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La historia de película de Policarpa Salavarrieta, la heroína de la independencia por la que Colombia tiene un segundo Día de la Mujer

La historia de esta mujer del siglo XIX de la que se sigue hablando hoy y que en Colombia consideran una heroína es fascinante.

Estatua de Policarpa Salavarrieta en Bogotá. NATALIO COSOY/ BBC MUNDO

Estatua de Policarpa Salavarrieta en Bogotá. NATALIO COSOY/ BBC MUNDO

De hecho, aquí se celebra el Día de la Mujer Colombiana todos los 14 de noviembre, además del Día Internacional de la Mujer el 8 de marzo.

La fecha corresponde con la de la muerte, hace 199 años, de Policarpa Salavarrieta, la mujer más reconocida de la historia de la independencia del país.

La celebración es ley: en 1967, año del sesquicentenario de su muerte, el Congreso colombiano aprobó una norma para tal fin. En el texto de la norma los legisladores la llaman “heroína nacional”.

La escena más recordada de la vida de esta mujer es la de sus últimos minutos.

Fue representada en una producción televisiva, las palabras que pronunció entonces han sido impresas incansablemente (reproducidas aquí, a lo largo de esta nota) y se encuentran rodeando el monumento dedicado a ella en Bogotá.

Policarpa fue ejecutada por un pelotón de fusilamiento por espionaje.

La lucha contra la reconquista

En la ola de independencias latinoamericanas del siglo XIX, el 20 de julio de 1810 Bogotá había creado su junta que, aunque juró fidelidad al rey Fernando VII, reclamó autoridad total para gobernar.

Esa quedó como la fecha de celebración de independencia colombiana, a pesar de que la gesta patriota llevó mucho tiempo más.

La historia de Policarpa Salavarrieta está inscrita en los años posteriores a 1810, específicamente vinculada a las luchas de los independentistas contra la reconquista española que se inició en 1815 (el dominio español fue eliminado definitivamente en 1819).

La reconquista fue encabezada por el general Pablo Morillo, del que escribe el historiador David Bushnell: “Morillo y sus lugartenientes aplicaron una política de terror, diseñada para liquidar a las principales figuras militares y políticas (…) y al mismo tiempo, escarmentar a la población con los peligros de la desobediencia”.

Unas 300 personas fueron ejecutadas entre 1815 y 1819.

Era, en la propia descripción de los historiadores, un perfecto malo de película que alimentó la indignación de los colombianos de entonces.

“El descontento popular”, relata Bushnell, “había estimulado la formación de guerrillas patriotas”. Es en ese contexto que emerge la figura de Policarpa.

Su origen

No está claro exactamente cuándo nació ella (las fechas van desde 1791 hasta 1796) ni donde (hay quienes dicen Tolima, hay quienes dicen Bogotá, hay quienes dicen Guaduas).

Sí se sabe que creció en Guaduas, departamento de Cundinamarca, pueblo que que se encuentra al noroeste de Bogotá.

Creció allí en el seno de una familia de buen pasar.

Como esa población era paso de viajeros entre Santafé (así se llamaba entonces Bogotá) y Cartagena en el Caribe, por allí circulaba mucha información de lo que ocurría en el país, explican Isabel Borja Alarcón y Alfonso López Vega en el libro “Policarpa Salavarrieta: una mujer en la guerra”.

Fueron varios los nombres que recibió, cuentan también los autores. Polonia, Policarpa, Pola (sería diminutivo de Apolinaria o apócope de Policarpa), Gregoria, María Policarpa, Gregoria Apolinaria, Polycarpa.

No sólo le dieron muchos nombres, sino que su nombre dio para mucho.

“José Joaquín Monsalve, uno de sus compañeros de prisión, creó el (siguiente) anagrama”: 'Yace por salvar la patria'“, dicen Borja Alarcón y López Vega. Al cambiar de orden las letras se lee: “Polycarpa Salavarrieta”.

Santafé

En Guaduas la muchacha hablaba abiertamente a favor de la causa patriota.

Borja Alarcón y López Vega cuentan la siguiente anécdota: en 1810, camino al exilio, el virrey y la virreina pasaron por la casa de la familia Salavarrieta en Guaduas; la virreina, tras obsequiarle una cruz de oro, le advirtió a Policarpa: “Joven, cuide de su suerte y no se precipite en un destino trágico”.

En 1817, en la villa donde creció ya la tenían muy asociada a los movimientos revolucionarios y era perseguida, así que se mudó a Santafé.

Fue alojada en la casa de doña Andrea Ricaurte de Lozano, en la que había reuniones de patriotas de las que participó y donde conoció a otro Alejo Sabaraín (algunas versiones lo consideran pareja de Policarpa), con el que empezó a trabajar en pos de la revolución.

La Pola se desempeñó como costurera en varias casas, lo que le permitía estar enterada de lo que ocurría y llevar y traer información relevante para la causa independentista.

También conseguía información de primera mano del cuartel de las tropas realistas, dicen Alicia Hincapié Borda y María Susana Awad de Ojeda en el libro “En torno a las mujeres mártires de la independencia”.

“Participaba de otras actividades relevantes”, le cuenta a BBC Mundo Martha Elisa Lux Martelo, doctora en Historia y editora de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Los Andes.

En Santafé ella educaba, enseñaba a niños; era una actividad que estaba restringida, no podía hacerlo cualquiera”. Ella lo hacía sin autorización.

Más aún, cuenta la historiadora: Policarpa se dedicó a elaborar aguardiente (algo que estaba prohibido si no se contaba con los permisos necesarios) para financiar las actividades insurgentes.

Fue una mujer muy combativa, muy al frente de ocupar unos espacios de participación reales”, dice Lux Martelo.
No descarta que haya tomado parte en confrontaciones armadas.

Es un hecho, explica, que muchas mujeres participaron en batallas (aunque en teoría no se las aceptaba en el frente). Cuerpos de mujeres vestidas de hombre fueron hallados en lugares donde hubo confrontaciones.

“Era lógico, ellas formaban parte de la cotidianeidad y de lo que estaba ocurriendo”, razona Lux Martelo.

La muerte

Policarpa fue detenida por tropas realistas en la casa de doña Andrea Ricaurte y luego fusilada.

Otras ocho personas fueron ejecutadas el mismo día que ella, el 14 de noviembre de 1817: cuatro eran soldados señalados por deserción y el resto por espionaje, como Policarpa.

Se supone que fue por unos documentos que se le encontraron a Sabaraín cuando fue detenido, y que él confesó que se los había dado la Pola.

Se cuenta que aún de cara a la muerte Policarpa mantuvo su actitud desafiante y su defensa de la causa independentista.

El legado

Para Margarita Garrido, doctora en Historia Moderna de la Universidad de Oxford y profesora de historia en universidades en Colombia, la influencia de Policarpa puede haberse perdido ya hoy e, incluso, puede ser exagerada.

Sin embargo, le dijo a BBC Mundo: “Yo creo que pudo inspirar a muchas mujeres a hacer cosas semejantes, posiblemente pudo inspirar a algunas a irse a la guerrilla“.

Y ha permeado la historia y la cultura colombiana hasta hoy.

Hay poesía, obras de teatro sobre su vida, artistas plásticos se dedicaron a representarla.

De esas imágenes una de las más conocidas es la del monumento de bronce que se encuentra en el centro de Bogotá. Y hay esculturas de La Pola en otros lugares de Colombia, una en Guaduas, por supuesto.


El actual billete de 10.000 pesos lleva su rostro y en el reverso hay una imagen de la villa de Guaduas de la época en que ella vivió allí. Hoy en esa población no faltan tiendas que lleven su nombre.

Hay escuelas que llevan su nombre en toda Colombia. Desde 2012, Guaduas entrega anualmente la “Orden de la Libertad Policarpa Salavarrieta”.

Pero hay más. El 20 de julio de 1910, en el 100º aniversario de la independencia, la cervecería Bavaria sacó a la venta la cerveza Pola, que llevaba un retrato de Policarpa en la etiqueta.

De ahí quedó el uso de la palabra “pola” para hablar de cerveza en Colombia.

Otras mujeres

“Se creó una idea de que era la primera mujer que había sido fusilada por patrocinar la guerrilla y la rebelión, pero no fue la primera, le dice a BBC Mundo Lux Martelo.

Tampoco fue la única. “Unas cuantas heroínas como Policarpa Salavarrieta fueron las figuras que se resaltaron para señalar que hubo algún tipo de mujeres que tuvieron un papel relevante y que fueron mártires”, explica la historiadora.

“En la construcción de cualquier nación crear esas figuras es importante, porque permite desarrollar una imagen de una mujer participativa”.

Pero aclara: “Lo que realmente ocurrió es que más allá de las heroínas, hubo muchas más mujeres (involucradas en la lucha independentista)”.

En su libro “Mujeres patriotas y realistas entre dos órdenes”, la historiadora presenta una lista de 41 mujeres ejecutadas por los españoles por formar parte o ser auxiliadoras de la insurgencia. Aunque Hincapié Borda y Awad de Ojeda cuentan 78.

Lux Martelo destaca varias otras mujeres que murieron por la causa revolucionaria. Entre ellas, Antonia Santos (tía tatarabuela del presidente Juan Manuel Santos), fusilada por reunir insurgentes, difundir información favorable a los patriotas e incluso haber organizado, dirigido y financiado una guerrilla.

Son muchas las mujeres que podrían haber ocupado el lugar de Policarpa.

En la actualidad, al menos en el billete de 10.000 pesos, la Pola le está cediendo el lugar a otra mujer: la nueva edición llevará el rostro de la antropóloga Virginia Gutiérrez, pionera en investigación sobre la familia en Colombia.

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