Guatemala

El Equipito

Era una época en la que cada cual parecía querer demostrar que poseía "lo último en sonido" instalado en su carro.

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Lo más sofisticado posible en radio-caseteras (ni siquiera habían llegado los discos compactos al mercado, no digamos las conexiones para USB o iPod)… es decir, un aparato que reproducía música, grabada todavía en una cinta magnética alojada en una cajita de plástico. Agregado a esto, un ecualizador… un expansor… un reductor Dolby de ruido… todos componentes “obligados” de un equipo al que había que encontrarle lugar dentro del vehículo. Una lucha entre exhibirlos para causar admiración en los compañeros, o esconderlos para que no llamaran la atención de los ladrones. Ensamblados con el radio, o dentro de la guantera, o debajo de los asientos delanteros.

Ni qué decir de las bocinas. Desde los pequeños “tweeters” (altoparlantes de frecuencias altas) atornillados a las esquinas superiores de la carrocería, pasando por los “mid-range” (de frecuencias medias) insertos en la tapicería de cada una de las puertas, hasta los voluminosos “woofers” (de frecuencias bajas) que paraban en el baúl, tan grandes como las cuñas de monitoreo de un concierto de rock, que ya no dejaban espacio para las maletas. Claro, nadie necesitaba maletas; el “viaje” consistía en hacerse notar, tres cuadras antes de llegar, con la curva de ecualización que resalta el retumbe de los bajos junto con el siseo de los altos. Las palabras del cantante apenas se entendían. Total, no importaba mucho lo que decía.

Hoy, aunque la electrónica nos ofrece equipos mucho más compactos y las expresiones musicales han variado, el concepto es el mismo. Deschongue, pachanga, chonguengue. Casi se antoja un tema musical, al ritmo de esas palabras. Supongo que tendré que oírlo en un equipo moderno, aunque no faltará algún prójimo que me comente, “ay diooos, qué equipito… deberías tener algo mejor en tu auto”. Supongo que recordaré años mozos, cuando le contesté que yo oía mi música dentro de mi propia cabeza. Supongo que este es un trozo de nostalgia, servido en pequeñas rodajas.

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