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La imprenta que desde hace 100 años hace los periódicos con titulares ficticios y pasaportes falsos que Hollywood utiliza en sus películas

Cuando en Hollywood se necesitan pequeños detalles para películas como periódicos, placas de automóviles o cajas de cereales, todos acuden a Earl Hay Press.

Earl Hays Press lleva 100 años suministrando a Hollywood pequeños detalles que ayudan a hacer las escenas más realistas, como licencias de conducir.

Earl Hays Press lleva 100 años suministrando a Hollywood pequeños detalles que ayudan a hacer las escenas más realistas, como licencias de conducir.

Ralph Hernández, el propietario de la imprenta, comienza el tour por el modesto edificio cercano al aeropuerto de Burbank mostrando los recuerdos que guarda en su oficina.

Entre ellos, se encuentra una copia de la portada de la revista estadounidense Time en la que aparece el astronauta Jack Nicholson, utilizada en el filme “La fuerza del cariño”.

También hay ejemplares de los libros románticos que escribía el personaje de Kathleen Turner en “Dos bribones tras la esmeralda perdida” y el póster de planetas al que ET dio vida para mostrar donde estaba su “hogar”.

Todos ellos, fabricados de una manera inteligentemente falsa.

Durante más de 100 años, Earl Hays Press ha suministrado a cineastas y productores de televisión las impresiones que necesitaban para hacer sus escenas más realistas: menús de restaurante, anuncios publicitarios, revistas, órdenes de arresto son solo algunos ejemplos.

Quizá su producto más famoso son los periódicos, cruciales cuando se graba una película en la Francia de 1967 o en el Ohio de 1889, o un programa de televisión ambientado en 1978.

La solución a la falta de presupuesto

Al avanzar por el taller, lleno de armarios y estanterías, se puede ver licencias de conducir, tarjetas de crédito e innumerables paquetes de dólares falsos.

Restricciones presupuestarias, derechos de autor y hasta la ley impiden que se pueda usar muchos objetos reales en las grabaciones. Y todo, desde dinero hasta productos para el hogar, necesita un nuevo diseño o logotipo, lo que puede suponer un dolor de cabeza para las productoras.

Hernández apunta hacia unas hileras de cientos de placas de automóviles que cuelgan desde unas barandas.
Proceden de cada uno de los estados de Estados Unidos y de países en todo el mundo.

El dueño explica que las están actualizando antes de que el empiece el ajetreo del verano. Recuerda divertido una escena en la que todos los autos estacionados en el bulevar de Hollywood llevaban sus placas.

Durante la grabación, un policía se acercó. “¡Creyó que se había sacado la lotería! Los multó a todos”, asegura.

Hernández, de 83 años, acudió hace 53 a una entrevista de trabajo en la firma y nunca se fue. En la actualidad, la empresa es un negocio familiar que reúne a tres generaciones, ya que su hijo y sus nietos forman parte del equipo.

Han pasado muchos años desde que muriera el fundador, Earl Hays, quien, al principio, abrió una imprenta como cualquier otra en un pequeño local en Hollywood.

Pero a Hays le encanta viajar y, en cada uno de sus destinos, hacía un dibujo de las placas de vehículos que veía. Esta costumbre se convirtió en el origen de un idea que puso en marcha al regresar a Estados Unidos. Con el tiempo, empezó a recibir tantos pedidos desde el mundo del cine que decidió especializarse en esta industria.

Sets que no llegan a usarse

El proceso es simple: el encargado de utilería de una productora lee el guión y va tomando nota cada vez que cree que va a necesitar algún objeto. Luego, lo compran de los estantes de Earl Hays o se lo encargan a la compañía si se trata de algo novedoso o particular.

“Pero, claro, luego hay cambios en el guión e incluso algunas escenografías nunca se llegan a utilizar pese a haber sido construidas“, comenta Hernández.

Tras pasar un muro lleno de carteles de “Se busca” al estilo del siglo XIX, está la sala de exposición superior de Earl Hays.

Sus estantes acogen latas falsas de refrescos, cigarrillos de la marca “Morley” (inventada para la serie “Los Expedientes Secretos X”) e innumerables y coloridas muestras de comida.

Hernández recuerda el extenso trabajo que su firma hizo para “El Padrino” mientras hojea unos periódicos. Los productores necesitaban hacer un montaje con diarios. Algunos solo llevaban impresiones en la portada y la contraportada. Otros repetían la misma información en cada una de las páginas.

Con solo un par de miles de dólares se sustituían años en la película y se conseguía informar a la audiencia de lo que había sucedido y en qué momento de la película se encontraba. Y todo antes de que apareciera la escena de Michael (Al Pacino) en Sicilia”, explica.

Earl Hays no es solo una imprenta, sino también un museo y un archivo no oficial. Esto es lo que, según Hernández, les da ventaja: tienen unos cuantos competidores, pero su empresa es la más antigua y la más conocida.

“Una cuestión de ego”

“Cualquier muchacho con una computadora puede ser nuestro rival”, afirma, pero alega que estos diseños carecen de detalles.

“Nosotros tenemos una imprenta de verdad. Directores y productores siempre quieren precisión”, asegura.

Sus principales críticos no son los espectadores, si no otros directores y productores. Es una cuestión de ego”, ríe.

Muchas compañías de diseño e impresiones pueden, en teoría, hacer lo mismo que Earl Hays Press, pero tendrían problemas para encontrar material realista con rapidez. Earl Hays lo tiene a mano.

En su camino a la cocina, Hernández señala un muro cubierto con un carteles del FBI, la policía o el Departamento de Seguridad Nacional de los Estados Unidos.

“Hace años, hacíamos documentos de identidad falsos que la policía utilizaba en redadas antidrogas. Eso también daba dinero”, cuenta. Eso les ayudó a construir una buena relación con las autoridades, lo que les permitió a acceder a algunos de estos letreros y diseños oficiales.

Pese a ser una mina de oro en cuanto a historias de Hollywood, Hernández explica que no da muchas entrevistas porque la compañía vende y fabrica artículos que, de caer en las manos equivocadas, podrían utilizarse con fines reales.

A veces, incluso, los hombres de negro aparecen sin avisar.

Una vez, un director quería dinero que pareciera muy real para una escena de póker en la película de Steve McQueen, “The Cincinnati Kid”.

“El Servicio Secreto los refrendó, pero luego el dinero comenzó a aparecer por todo el mundo pese a que tenían números de serie idénticos y llevaban nuestra firma, no la del tesorero de Estados Unidos”, recuerda.

El Servicio Secreto insistió en que quemaran en el patio trasero y bajo su supervisión todos los billetes falsos que aún tenían, añade su nieto, Keith. “Hasta se llevaron las cenizas”, afirma.

Earl Hays cuenta también con una colección de impresoras gigantes que rara vez usa.

Pero Hernández es reacio a deshacerse de ellas, pese a que, según sus hijos, la empresa necesita el espacio que estas ocupan. Aunque él es consciente de que Hollywood está cambiando.

“Sé que algún día tendremos que cerrar las puertas. Pero nos extrañarán”, sentencia.

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