Guatemala

Priva desencanto a dos décadas de histórico acuerdo

A 20 años de la firma de la paz firme y duradera, luego de 36 años de guerra civil, las condiciones de vida no han mejorado. La “generación de la paz” intenta desarrollarse  entre la violencia y la falta de empleo, aspectos poco diferentes de los que afrontó la  juventud durante el conflicto armado.

Ensayo del coro-orquesta Alaíde Foppa y la banda  del Ejército, que  hoy ofrecerán un concierto en el frontispicio del Palacio Nacional de la Cultura, a las 19 horas. (Foto Prensa Libre: Estuardo Paredes)

Ensayo del coro-orquesta Alaíde Foppa y la banda  del Ejército, que  hoy ofrecerán un concierto en el frontispicio del Palacio Nacional de la Cultura, a las 19 horas. (Foto Prensa Libre: Estuardo Paredes)

Los guatemaltecos que nacieron a partir de 1996, aunque no vivieron las desapariciones forzadas y persecución por ideas políticas  se mantienen en zozobra ante el riesgo de ser asaltados, lesionados o morir en un ataque armado, en un ambiente de violencia cuyas víctimas ya superan en cantidad a los muertos por la guerra.

Los jóvenes que han crecido en un país sin guerra declarada tampoco profundizan en la historia reciente, y aunque no la ignoran, no ven resultados positivos de los 36 años de conflicto ni de los 20 años de la firma de la Paz.

Educación, empleo, mejores condiciones de vida y  acceso a la salud son asuntos que ahora preocupan más a la juventud, que  declara su desconocimiento sobre el contenido de los acuerdos signados aquel 29 de diciembre de 1996 mientras repicaban las campanas de la Catedral.

Cambios tímidos

Para el sociólogo Edmundo Urrutia, la generación  de la posguerra disfruta de condiciones más favorables, porque ya no hay represión ni persecución, ni violencia política, y hay garantías a ciertos derechos, como el de expresión, organización y la atmósfera social y política del país es completamente distinta.

“A pesar de que no hemos tenido una tasa de crecimiento ni hemos tenido niveles favorables de desarrollo, las condiciones son mejores, indudablemente, para los jóvenes. La guerra inhibía la inversión y tenía un Estado ineficaz. Aunque sigue siendo débil —el Estado—, la cuestión fiscal ha mejorado. Creo que la nueva generación es más favorecida en cuanto a las condiciones que la anterior, que sufrió el conflicto armado”, indicó.

Según Urrutia, al observar aspectos como la seguridad ciudadana, la situación actual de los jóvenes no ha mejorado porque existe mucho temor, especialmente en zonas denominadas “rojas”.


Los problemas que afrontan los jóvenes nacidos después de la firma de los acuerdos de paz tienen que ver con que el Estado ya no es el encargado de “poner las reglas” y el ordenamiento económico y social del país, explica el historiador Fernando Urquizú.

Para Urquizú, antes de la firma de la paz, en el país había producción nacional: zapateros, fabricantes de ropa, productos empacados y carnicerías, lo que generaba oportunidades de empleo, pero cuando el Estado comenzó a firmar tratados de libre comercio, luego de 1996,  se introdujeron en el país artículos ya fabricados y se redujo la producción local y la oferta de trabajo.

Falta competitividad

La violencia, explica el historiador, tiene su origen en la falta de oportunidades, pues al no haber empleo digno las personas buscan integrarse a un sistema que le ofrece identidad y fácil ascenso social.

“Los acuerdos de paz han servido para la defensa de los pueblos y la identidad, pero también hizo  que el país sea menos competitivos ante el capitalismo”, señaló Urquizú.

Para la activista Lucia Ixchiú, los desafíos de la posguerra son demasiados, pues la división que dejó la guerra es una herencia que  todavía arrastran los jóvenes.

“Entre los retos que tenemos se cuenta construir el tejido social que está roto por la guerra, incluso desde la Colonia. En educación, los retos aún son mayores. No hay acceso a la educación en este país; en las comunidades  indígenas el acceso es limitado. Creo que el reto es ir rompiendo esas barreras de la discriminación. A parte, ¿de qué paz estamos hablando?”, manifestó.

Pese a todo, la activista considera que  hay avances, pues si no se hubiera firmado la paz no habría libertad de expresión y continuaría la persecución por ideales.
Sin embargo, resalta que tras  36 años de conflicto los Acuerdos de Paz aún no han sido plenamente implementados.

Preocupa la violencia

Isabel Mayén tiene 20 años y hoy dará a luz a su primer hijo, a quien llamará Matías Sebastián. Reside en la zona 18. Considera que la violencia es un asunto pendiente de lo que dejó la firma de la paz hace 20 años.

“Tengo miedo de no poder regresar sana y salva a mi casa o que uno de mis familiares muera por una bala perdida. Luego de la firma de la paz no hubo  mayor cambio. Los gobiernos no se han enfocado en puntos claves de lo que genera la violencia”, explicó.

La joven madre indicó que el Gobierno debe enfocarse en salud, trabajo y educación, para prevenir la violencia e impulsar el desarrollo.

“Si nuestros niños tuvieran una mejor educación, no tendrían necesidad de hacer cosas malas. Con sus estudios y esfuerzo podrían tener un  buen trabajo que les permita seguir adelante”, refirió.

Ahora es posible opinar

Melvin Ruano, de 20 años, es parte de la generación de  posguerra. Su mayor preocupación es que no ha podido encontrar un trabajo estable.

“El conflicto armado fue una de las guerras por los derechos de la libre expresión. La paz es algo que se dio en Guatemala para que no seamos juzgados por expresar nuestro diferentes puntos de vista”, explicó Ruano.
El entrevistado señaló que al país le faltan acciones en seguridad, educación y salud.

“Todos esperamos una Guatemala mejor. Pensamos solo en nosotros, y no en los demás. Es muy difícil encontrar un trabajo estable, ya que piden experiencia y uno se acaba de graduar”, manifestó.

Ruano cree que hay más tranquilidad respecto del período de guerra, pero la violencia  continúa en todo el país.

Inseguridad se mantiene

Zoe Mogollón nació en 1996, y lo que más le afecta en  tiempos de paz es la falta de empleo. Considera que el conflicto armado que vivió el país dejó muchas muertes,  secuestros y personas torturadas.

“Las personas fueron tratadas como animales. La paz fue un acuerdo entre ambos grupos  para finalizar la guerra. Ahora hablar de paz es complicado, en cualquier sector o parte de la ciudad o del país nos afecta la violencia; esta se ve todos los días”, señaló. 

Cree que en el país la oportunidad de empleo es nula y que ella es un ejemplo, ya que a sus 20 años no lo tiene.
“La educación en el país no es buena, si no se tiene el dinero para pagarla. No hay buena atención en los hospitales, pero uno no puede culparlos porque el mismo Gobierno no da los insumos”, refirió.

Espera tener empleo

Míldred Mejía reside en la zona 5. Es una joven de la posguerra. Ella tiene claro que el conflicto armado dejó gran cantidad de muertos y de desaparecidos por haber expresados sus pensamientos políticos.

“El conflicto armado era una guerra entre hermanos, en todo el país. La paz se firmó en 1996, cuando Álvaro Arzú era presidente, poniendo fin a los 36 años de la guerra interna”, indicó.

La joven agregó que la educación pública es de  baja calidad. Le ha sido difícil conseguir un trabajo, pero mantiene la esperanza de que en enero próximo pueda hallar esa oportunidad.

“Para conseguir una plaza llegan más de cien personas. A veces piden dos años de experiencia o tantos años de universidad, y eso no se tiene, y sin trabajo no se pueden pagar los estudios superiores”, expresó.

Muchos fueron  exiliados  

Émily Vega, una joven de 20, de la generación de la posguerra, indicó que el conflicto armado fue una guerra que se dio en todo el país, donde muchos guatemaltecos murieron y otros fueron exiliados por su pensamiento político.

“La firma de la paz fue un acuerdo político para ponerle fin a la guerra y la violencia que se estaba viviendo en el país. A pesar de estar en otros tiempos, los guatemaltecos vivimos una época de violencia: se dan asaltos y extorsiones”, dijo Vega.

La entrevistada, que estudia Fisioterapia, cree que en salud el país está atrasado, no hay atención adecuada de los pacientes y escasea el equipo médico.

“En educación no se les da la capacitación adecuada a  los maestros. Además de que  no se  apoya lo suficiente a las escuelas  públicas, sobre todo a las que se ubican en la provincia”, manifestó.

Exclusión persiste

El Observatorio Indígena afirmó que hay pocos avances luego de la firma de la paz hace 20 años, debido a que la  pobreza, violencia, exclusión y racismo afectan a la sociedad, en particular a los pueblos indígenas.

Mario Itzep, de la referida entidad, afirmó que es necesario revisar las causas que originaron el  conflicto y de los acuerdos firmados para que en el futuro se pueda alcanzar una verdadera paz, basada en la justicia y acceso a condiciones de vida digna.

El Observatorio pidió que se unan esfuerzos entre sociedad civil y Gobierno, para que el Estado cumpla con los compromisos asumidos con los acuerdos de paz.

Una guerra fraticida

En noviembre de 1960, un grupo de oficiales jóvenes se alza contra el Gobierno por la corrupción que impera. 

En 1980 se recrudeció  el conflicto. Fue la década cuando se registró la mayor cantidad de masacres en comunidades indígenas.

En mayo de 1985, los presidentes de Centroamérica se reúnen en Guatemala para discutir por primera vez cómo se puede  alcanzar la paz en la región.

El 29 de diciembre de 1996, el presidente Álvaro Arzú y los comandantes de la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca firman la paz.

  • Acuerdos de paz  firmados
  • Acuerdo global sobre derechos humanos.
  • Resarcimiento de las poblaciones desarraigadas.
  • Atender la identidad y derechos de los pueblos indígenas.
  • Atender  aspectos socioeconómicos y situación agraria.
  • Fortalecimiento del poder civil y función del ejército en una sociedad democrática.
  • Incorporación de la URNG a la legalidad.
  • Establecimiento de la Comisión para el Esclarecimiento Histórico
  • Acuerdo de Paz Firme y Duradera.

Agenda

  • 6 horas: ceremonial maya en Kaminal Juyú.
  • Por la mañana: actividades en el Centro Cultural Miguel Ángel Asturias.
  • 17 horas: acto protocolario en conmemoración a la firma de la paz, en el Palacio Nacional de la Cultura.
  • 19 horas: concierto de reconciliación, con el coro-orquesta Alaíde Foppa y la banda  del Ejército, en el frontispicio del Palacio Nacional de la Cultura.