Frío intenso castiga a indigentes en la provincia

Las noches y madrugadas frías que caracterizan esta temporada del año representan una seria amenaza para decenas de personas que viven en las calles, pues en la provincia debido a la falta de refugio, muchas mueren.

Adán Palacios y Yesenia Taracena pernoctan en una calle de la ciudad de Quetzaltenango, junto a otro indigente y dos perros. (Foto Prensa Libre: María José Longo)
Adán Palacios y Yesenia Taracena pernoctan en una calle de la ciudad de Quetzaltenango, junto a otro indigente y dos perros. (Foto Prensa Libre: María José Longo)

Las temperaturas bajan drásticamente durante los últimos y primeros meses del año y de acuerdo con Eddy Sánchez, director del Instituto Nacional de Sismología, Vulcanología, Meteorología e Hidrología (Insivumeh), el mal tiempo se prolongará hasta la última semana de febrero, lo que significa que los indigentes deberán ingeniárselas para sobrevivir.

Sánchez agregó que en las primeras semanas de enero, especialmente del 12 al 17, se espera un descenso drástico de temperatura que podría llegar a 3 grados centígrados en el occidente. Además, habrá aceleración en la velocidad del viento y lloviznas en el norte del país.

Desde noviembre último, la Coordinadora Nacional para la Reducción de Desastres (Conred) ha atendido a más de dos mil 109 personas, por la ola de frío que ha afectdo al país.

Aunque las autoridades no han reportado ninguna muerte por hipotermia —las atribuyen a problemas cardiacos o a la ingesta de alcohol—, varias de las personas sin techo aseguran que no es así, que algunas han muerto.

Las bajas temperaturas que azotan gran parte del país ponen al desnudo la cruda realidad de quienes no tienen nada ante un fenómeno climático que requiere de por lo menos un techo.

“Le juro que sentí morirme. Desde la madrugada empecé a sentir que mi corazón ya no funcionaba. Somos seres humanos y el frío es difícil de soportar en la calle; además, hemos visto que otros compañeros —indigentes— no resisten las bajas temperaturas y tememos que eso ocurra con nosotros”, comentó Adán Palacios, una persona sin hogar, de 52 años, quien duerme en las calles céntricas de Xelajú.

Palacios, quien vive en la calle desde hace ocho años y pasa la mayoría de las noches en una esquina de la Municipalidad de Xela, aseguró que terminó en esta situación por problemas familiares y una decepción amorosa, lo que además lo llevó a consumir alcohol.

“Antes trabajaba como guardia de seguridad en varios bancos y también fui instructor de gimnasio”, recordó Palacios.

Agregó que para reunir dinero carga bultos en el mercado Las Flores y en ocasiones vende lapiceros, una tarea difícil, porque no tiene dónde guardar la mercadería.

Yesenia Taracena, 43, es otra persona sin hogar, originaria de Xelajú y tiene siete años de vivir en las calles. “Estudié en el colegio Encarnación Rosal y me gradué de maestra de preprimaria, luego me casé con un mexicano y nos mudamos a su país; sin embargo, enfermé y tuve que regresar a Guatemala”, relató.

De acuerdo con Tarecena, debido a que sufrió un derrame cerebral el rostro se le deformó y se le cerró el ojo izquierdo, lo que la obligó a regresar a Quetzaltenango, donde acudió a varios médicos, pero no pudo recuperarse, lo que le impidió obtener un empleo.

“Con el paso del tiempo me quedé sin dinero, por lo que me vi obligada a vivir en las calles”, afirmó Taracena, quien agregó que la esquina en la que duerme es muy fría y la comparte con seis perros.

Amenaza

En San Pedro Sacatepéquez, San Marcos, las personas que pernoctan en los alrededores de los centros comerciales se enfrentan, según ellas, a la mayor amenaza, el frío, pues no cuentan con abrigo, más que el que en oportunidades les proporcionan socorristas que efectúan recorridos en las noches y madrugadas.

Noé Morales, 30, dijo que desde el 2012 vive en la calle porque el terremoto destruyó su casa.

“Lo más triste es que he visto morir a mis amigos, como a Fidel Pérez, quien perdió la vida a causa del frío intenso, pero ninguna autoridad nos pone atención”, afirmó Morales.

Julio Fuentes, vocero de los Bomberos Municipales, contó que brindan auxilio a las personas sin techo, pero no cuentan con frazadas ni albergue.

Merlín López, de los Bomberos Voluntarios, señaló que cuentan con un albergue, pero está desabastecido, lo que complica la situación.

“Estamos abandonados. Esperamos que se nos proporcionen los insumos necesarios para apoyar a las personas necesitadas”, dijo el socorrista.

Causas

De acuerdo con Teresa Magnolia Maldonado Mérida, defensora de las personas mayores, de la Procuraduría de los Derechos Humanos (PDH), muchos jóvenes viven en las calles porque consumen drogas o alcohol y sus parientes los han desamparado. Otros han sido empujados a la indigencia por desintegración familiar.

Este es el caso de Ofelia Mux, originaria de Tecpán Guatemala, Chimaltenango, quien contó que permanece la mayor parte del tiempo en la calle, donde pide dinero para comprar alcohol.

Agregó que se involucró en la bebida desde que era adolescente, por decepciones familiares, falta de orientación en el hogar y una enfermedad.

“Nunca recibí el apoyo de mis padres y me convertí en madre rápidamente. He tenido cinco partos. En dos de ellos mis hijos no sobrevivieron, debido a que sufro de ataques epilépticos. He pasado gran parte de mi vida en la calle, por lo que me quitaron a los niños y los llevaron a una casa hogar”, contó Mux.

Betzaida Nimajuán, auxiliar interina de la PDH en Chimaltenango, expresó que el riesgo de muerte de los indigentes se incrementa durante estos meses —de octubre a febrero—, por las inclemencias del tiempo, por lo que cree necesario que las autoridades velen por la habilitación de albergues donde se les proporcione lo mínimo.

*Con información de A. Marroquín, G. Guzmán, J. Rosales, M. Longo, O. Figueroa, V. Chamalé, D. Stewart, E. Domínguez, E. Sam.