Las deliberaciones sobre el problema se efectuaron durante la asamblea y ante la oposición de los directivos bancarios de no aceptar la jornada de siete horas, pedida por los empleados, el representante del ministerio de trabajo propuso como solución la fijación de un horario de 7 horas y media.
Los trabajadores, representadas por directivos sindicales, aceptaron la propuesta del funcionario de trabajo, pero los personeros de los bancos se mantuvieron en su postura de que la jornada sea de 8 horas.
Se presentó un impasse y ya en la tarde los empleados decidieron que los paros iniciarían en forma progresiva, hasta finalizar con la huelga total, de no resolverse el problema.