EDITORIAL

Morales aumenta incertidumbre

Lo que se esperaba fuera un llamado a la concordia se convirtió en un triple mensaje que llenó más de incertidumbre a los guatemaltecos. Primero, porque el discurso a la Nación por el presidente Jimmy Morales, anunciado el sábado para las 20 horas de ayer, se difundió en las primeras horas, y en el cual sorpresivamente declara no grato al comisionado Iván Velásquez y le ordena abandonar el país.

Ese primer mensaje denotaba improvisación, primero porque el mandatario aparece en un escenario encajonado y mal iluminado que no coincidía con la seriedad de lo que estaba informando, y a esto se sumó que los argumentos esgrimidos eran legalismos y números de artículos leídos ante la cámara.

El segundo mensaje, en sentido contrario, provino de la Corte de Constitucionalidad que, al resolver una acción de amparo provisional, ordena al presidente abstenerse de continuar con el plan de expulsar del país al jefe de la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala, un recurso sin precedentes cuyo fin es evitar mayores daños al país a causa de acciones del Estado.

A media tarde, el Gobierno anunció un nuevo mensaje presidencial, en el cual reiteró su deseo de expulsar a Velásquez, aunque afirmó apoyar a la Cicig. Argumentó razones patrióticas y supuestas extralimitaciones, pero además sospechosamente aclaró que no había motivos personales, lo cual resulta increíble.

Los mensajes del mandatario volvieron a ser contradictorios, por las generalidades esgrimidas; pero sin explicar las situaciones concretas, argumentando motivos nacionalistas y sin entrar en la verdadera sustancia legal de su acción, precisamente porque el mensaje recuerda las comunicaciones de gente allegada a gobiernos anteriores.

Como era de esperarse, la Comunidad Internacional, por medio de sus embajadores, expresó no solo un apoyo unificado y sólido a la Cicig, sino un compromiso con la lucha anticorrupción, la cual ven indispensable para que el país alcance sus objetivos de desarrollo y de seguridad regional.

Lamentablemente, Guatemala está ahora de cara a una innecesaria división mucho más profunda, representada por la doble manifestación que ocurrió en las afueras de la sede de la Cicig, una a favor de Velásquez y otra en pro de la medida del presidente Morales, quien parece querer refugiarse en sus tradicionales moralismos, en lugar de darse cuenta de las graves repercusiones de su acción.

No están claras las reales intenciones del Gobierno en su ofensiva para descabezar a la Cicig, pero es poco creíble la afirmación de que no tuvieron influencia los casos judiciales de su hijo y hermano, o el reciente antejuicio pedido contra él por financiamiento electoral ilícito.

El más reciente mensaje del mandatario aumenta la zozobra nacional al dejar entrever que puede haber otras medidas. Ante tanta incertidumbre, preocupa el tono de la comunicación presidencial, y por ello se debe instar a que nadie haga uso de ningún tipo de violencia, física o verbal.

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