de Quetzaltenango de la Conred, explicó que en  caso de emergencia las comunidades ubicadas en el lado oeste del volcán serían evacuadas a zonas seguras y complejos deportivos ubicados en San Sebastián Retalhuleu.

 Maldonado confirmó que saben que varias personas se han asentado en El Viejo Palmar, y sostuvo que  son  cinco familias. “Cuando hay eventos se les visita y se les hace conciencia de que desalojen el área”, comentó.

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