Guatemala

“No cualquiera lo puede restaurar”

Fuera de cualquier emotividad por los abusos cometidos por motociclistas en el Centro Cultural Miguel Ángel Asturias, la arquitecta Aracely Avendaño Ávila, quien tiene un doctorado en Arquitectura, con especialidad en restauración de monumentos, señala que la ley es clara: quien daña un patrimonio nacional debe recibir una sanción penal.

MOTORISTAS condujeron sus máquinas por los graderíos, caminamientos peatonales y áreas verdes.

MOTORISTAS condujeron sus máquinas por los graderíos, caminamientos peatonales y áreas verdes.

Por otra parte, advierte de que la anunciada reparación de los daños no se le debe encargar a un albañil cualquiera, pues se trata de una obra de arte cuyo precio es incalculable.

¿Cuál es la magnitud del daño que se ocasionó en el Centro Cultural Miguel Ángel Asturias?

Todavía se está midiendo ahorita. Pero lo que se debe ver es que existe una legislación en Guatemala que se debió haber respetado, en la cual dice que usted no le puede hacer daño, sea poco o sea mucho a un patrimonio cultural.

La ley dice que el daño puede ser parcial o total, pero una vez exista daño, por mínimo que sea, las personas que lo causaron deben ser sancionadas.

¿Y los daños ocasionados pueden catalogarse como severos?

De acuerdo con lo que he visto, parte del Centro Cultural fue dañado en las áreas de caminamiento, pero lo más importante en cuanto a daño severo fue en el área del Teatro al Aire Libre, según lo que he visto y lo que he leído. Aunque no es el edificio como tal, forma parte del complejo de ocho manzanas que fue declarado como patrimonio cultural en el 2012.

Hay que tomar en cuenta que el área del Teatro al Aire Libre está en funcionamiento mucho antes que el Teatro Nacional Miguel Ángel Asturias.

Hay quienes han dicho que se han sobredimensionado los daños causados.

Puede que a la vista de una persona que no sabe sobre el patrimonio cultural el daño a unas gradas no tenga mayor importancia, pero sí lo tiene. Puede ser que los daños en las áreas peatonales sean menores, pero el daño que se le ocasionó, porque dice que hay aceite quemado tirado y también se quebró parte del escenario del Teatro al Aire Libre, eso sí puede provocar que el daño sea mayor. Hay que ver cómo se va a restaurar. Incluso no cualquiera lo puede restaurar, no puede llegar alguien con una cuadrilla de albañiles y decirles: Miren, me componen las gradas y me limpian: la ley le marca a usted que deben ser expertos en restauración de monumentos los que deben evaluar los daños y decir cómo los van a reparar.

¿Y quiénes son los responsables de los daños?

Hubo muchos responsables en mayor o menor grado. Según lo que marca la ley, hay responsabilidad de parte de las autoridades que permitieron que se realizara una actividad en el patrimonio cultural, aunque eso en sí no es un delito, pero lo que conllevó esa actividad sí hizo que se violara la ley. En segundo lugar, los organizadores, porque si usted me pide permiso para hacer una actividad, el hecho de que le dé el permiso no lo autoriza a usted para causar un daño; ellos son corresponsables.

¿Y los partici- pantes?

Ellos también, porque fueron al final quienes hicieron el daño. Por eso digo que aquí es muy complejo, se debe analizar, investigar y saber cómo se debe aplicar la ley, porque hay muchas personas involucradas.

El Estado es obligado, y aunque tiene sanciones administrativas, eso no los exime de presentar una denuncia para que se investigue realmente si sus empleados o personeros incurrieron en algún delito o en alguna violación a una ley.

¿Y la ley de Guatemala es drástica en ese sentido?

Dice la ley que todo aquel que dañe parcial o totalmente un patrimonio cultural está cometiendo un delito, y la pena va de seis a nueve años de prisión, y justo es para que sea inconmutable, además de una sanción económica del doble del valor del bien que se dañó, entiéndase bien, del bien que se dañó, no sobre el valor de los daños.

Según usted como experta, ¿cuánto cuesta este edificio?

Es muy difícil ponerle un precio. El Teatro Nacional no tiene precio, porque es un bien único; el valor cultural no puede ser calculado monetariamente.

Si alguien destruye el teatro no puede volver a hacerlo, es único en su clase, no existe otro. Si lo perdemos no lo vamos a recuperar porque, sobre todo, quien lo construyó, el maestro Efraín Recinos, ya murió. Por eso la importancia de los patrimonios culturales, lo que los hace únicos, y de ahí la importancia de cuidarlos.

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