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El misterio del desaparecido mecánico estadounidense que extrañaba tanto a su familia que se robó un avión militar en Reino Unido para ir a visitarlos

En 1969, en el punto más álgido de la Guerra Fría, un mecánico de la Fuerza Aérea de Estados Unidos (USAF) robó un avión Hércules de su base en el este de Inglaterra y partió hacia su país. Poco menos de dos horas después de despegar desapareció súbitamente sobre el Canal de la Mancha. ¿Se estrelló con el avión o fue derribado?

Paul Meyer fue un mecánico estadounidense que había estado en la Guerra de Vietnam.

Paul Meyer fue un mecánico estadounidense que había estado en la Guerra de Vietnam.

La del 22 de mayo de 1969 no había sido una buena noche para el mecánico de 23 años, el sargento Paul Meyer.

Extrañaba a su esposa e hijastros, y días antes había pedido que lo trasladaran desde la base Mildenhall de la Real Fuerza Áerea (RAF), en Suffolk, Inglaterra, donde había sido asignado, a la base de la Fuerza Aérea de Estados Unidos en Langley, Virgina. Pero su solicitud fue rechazada.

Desilusionado, el joven veterano de Vietnam se dirigió a la fiesta de un colega donde empezó a beber y después, según sus compañeros, empezó a comportarse errática y combativamente. Sus amigos le pidieron que se fuera a dormir, pero Meyer se escapó por una ventana.

Poco después, la policía de Suffolk lo encontró caminando por la carretera A11 y lo arrestó por ebriedad y alteración del orden público.

Lo llevaron a sus cuarteles y le dijeron que se durmiera.

Sin embargo, Meyer tenía otras ideas.

“Cariño, voy a casa”

Entró a la habitación de un capitán y robó la llave de su camión. Usando el nombre de “capitán Epstein”, Meyer llamó a un coordinador de aviones y exigió que el avión 37789, una nave de transporte Hércules C-130, fuera cargado con combustible para un vuelo a Estados Unidos.

La tripulación en tierra obedeció las instrucciones de su superior y el falso capitán se montó en la nave, soltó los frenos y avanzó apresuradamente hacia la pista 29.

Una vez solo en la cabina de la nave robada de 60 toneladas y cuatro turbinas, que él no estaba cualificado para pilotar, el joven soldado despegó poco antes de las 5:10 de la mañana del 23 de mayo.

Fue poco después de la medianoche en Virginia, Estados Unidos, cuando Mary Ann “Jane” Meyer despertó con una llamada telefónica.

“¡Hola cariño!”, le dijo su joven esposo entusiasmadamente cuando ella contestó. “¿Adivina qué? Estoy camino de casa”.

Todavía medio adormilada, Jane Meyer le preguntó cuándo exactamente regresarían él y su equipo.

“¡Ahora!”, respondió triunfante. “¡Tengo un ave en el cielo y voy a casa!”

Jane quedó helada. “¿Tú? ¿Tú estás volando el avión? ¡Ay Díos mío!”

Casi 50 años después, Mary Ann Jane Goodson, como se llama ahora, dice que esa conversación, que duró poco más de una hora, todavía sigue presente en su mente.

Cuando entendió que Meyer se había ausentado sin licencia y que había robado el Hércules, le rogó repetidamente que regresara y le advirtió que los militares lo castigarían severamente. No puede recordar las últimas palabras que le dijo a su esposo pero sí recuerda lo último que él le dijo a ella.

“Nena, te llamaré en cinco. Tengo un problema”.

La línea se cortó. Una hora después Meyer se estrelló en el Canal de la Mancha.

¿Derribo?

Unos días más tarde, pequeños restos del Hércules, incluido un bote salvavidas, aparecieron cerca de la costa de la isla de Alderney. Nunca se encontró el cuerpo del mecánico.

“¿Por qué se estrelló así?” pregunta Jane. “¿Sabes? La Fuerza Aérea nunca me dijo que se había estrellado. Nadie me lo dijo. Me llegó un telegrama que decía que el avión se había perdido… Cuando él me dijo que estaba en problemas, supuse que serían jets que habían enviado para derribarlo… Estoy segura de que no me han dicho toda la verdad“.

En 1969, por supuesto, la Guerra Fría estaba en su apogeo. El informe oficial de la Fuerza Aérea de Estados Unidos sobre el accidente menciona que un avión de combate F-100 fue enviado desde la base Lakenheath de la RAF poco después de que Meyer despegó “en un esfuerzo por asistirlo”, junto con un C-130 de la base Mildenhall.

Ambos aviones aparentemente “no tuvieron éxito en establecer contacto visual o de radio con él”.

Pero Jane dice que 20 minutos después de que empezó la conversación con su esposo en la cabina, la voz de un hombre apareció en la línea y le pidió que se mantuviera hablando con él porque necesitaba localizar su ubicación.

Un diputado británico en ese entonces, Eldon Griffiths, exigió saber por qué el enorme avión no fue detectado por los radares británicos y estadounidenses “durante tiempo considerable”.

La respuesta registrada por John Morris, del Ministerio de Defensa, le asegura al diputado que los estadounidenses le informaron al Centro de Operaciones de Defensa Aérea de la RAF pocos minutos después del despegue no autorizado.

Los controles del tráfico aéreo británico detectaron el avión en sus radares a los tres minutos del despegue, le dijo Morris al Parlamento británico.

Jane asegura que su esposo le dijo desde la cabina que estaba volando deliberadamente a baja altitud para evitar la detección de radares.

Henry Ayer tenía solo 7 años cuando su padrastro se perdió sobre el Canal de la Mancha, pero todavía se conmueve cuando recuerda el día en que el capellán del Ejército fue a ver a su madre para decirle que su esposo se había perdido.

La pareja llevaba casada solo 55 días.

“Recuerdo que mi mamá cayó al suelo como una muñeca de trapo”, dice Ayer.

“Paul era un buen tipo que nos dio la estabilidad que necesitábamos en nuestra vida. Era realmente maduro para su edad. Nos llevaba a cazar, paseábamos al perro juntos, se sentaba con nosotros en la mesa durante las cenas familiares. Así que pensar que el gobierno pudo haber tenido que ver en ello (su muerte), bueno, es inquietante“.

El informe oficial estadounidense sobre el accidente describe a Meyer de forma bastante distinta. Como un hombre “bajo considerable aflicción emocional”, que estaba enojado porque no le habían concedido el ascenso que le correspondía.

Más información

Durante los últimos 30 años, Ayer ha tratado de obtener más información de las autoridades estadounidenses.

Argumenta que la evidencia que le presentaron en dos ocasiones a un abogado de la USAF se perdió y que las subsecuentes solicitudes de información bajo el Acta de Libertad de Información que él dirigió a la USAF fueron transferidas a la CIA, que dijo operaba el Hercules.

Sus solicitudes de información a la CIA simplemente han sido ignoradas.

Le recuerdo a Ayer que su padrastro no estaba cualificado para volar el Hercules robado y que podría haber ocurrido un terrible accidente si Meyer se hubiera estrellado en un poblado, un colegio o un hospital.

¿Podría entender que la USAF pudo haber ordenado el derribo del avión con el objetivo de 'limitar los daños'?, le pregunto.

“Absolutamente”, dice Ayer, quien continúa visitando regularmente la tumba conmemorativa de su padrastro.

“Nosotros lo entenderíamos. Pero necesitamos saber de forma concluyente. Necesitamos que el gobierno sea sincero”, dice.

A miles de kilómetros de Virginia, en Dorset, Inglaterra, Grahame Knott, un experimentado operador de barcos alquilados para buceo, coloca su cámara y equipo de sonar sobre la popa de su barco de 13 metros.

Durante 30 años, Knott ha estado buceando y estudiando los naufragios en el lecho marino con Deeper Dorset, un grupo de buzos, y en los últimos 15 años ha leído todo lo que ha podido sobre la historia de Paul Meyer, que, admite, “lo ha absorbido” completamente.

Ahora, después de una exitosa campaña en Kickstarter para reunir dinero para combustible, Knott navega con su barco hacia en Canal para buscar lo que quedó del Avión 47789.

¿Sospecha que Paul Meyer fue derribado?

“Hay muchas teorías conspirativas circulando y ya no hay nada que agregar”, dice.

“Nosotros solo estamos tratando de encontrar el avión. Algunos dicen 'bueno, ¿qué caso tiene?, ¿qué vamos a encontrar?' y la verdad es que no sabemos. Pero dejarlo perdido en el Canal tampoco nos dirá nada. Así que lo primero que haremos es simplemente buscarlo”, agrega.

Para prepararse para la búsqueda del C-130 de Meyer en el Canal de la Mancha, Knott ha pasado 10 años estudiando los movimientos de las olas y registros de los pescadores y marinos que han recogido estructuras militares con sus redes.

Él cree que han logrado delimitar una zona de unos 18 kilómetros cuadrados donde podría estar el Hercules.

Ahora, aunque cualquier objeto que él halle no puede tomarlo o llevárselo, sí puede tomar fotos, que después le mostrará a un investigador de accidentes aéreos.

¿Será posible encontrar algún objeto personal, como su anillo de matrimonio o su billetera?

“Eso sería un milagro. Hay una idea, en parte impulsada por Hollywood, de que los aviones yacen intactos en el fondo del mar con los orificios de bala en el ala que causaron su caída, pero no es así”, explica.

“Pero vamos a encontrar algunos restos que nos dirán algo del impacto y de lo que pasó en ese momento”, anotó.

El cuadro

En su taller en el oeste de Londres, el artista Simon Cattlin está dando los últimos toques a su óleo sobre el Hércules de Meyer, que le ha sido encargado por la familia del militar.

“¿Puedes creerlo? En esa enorme aeronave iba un piloto comercial completamente solo en medio de la tormenta. Cuando estaba pintando el cuadro pensaba en qué podía estar pensando dentro de la cabina de mando mientras sobrevolaba el Canal”, explicó Cattlin.

Cattlin también es piloto privado y ha investigado profundamente las condiciones meteorológicas de esa mañana en el que el avión desapareció.

Y señaló que las nubes bajas, las lluvias y un frente de baja presión explican por qué Meyer no cambió el curso de la aeronave hacia Estados Unidos y tuvo que sobrevolar hacia el sur, donde estaba el Canal.

“Si él, tras el despegue, hubiese virado inmediatamente hacia el oeste, se hubiera encontrado con las montañas de Gales. Sin embargo, sobre el Canal sabía que iba a tener más visibilidad. Como piloto, yo hubiera hecho lo mismo”, explicó.

Aunque Meyer no estaba calificado para volar el Hércules, estaba bastante familiarizado con el avión debido a que era su mecánico.

En medio de los vuelos, la tripulación lo dejaba tomar los controles y algunas veces llamaba a su esposa por el radio mientras estaba en el aire.

Pero aunque Meyer estaba volando bajo el nivel de las nubes, en algún momento tuvo que comenzar a ascender para hacer más eficiente el uso del combustible, especialmente si quería llegar a Virginia.

Y es aquí donde surge una pregunta clave: ¿tal vez, mientras ascendía, con la cabeza llena de alcohol y poco sueño, simplemente perdió el control de la aeronave?

“Sí, es muy posible. Sin una pista visual clara, él pudo haber perdido el control de la aeronave, que cayó en el agua y explotó”, dijo.

“Pero estuvo volando por 90 minutos y no hay reportes de que estuviera fuera de control. Él mostró que era competente para volar y que tenía un plan. Yo no diría que él hizo un gran trabajo, pero sí diría que era un piloto que podía volar un avión”, anotó.

Otros antes que él

En el momento en que se supo la noticia, tanto en Virginia, Estados Unidos, como en Reino Unido, causó asombro el hecho de que un mecánico ebrio hubiera podido robar un avión militar y volarlo sobre el espacio aéreo británico por más de 90 minutos.

Pero por más increíble que parezca, ya había ocurrido.

Once años antes de la proeza de Meyer, un mecánico estadounidense se había metido dentro de un B-45 en la base de Huntingdon, en el norte de Reino Unido, y lo había estrellado contra la línea de trenes que conecta Londres con Edimburgo.

Por supuesto, un hecho tan inusual despertó rumores fantasiosos y salvajes teorías conspirativas, mucho más con la expansión de internet.

Algunos afirman que el avión debió ser derribado debido a que era un aparato que pertenecía a la CIA y que contenía documentos secretos, mientras que otros sugieren que Meyer logró sobrevivir al accidente y vivió durante muchos años en países del este de Europa.

Mientras Knott prepara su pequeño bote para su primer viaje oficial por el Canal, señala que la niebla de chismes y rumores se adapta perfectamente a las estrategias de la Fuerza Aérea de Estados Unidos.

“No creo que nadie esté tratando de impedir que la verdad sea revelada, después de 50 años. Solo espero que alguien salga y entregue más información y cuente la verdad. ¿Cómo va ser perjudicial eso ahora?“, dijo.

Tanto para Jane como para Ayer, la búsqueda de Knott en el Canal es una forma de poner cierre al capítulo de Meyer.

“Nos escribíamos todos los días y marcábamos en el calendario el día en que nos volveríamos a ver. El día que volvería a casa. Porque realmente eso era lo único que él quería, volver a casa”, concluyó Jane.

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