BBC NEWS MUNDO

Claudette Colvin, la niña de 15 años que inspiró a desafiar las leyes segregacionistas en Estados Unidos y que quedó en el olvido

Quizás muchos recuerden a Rosa Parks, la mujer que desafió las leyes segregacionistas en Estados Unidos al negarse a ceder su asiento del autobús a una persona blanca. Pero ella no fue la primera en rebelarse.

Nueve meses antes de que Rosa Parks hiciera historia, esta niña de 15 años también rehusó a ceder su asiento. (Foto: Wikipedia) ALAMY

Nueve meses antes de que Rosa Parks hiciera historia, esta niña de 15 años también rehusó a ceder su asiento. (Foto: Wikipedia) ALAMY

En marzo de 1955, nueve meses antes, una niña de 15 años llamada Claudette Colvin hizo exactamente lo mismo.

Normalmente Colvin no habla mucho de lo sucedido, pero esta vez decidió contar su historia a la BBC.

“En todas partes había segregación. Las iglesias, los autobuses y las escuelas estaban segregadas. Ni siquiera podías ir a los mismos restaurantes”, recuerda Claudette Colvin.

“Recuerdo que en una pascua tenía que comprarme un par de zapatos de patente que sólo se conseguían en las tiendas para blancos, así que mi madre dibujó la silueta de mis pies en una bolsa de papel marrón para tener la talla más cercana (a mi pie), porque no nos dejaban entrar en la tienda para probárnoslo”.

No obstante, ir a una escuela segregada tenía una gran ventaja, los profesores enseñaban historia afroestadounidense en profundidad.

“Nos enseñaron sobre Harriet Tubman y Sojourner Truth, y nos hablaron de una cantante de ópera llamada Marian Anderson a quien no le permitieron cantar en el Constitution Hall porque era negra, así que cantó en el Lincoln Memorial”.

El 2 de marzo de 1955, Colvin y sus amigas terminaron clase temprano.

“Caminamos hacia el centro y vimos el autobús, así que decidimos subirnos. Estaba opuesto a la iglesia del doctor Martin Luther King”, señala.

“La gente blanca siempre se sentaba en la parte delantera y los negros en la parte de atrás.

El conductor tenía autoridad para asignar los puestos, así cuando había más pasajeros blancos, nos pedía los puestos”.

El problema surgió cuando todos los puestos del autobús estaban ocupados.

Colvin y sus amigas se sentaron en una fila un poco más atrás de la mitad -dos estaban del lado derecho y dos del lado izquierdo- y en el pasillo entre ellas había una pasajera blanca de pie.

El conductor quería que todas la niñas negras se levantaran y viajaran de pie en el fondo, de manera tal que la pasajera blanca se pudiera sentar.

“Él quería que diera mi asiento a una persona blanca, y lo hubiera hecho si se hubiera tratado de alguien mayor, pero era una mujer joven. Tres de las estudiantes se levantaron a regañadientes y yo permanecí sentada junto a la ventana”, recuerda.

Según la retorcida lógica de la segregación, la mujer blanca todavía no se podía sentar (después de que las otras chicas se movieron) porque ello hubiera significado que un pasajero blanco y uno negro compartieran una fila de asientos – y el objetivo era que los pasajeros blancos estuvieran siempre adelante.

Pero Colvin le dijo al conductor que había pagado por su ticket y que era su derecho constitucional quedarse sentada.

“Cada vez que alguien me pregunta ‘¿por qué no te levantaste cuando te lo pidió el conductor?’ contesto que sentí como si una mano de Harriet Tubman me estaba empujando hacia abajo en un hombro y una mano de Sojourner Truth me presionaba el otro hombro”.

Me sentí inspirada por estas mujeres porque my profesor nos enseñó todo sobre ellas“, agrega.

“Estaba aterrada, pero decepcionada y molesta porque sabía que estaba sentada en el asiento correcto”.

El conductor continuó su ruta hasta que se detuvo en un cruce donde había una patrulla policial.

Los oficiales se subieron al autobús y le preguntaron a Colvin por qué no se había movido de su asiento.
claudette.jpg
No recuerdo cómo salí de ese autobús, los otros estudiantes me contaron que me sacaron del autobús y me metieron en la patrulla”.

“Pero de lo que sí me acuerdo es que cuando me pidieron que sacara los brazos por la ventanilla, me pusieron las esposas”, señala.

En vez de llevarla a un centro de detención para menores, Colvin fue llevada a una cárcel de adultos donde la metieron en una pequeña celda con un lavamanos roto y una cama sin colchón.

“Tenía miedo, estaba muy, muy aterrorizada; era como estar en esa películas del oeste donde ponían a los bandidos en las celdas y podías escuchar las llaves. Todavía ahora puedo escuchar el clic de esas llaves“, confiesa.

“Esperé por unas tres horas hasta que mi madre llegó con el pastor para sacarme de allí. Mi madre sabía que yo estaba decepcionada con el sistema y con toda la injusticia que vivíamos, así que me dijo: ‘Bueno Claudette, finalmente lo hiciste’“.

Después de que Colvin fue puesta en libertad, hubo temor porque su casa fuera atacada.

Miembros de la comunidad hicieron de vigilantes mientras el padre de Colvin se sentó toda la noche con una escopeta, en caso de que se apareciera el Ku Klux Klan.

Colvin fue la primera persona en ser arrestada por desafiar las políticas segregacionistas de los autobuses de Montgomery, y su historia fue registrada por algunos periódicos locales.

Pero nueve meses más tarde, la misma hazaña desafiante realizada por Rosa Parks dio la vuelta al mundo.

Parks era secretaria de la Asociación Nacional para el Avance de la Gente de Color (NAACP, por sus siglas en inglés) y Colvin la conocía muy bien.

“Me hice muy activa en su grupo de jóvenes, solíamos reunirnos los domingos por la tarde en la iglesia de Luther“, cuenta.

“Parks era callada y muy amable con una voz muy suave, pero siempre decía que teníamos que luchar por nuestra libertad”.

Para Colvin, Parks era la persona ideal para convertirse en la cara de la resistencia a la segregación.

Por su parte, Colvin era una adolescente y quedó embarazada.

“(La NAACP) dijo que no quería usar a una adolescente embarazada porque la gente hablaría sobre el embarazo más que del boicot”, aclara Colvin.

En la noche que Parks fue arrestada, el Consejo Político de Mujeres (WPC por sus siglas en inglés) empezó a circular panfletos llamando a un boicot al sistema de transporte.

Poco después, unos 40.000 pasajeros afroamericanos boicotearon el sistema y se formó la Asociación de Mejora de Montgomery (MIA) en la que se eligió al joven pastor Martin Luther King como presidente.

El boicot fue muy efectivo pero la ciudad se resistió a cumplir con las demandas de quienes protestaban: querían el fin de la política que impedía contratar a afroamericanos como conductores así como el fin del sistema segregacionista dentro del autobús.

Para mantener el boicot, las comunidades se organizaron para crear un sistema de transporte paralelo.

Un año más tarde, el 20 de diciembre de 1956, la Corte Suprema de Estados Unidos sentenció el fin de la discriminación en autobuses.

Años más tarde, cuando Colvin se mudó a Nueva York para hacerse enfermera, decidió no contar su papel en el movimiento por los derechos civiles.

“Nueva York es una cultura completamente distinta a la de Montgomery, Alabama. La mayoría de la gente no tenía problemas en que nos sentáramos en el autobús, la mayoría de los neoyorquinos lo que le preocupaba era la economía”, recuerda.

En 2009, el escritor Phillip Hoose publicó un libro en el que por primera vez se contaba su historia en detalle.

“(Phillip) dijo que quería que la gente supiera sobre la niña de 15 años porque, de no haber hecho ese primer grito por la libertad, no hubiera habido una Rosa Parks, y tras Rosa Parks, no hubiera habido un Martin Luther King”.

ESCRITO POR: