Guatemala

Sentencian a pareja por muerte de su hijo

El Tribunal de Sentencia Penal de Mixco condenó este viernes a 33 años de prisión a una pareja hallada culpable de haber asesinado a su hijo de 3 años.

Juan Ramón Morales y Lidia Concepción Cá Calí fueron sentenciados por parricidio y maltrato contra las personas menores de edad.

Los exámenes posteriores a la muerte de Edgar Alfredo Ramón Cá, ocurrida el 29 de mayo de 2014, en Mixco, revelaron que el padre le propinó un golpe que terminó con un “aplastamiento de la pared abdominal”.

El día de su deceso, alrededor de las 6 horas, la vecina que lo cuidaba recogió al menor con dolor abdominal, náusea, diarrea y sueño. Cuatro horas después lo llevó a la estación de bomberos con los labios morados.

La causa de la muerte fue una laceración hepática y pancreática. Al menos ocho niños menores de 14 años, según el Inacif, murieron por trauma de abdomen y una decena más, por trauma de tórax, durante ese año.

Los fiscales del Ministerio Público (MP) demostraron que el niño era víctima de maltrato, debido a cicatrices que se reportaron en la necropsia que hizo el Inacif.

Según el MP, después del hecho la madre del menor no denunció a Morales, pero la fiscalía demostró la participación de los sentenciados por medio de pruebas científicas, testimoniales y los resultados de los peritajes de informes presentados por profesionales.

Maltrato

Fredy el loco era la respuesta usual que el niño de 3 años solía darle a quien le preguntaba su nombre, pues explicaba que así le llamaban sus padres.

Fredy es uno de los más de 375 niños menores de 14 años que murieron por causas violentas en 2014, según el Inacif.

“Juan Ramón Morales y Lidia Concepción Cá Calí se agredían física y verbalmente en forma constante, y cuando el menor intentaba separarlos, el padre le provocaba daño físico”, consta  en el expediente que conoció el Juzgado Segundo Pluripersonal de Femicidio, en la acusación contra Morales y su esposa.

El menor pasaba sus horas dentro de una caja de madera de tomate. “Papi y mami me dicen así. Así me llamo yo”, les explicaba a los transeúntes del puesto de verduras, en donde usualmente estaba.

“Acá agarramos la costumbre de revisar al nene cada vez que lo iban a traer para cuidarlo y en realidad siempre venía moradito y golpeadito”, contó una de las vecinas en una entrevista en el Ministerio Público.

ESCRITO POR: