Guatemala

Donde duerme Cervantes

A Miguel de Cervantes se le busca en la iglesia de un convento, un lugar poco habitual para el descanso de un escritor, cuya elección solo se justifica por la devoción que el genio universal sintió por la orden Trinitaria, que lo rescató de cinco años de cautiverio en Argel.

EL CERVANTISTA Luis María Anson muestra las prensas que se usaron en la época de Cervantes.

EL CERVANTISTA Luis María Anson muestra las prensas que se usaron en la época de Cervantes.

Hoy día no quedan dudas de que el autor de El Quijote fue enterrado allí—la Real Academia Española (RAE) lo defiende como certeza—, pero no fueron pocos los que cuestionaron que fuese realmente así, ya que el lugar lógico para el descanso eterno de un habitante del ahora conocido como Barrio de las Letras hubiese sido el cementerio o, en todo caso, la Iglesia de San Sebastián.

Ahora se le busca allí. Pero ¿por qué quiso ser enterrado en el convento? El secretario de la RAE, Darío Villanueva, cuyo discurso de ingreso en la institución versó precisamente sobre El Quijote, responde: “Cervantes pidió ser enterrado allí probablemente por dos motivos: uno, por su gratitud a la orden Trinitaria, que fue la que lo rescató de Argel, y otro, porque su hija, Isabel de Saavedra, era profesa en ese convento”.

Pero el último deseo de Miguel de Cervantes (1547-1616) fue una excentricidad que le costó conseguir porque para ser enterrado en el convento necesitó un permiso específico de la fundadora, licencia que, por cierto, obtuvo por la estrecha relación que lo unía a la familia de esta.

Fue Juana Gaitán Romero, hija del maestre de campo Julián Romero, la que fundó en 1612, del convento de las Trinitarias, una tarea para la que recibió la ayuda del escritor.

“Cuando Cervantes se entera de que quiere hacer un convento dedicado a la orden, inmediatamente se pone a su servicio y, en lugar de darle dinero, se ofrece para hacer gestiones que agilicen la fundación”, explica el historiador Fernando de Prado.

Esa ayuda fue la que facilitó que, cuando Cervantes solicitó el permiso para ser enterrado en la iglesia conventual, la fundadora lo concediese tanto para él como para su esposa, Catalina de Salazar.

Ahora bien, una cosa es saber dónde está y otra que se puedan recuperar sus restos.

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